1.17 La trampa

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Larah

Fueron unos días largos..... estuve con Joseph en todo momento, el me había pedido que no le digamos a nadie sobre el supuesto asesinato de sus padres hasta tener un culpable. Las investigaciones seguían y todos continuaban creyendo que había sido un accidente. Jillian estaba un poco tranquila con el paso de los días.

—Fuiste un gran apoyo para Joseph en estos momentos, me alegra que sean buenos amigos después de todo. —Dijo Lindsay. Con esa mirada burlesca.

—No importa lo que pase, siempre estaré con Joseph. —La miré, ella Rió un poco.

—Desde luego. —Camino hacia Joseph, rodeando su mano en la de él, Joseph se separó enseguida.

—Ahora vuelvo. —Salió de ahí. Ahora yo reí un poco, Lindsay me fulmino con la mirada.

Lindsay

—Cálmate cariño. Después que Joseph se enteré te aseguro que jamás querrá verla, ya nos decidimos de los padres y ahora sigue Larah. —Dijo Alain susurrando. Me alejé un poco con él.

—¿También mandaremos a matar a Larah? —

—No cariño, los investigadores de Joseph descubrieron que la muerte de sus padres no se trata de un accidente si no de un atentado. Están buscando un culpable y les daremos sutilmente un culpable. Larah. —Dijo sonriente.

—¿Ves por que te amo Alain? Por qué eres un genio. Dentro de poco toda la fortuna de Joseph será nuestra. —Sonreí.

—Y no te imaginas, ya tengo todo listo. Esta misma noche le dirán a Joseph que la asesina de sus padres es su gran amor. El hombre quedará destruido. —Rió.

Larah

—¿Quieres que te lleve a casa? —Sonrío Cameron.

—Cameron.... ayer hablamos de nosotros y.... no quiero volver a ilusionarte. —Dije.

—Lo sé, lo sé. Se que fue muy pronto pero..... voy a esperarte, te lo dije. —Acarició mis mejillas.

—Me iré con Ana. —Dije.

—Entonces te veré pronto. Te quiero Larah. —Me miró a los ojos. Exhalé.

—Cuídate. —Sonreí ligeramente, él asintió y se fue de ahí.

Me dirigí a Joseph.

—¿Como te sientes? —Lo miré.

—Bien.... bien. ¿Podemos irnos ya? Te tengo una sorpresa. —Sonrío ligeramente.

—¿Que hay de Lindsay? —Pregunté.

—Se fue con su hermano. —

—No me refiero a eso. —Dije.

—Mañana romperé mi compromiso con ella, hablaré y tú y yo por fin estaremos juntos mi amor. —Besó mis labios, sonreí un poco.

—Tengo miedo. —Lo miré a los ojos.

—¿Miedo? —Me Acarició.

—Si, siempre que...... que estamos juntos algo pasa o discutimos y todo se va a la mierda.... no lo soportaría de nuevo. —Dije.

—Amor... eso no pasará. No voy a permitir que nada ni nadie nos vuelva a separar. —Volvió a besarme, lo abracé fuerte.

Nos fuimos hacia su casa, habían unas velas y algunas rosas.

—¿Qué es esto? —Sonreí.

—Se que aún no he roto mi compromiso pero..... tú eres la única mujer que amo y... que amare siempre. —Me tomó de ambas manos mirándome a los ojos. —Y quiero que pasemos nuestra vida juntos...... sé que quizá es muy pronto pero... pero te amo y estoy seguro de eso. Larah, cásate conmigo. —Se puso de rodillas, sacando un anillo. Lagrimé.

—Si, si. —Lo besé, el Sonrío.

—Te amo. —Me besó más, tomándome por la cintura. Un camino de besos nos condujo hacia su habitación, me recostó suavemente en su cama y comenzó a dejar besos en mi cuello.

—Yo también te amo. —Comencé a quitarle la camisa, el Sonrío.

Nos deshicimos de nuestra ropa y empezamos a disfrutar el contacto de nuestros cuerpos amándose.

Gemía con cada una de sus embestidas, Joseph no dejaba de envolverme en un placer que era como tocar el cielo. Sus manos me presionaban más a él y sus labios atacaban desesperadamente los míos.

Estábamos hechos el uno para el otro.

Joseph

Ambos estábamos agitados, ella se recostó a un lado de mí intentando normalizar su respiración, la acaricié.

—¿Te he dicho antes que eres hermosa? —

—Alrededor de unas quinientas veces. —Rió un poco.

—Pues te las dire unas quinientas veces más. Eres hermosa, mi amor. —La besé. Ella sonrió.

—¿Sabes que me encanta que me digas mi amor? —Sonrío.

—Eso eres, mi amor. Mía. —Volví a besarla. Posicionándome encima de ella.

Mi móvil sonó.

—No respondas. —Dijo ella mirándome deseosa.

—Solo será un segundo amor. —Besé su frente y me levanté para tomar mi teléfono. Era  Andrew, mi investigador privado que llevaba el caso del asesinato de mis padres. Respondí enseguida.

—Señor, una disculpa por molestarle y más a esta hora pero hemos resuelto el caso. Ya tenemos el nombre de la asesina y las pruebas que lo comprueban. ¿Procedemos legalmente? —

—¿Quién fue? —Dije.

—Larah Mateos. —Dijo.

¿QUÉ?

TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora