Larah
—Joseph basta.... déjalo. ¿Que demonios te pasa? —Dijo Jillian intentando separar a Joseph de Santiago.
—Mamá, ¿Por que Papá está golpeando a Santiago? —Dijo mi pequeña asustada. Hablé a Nathan, El hombre de seguridad de Joseph, la tomó en sus brazos para llevarla al auto.
—Joseph basta. —Dije poniéndome enfrente de ellos. Santiago Estaba lleno de sangre, golpeado.
—Este pendejo era el prometido de Larah, la golpeó y abusó de ella. Estaba engañándote Jillian. —Joseph levantó la voz.
—Eso no puede ser verdad. —Jillian Lagrimó mirando a Santiago quien apenas podía mantenerse en pie.
—Dicen la verdad, casi.... —Dijo riendo. Es un cínico.
—Lastimaste a las dos mujeres que más amo en la vida. Te juro que vas a podrirte en la cárcel por haber golpeado y violado a Larah, te lo juro imbécil. —Joseph levantó la voz agarrándolo por la camisa. Santiago Se Rió.
—¿Violarla? Larah es mi mujer, es mi prometida, yo no la viole. Solo tuve sexo con ella, buen sexo. Y tú hermana.... ella también es buena en la cama, es una lástima que a ella no puedas probarla Joseph. —Se rió. Joseph volvió a estampar su puño en la cara de Santiago.
—Jillian llama a la policia ahora, está rata tiene que ir a donde pertenece. —Dijo Joseph, mirándolo con odio.
—Eso si que no lo creo. —Dijo Santiago y en un ágil movimiento tomó un cuchillo de la mesa, jalándome a él y poniendo aquel cuchillo en mi cuello.
—Dile a tu hermanita que suelte ese teléfono o Larah morirá... primero. —Dijo Santiago.
Jillian colgó aquella llamada, mirando la escena llena de lágrimas, de preocupación y decepción.
—Déjala Santiago. —Dijo Jillian. —Ya no estoy llamando a nadie, deja a Larah. —Dijo Jillian.
—Te juro que si le haces daño voy a matarte con mis propias manos. —Dijo Joseph.
—¿Si? No creo que estés en posición de amenazarme Joseph..... —Dijo riendo.
—Suéltala hijo de puta. —Gritó Joseph. Santiago comenzó a caminar conmigo hacia la puerta.
—Te tendré que dejar aquí ahora mi amor, pero voy a volver, te prometo que volveré por ti, por que nadie nos va a separar, tú eres mía, solo mía. —Dijo besándome el cuello, deslizando aquel cuchillo hacia mí abdomen donde lo enterró. Caí al piso. Comencé a perder mucha sangre. Joseph y Jillian se acercaron preocupados a mi.
—Estaré bien..... vayan tras él, no lo pierdan, vayan tras el. —Dije, comenzando a sentirme cada vez más débil.
—Tenemos que llevarla a un hospital ya. —Dijo Jillian Joseph me sostuvo en sus brazos.
—Vas a estar bien mi amor, vas a estar bien, tienes que estar bien. —Dijo lagrimando, preocupado.
Santiago
Conduje lo más rápido que pude hasta aquella casa que mi hermano seguía preparando. Me vio llegar.
—¿Que te ha pasado? —Preguntó.
—Larah... Larah se fue con su ex y él pendejo me hizo esto. —Dije.
—¿Vas a dejar que por culpa de una mujer te dejen así? Por eso siempre fuiste la vergüenza de papá. —Dijo Bruno.
—Cállate, no voy a permitir esto. Larah volverá a mi lado y a la fuerza. Más pronto de lo que te imaginas. —Dije.
—Pues debes darte prisa hermanito o seguirás siendo la vergüenza de los Valencia. Las mujeres son para poseer, para follar, para obedecer órdenes. —Dijo Bruno.
Joseph
Llegamos al hospital. Larah había perdido mucha sangre.
—Ella estará bien. —Dijo Jillian. Intentando calmarme.
—Si algo le pasa, me muero Jillian. No soportaría perderla una vez más. —Dije lagrimando.
—Mira ahí viene el médico. —Dijo.
Aquel hombre venía completamente serio.
—Señores..... lamentó darles malas noticias. Lo siento. —Dijo.
Sentí que el corazón se me rompió.
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