Larah
Ximena se quedó con mis padres, Santiago y yo nos fuimos de nuevo a casa, donde volvió a hacerme suya. Me recosté en su pecho desnudo, él acariciaba mi espalda sin dejar de mirarme.
—Te amo tanto, y a quien intenté apartarte de mi lado, juro que lo mataré. —Dijo besándome. Sonreí.
—No digas esas tonterías. —Dije.
—No son tonterías Amor, te amo tanto que soy capaz de matar, por ti. —Acarició mis labios con los suyos, mordiéndolo ligeramente. —O sería capaz de matarte a ti, antes que alguien más te toque. —Me miró. Me solté cubriéndome con una sábana.
—Me asusta cuando hablas de esa manera. Cuando me miras así. —Dije. El me abrazó por detrás dejando besos en mi cuello.
—No debería asustarte. —Dijo. —Pero ahora eres mía. Completamente. —Sonrío.
Recordé cuando Joseph decía exactamente lo mismo, que era suya, pensar eso dibujo una gran sonrisa en mi rostro.
—Me encanta que sonrías así. —Santiago Volvió a besarme.
Joseph
—Ya que dijiste que Larah confesó que Ximena si es tu hija, aquí tengo los papeles para quitársela. Lo conseguí. —Dijo Andrew. Sonreí.
—Gracias. Pero no los usaré aún.... Larah... ella aceptó que yo pueda ver a mi hija y.... no voy a alejar a mi hija de su madre y tampoco quiero que esté lejos de su verdadero padre. Así que.... solo los usare si Larah intenta apartarme de mi hija. —Dije guardando aquel sobre en uno de los cajones de mi oficina.
Hoy iba a ir a ver a mi pequeña a casa de Larah. Ella abrió la puerta.
—Aún no buscó como decirle a Ximena que tú eres su padre..... ella sabe que Santiago no es su verdadero padre, pero.... te prometo que buscaré la manera de decirlo. —Dijo mirándome. Tenía marcas en su cuello, marcas que seguramente le había hecho ese hijo de puta. Me puse serio de solo imaginar a mi Larah en brazos de otro.
—Descuida, te dije que tenías una semana. ¿Donde está mi hija? —Pregunté.
—Eva está ayudándola a vestirse, irá a su colegio. Así que solo tienes unos minutos para verla. —Dijo.
—¿Puedo llevarla al colegio? —Pregunté.
—No creo que quiera irse contigo. —Dijo.
—Puedes venir con nosotros. —Dije. Ella asintió.
Larah.
Ximena y Joseph se llevaron tan bien. Me alegra ver cómo Joseph la sostenía en sus brazos y jugaba con ella.
Mi pequeña solía ser tímida con personas que apenas conocía pero con Joseph fue diferente.
—Mamá, ¿porque no invitas a tu amigo a cenar esta noche a la casa? —Preguntó mi pequeña.
—No creo que pueda. Debe estar ocupado con trabajo, ¿verdad Joseph? —Dije mirándolo un poco seria.
—De hecho tengo la noche libre y me encantaría cenar con ustedes. —Dijo mirando a Ximena sonriente.
—¿Desde cuando conoces a mi mamá? —Preguntó mi pequeña.
—Desde hace mucho. —Joseph me miró.
—¿Y tú sabes quien es mi verdadero papá? Mamá nunca ha querido decirme. —Dijo Ximena.... me sorprendí ante su cuestión. Miré a Joseph. El se quedó callado unos segundos.
