1.35 Sangre

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Santiago

Le estaba diciendo absolutamente todo a Joseph así que.... lo siento mucho.

Tomé mi arma y le disparé tres veces a Jillian. Una vez en la cabeza y las demás en su pecho. Ella murió instantáneamente.

—Lo lamento bonita.... pero eras un gran riesgo en mis planes y los riesgos se eliminan. Te echaré de menos. —Dije.

—Vaya, ya empiezas a ser de la familia. —Me dijo bruno riendo.

—Debemos deshacernos de esto. —Dije mirando el cuerpo ensangrentado de Jillian.

—Si. Pero tengo una idea mejor. —Dijo Bruno sonriente.

Larah

—Por aquí señorita. —Dijo uno de los hombres de Joseph, intentando protegerme de esa lluvia de balas que había comenzando, había perdido a Joseph.

—¿Donde está Joseph? —Pregunté nerviosa, llena de lágrimas. No tuve respuesta, solo seguía corriendo conmigo hasta que llegamos a un "lugar seguro".

—Señorita necesito que se quede aquí por favor. Tomé esto por si lo necesita. —Dijo dándome un arma.

—¡Dime donde carajos esta Joseph! —Dije.

—No lo sé señorita, iré a buscarlo, esto ya se volvió un caos, por favor quédese aquí. —Me dijo. Asentí nerviosa pero era obvio que no me quedaría quieta.

Y si.... todo esto era un caos, la gente de Joseph y los que nos atacaban disparaban.... muchas personas inocentes recibieron disparos, inclusive niños. Policías empezaron a llegar uniéndose a aquellos disparos, era un completo caos.

Comencé a colarme entre la gente, corría desesperada mirando por todos lados.

—¡Joseph! —Grité al verlo a lo lejos, él estaba disparando también.

—¡Dijiste que la habías llevado a un lugar seguro! —Dijo mirando a aquel hombre que se había encargado de sacarme de ahí.

Joseph intentó correr hacia mi pero aquel disparo interrumpió su camino, haciendo que caiga al suelo, perdiendo mucha sangre.

—¡Joseph! —Grité desesperada, quise correr hacia él pero uno de sus hombres de seguridad me lo impidió.

—No, no nos arriesgaremos a que usted también resulte herida, el señor estará bien... venga con nosotros. —Dijo.... aquel hombre no se me hacía nada conocido y me daba un poco de miedo.

—Tu no vas a decirme que voy a hacer. —Dije, él corrió conmigo tomándome del brazo.

—Cállate y ven conmigo. Santiago te está esperando, zorra. —Dijo, yo tenía que buscar la manera de soltarme de ese hombre, así que pensé en lo único que tenía disponible, el arma que me había dado el hombre de Joseph. Le dispare y salí corriendo de ahí, hasta mi Joseph, que aunque estaba demasiado débil aún seguía consciente.

Sus hombres lo habían sacado de aquel caos de disparos, y una ambulancia había llegado para ayudar.

—Estaré bien, solo quédate tranquila mi amor, estaré bien. —Dijo en cuanto lo tomé de la mano.

—Fue Santiago, el hizo todo esto. —Dije.

—Vamos a acabar con ese hijo de puta, te lo prometo. —Dijo débil.

La policia se acercó con los hombres de Joseph, después de controlar el caos necesitaban hacernos algunas preguntas.

Yo me dirigí al hospital con Joseph donde la espera y la desesperación fueron eternas.

Aquel médico dijo que la herida que recibió Joseph no fue profunda, que él estaba fuera de peligro pero que necesitaban retirar la bala.

Pero... mirar a Joseph recibiendo aquel disparo fue.... fue más que horrible... y créanme que aún tenía un extraño presentimiento, algo me decía que esto solo es el comienzo.

—Señorita, su esposo despertó, ya puede pasar a verlo. —Dijo una enfermera, enseguida me dirigí a la habitación de Joseph.

—Hola. —Me Sonrío.

El televisor estaba encendido, las noticias tenían aquel caos que había sucedido, varias personas heridas y muertas.

—Creí que iba a perderte. —Lo tomé de la mano, el me miró.

—No vas a perderme nunca. —Dijo.

—Todo esto qué pasó fue mi culpa.... mira cuantas personas están muertas. —Dije.

—No fue tu culpa, el que hizo todo eso fue Santiago y va a pagarlo. Mis hombres ya están buscándolo, a él y a Jillian, solo espero que mi hermana esté bien. —Exhaló.

Santiago

todo salió muy mal, no pudieron secuestrar a Larah, al parecer el hijo de puta de Joseph sigue vivo aún con ese disparo y además nuestros hombres que sobrevivieron están presos. Todo fue un pinche caos. —Levanté la voz.

—Añádele a tu drama la gran recompensa que están dando por ti, ahora si toda la policia del país se te vendrá encima. —Rió Bruno.

—Eso no es gracioso. —Grité.

—Entonces, es hora del siguiente plan. Mi favorito. Es hora de ir por la pequeña Ximenita, ¿no crees? —Dijo Bruno.

TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora