Larah
—Me llevaré a la niña a su habitación. —Dijo Ana, al verme nerviosa. Asentí.
—Amor.... tranquilízate. —Me tomó de las manos. —¿Que pasó? ¿Por qué quieres irte? Dime. —Dijo Santiago.
—Ese hombre de ahí... es el padre de Ximena y.... va a quitármela. Va a hacerlo. —Dije lagrimando.
—Ya te dije que por eso no tienes que preocuparte. Nadie nos va a quitar a nuestra hija. Amor.... tienes que confiar en mi. Confiar en que voy a protegerte a ti y a Ximena. Son mi vida entera, mi fuerza. —Me besó. Lo abracé.
—Si me quitan a mi hija me muero. Voy a morirme. —Dije.
—No va a pasar. No lo permitiré. —Me Acarició los labios. —Ana está con nuestra hija.... así que tú y yo.... tendremos tiempo solos. —Sonrío besándome. Me recogió en su cadera y caminó hacia nuestra habitación. Dejándome en un rincón. Introdujo sus manos hacia mis bragas, haciendo movimientos sobre ella. Gemí.
—Santiago... —Susurré de un gemido. El Sonrío.
—Sabes que me encanta cuando escucho en tus labios gemir mi nombre. —Introdujo dos de sus dedos en mi sexo, comenzó a embestirme con ellos. Me mordí el labio.
—No te muerdas el labio Larah, ese labio es mío. —Me besó. Sin dejar de hacer aquel movimiento con sus manos. Pronto se deshizo de sus pantalones y introdujo su miembro en mi con fuertes y rápidos movimientos.
—Me encantas Larah. —Gemía, sin dejar de embestirme con fuerza.
<<¿Por que estoy pensando ahora mismo en Joseph? >>
Joseph
—Solo necesito un cabello, no se, alguna paleta que le des a tu hija.... cuando tengamos los resultados del ADN, ya procedo legalmente para que la custodia de tu hija sea tuya. —Dijo Andrew.
—Bien.... lo conseguiré. —Dije.
Nicole llegó, ella era mi "mujer" tenía firmado el contrato conmigo.
—¿Me llamó señor? —Preguntó. Andrew se fue.
—Si, te quiero en mi cama ahora mismo, espérame ahí. —Dije, ella sonrió.
Larah
Terminé de vestirme. Santiago hizo lo mismo.
—Después de la junta de esta noche, quiero que tú y yo nos vayamos a un lugar especial, a una sorpresa que te tengo preparada. —Me Sonrío.
—Que bien.... Ximena ya está con su niñera. Aunque la echo mucho de menos. —Dije.
—Es bueno que nuestra pequeña se adapte, ir a la escuela será bueno para ella. —Dijo.
—Lo sé... solo que..... tengo miedo de que Joseph se le acerque. —Dije.
—Por eso contratamos a Eva, su niñera y por eso tiene mucha seguridad. Todo saldrá bien Amor. —Dijo. Asentí.
El momento de la junta llegó. Hoy por fin tomaría el control de las empresas de mi padre y él se retiraría. Santiago estaría cerca de la empresa, ya que era una junta muy privada prefirió ir a conocer un poco más la ciudad.
Vi a Joseph entrar a aquella junta.
—¿Que hace él aquí? —Susurré a mi padre.
—La empresa de Joseph nos importa mucho. Es un gran socio. Así que la vida personal hay que dejarla fuera de los negocios. —Respondió mi padre, Exhalé. Odiaba mirarlo.
Santiago
Entré a una cafetería para hacer tiempo y esperar a Larah.
—Un café. —Le Dije a la señorita que atendía aquel lugar.
—Yo también quiero uno. —Dijo una chica a un lado de mi. Le sonreí. Ella me devolvió aquella sonrisa. —Soy Jillian. —Dijo.
—Santiago. —Le di la mano. Ella sonrió.
—¿Qué te trae por aquí? Digo.... no pareces de por aquí. —Dijo, reí un poco. —Perdóname por ser tan indiscreta. —Rió.
—Descuida.... estoy en la ciudad por negocios. En cuanto los terminé me regresaré a Madrid.... —Dije.
—Solo espero que no seas un hombre como mi hermano, vive por sus negocios. —Dijo.
—Bueno.... también le doy tiempo a otras cosas. —Sonreí. Los cafés llegaron. —Yo invitó esta vez. —Dije. Ella sonrió.
—¿Entonces habrá próxima? —Me miró.
—Solo si tú quieres. —Sonreí de vuelta.
—Desde luego. —Me miró.
—¿Tu novio no se enojara? —Pregunté.
—No tengo novio. ¿Y tú novia, se enojará? —
—No tengo novia, estoy soltero. —Sonreí.
Jillian me dio su número de teléfono y acordamos vernos muy pronto, la verdad es que es hermosa.
Larah
La junta terminó. Todos comenzaron a irse a excepción de Joseph.
—Tenemos que hablar Larah. —Dijo cerrando la puerta. Me miraba.
—No hay nada de que hablar. —Dije.
—Lo hay, nuestra hija. —Dijo. —Por que se que es mi hija. —Me miró.
—Puede ser que sea tuya.... pero no vas a quitármela Joseph. —Dije.
—¿Por que mierda no me dijiste que iba a tener una hija? —Levantó la voz.
—No pude.... te odiaba Joseph... tu.... tu..... te odiaba. —Dije.
—!Nuestra hija no se tenía la culpa de nada! ¡Ella merece conocer a su padre! Deja de ser tan egoísta y déjame verla, déjame estar con ella. —Dijo Joseph.
—Está bien. Pero.... por favor, no le digas que eres su padre. Deja que yo lo haga. Por favor Joseph. —Dije.
—Solo una semana Larah. Tienes una semana para decirle. —Dijo, asentí.
Joseph
Lo sabia, la pequeña era mi hija. Me sentí el hombre más feliz del mundo.
Fui por Jillian a la cafetería en donde la había dejado, se veía muy sonriente.
—¿Y esa sonrisa? —Dije.
—Conocí a un chico, es guapísimo. Además.... me invito a salir el sábado. —Dijo sonriente.
—Me alegra que hayas decidido rehacer tu vida, lo mereces hermana. —Sonreí. —Pero debes presentarme a ese chico, si te hace daño le partiré la cara. —Dije. Rió.
—Tu también deberías rehacer tu vida. —Dijo.
—No, ya sabes que el amor no es lo mío. Pero tengo algo que contarte, eres tía. —Sonreí.
Larah
Santiago llegó por mi.
—¿Estás lista para tu sorpresa? —Preguntó.
—Lo estoy. —Sonreí tomando su mano.
Me llevó hasta un pequeño departamento, habían luces encendidas y un camino de flores. Sonreí. Mis padres estaban ahí con mi hija. Ana y Cameron.
—Se que lo había dicho antes, pero ahora quiero pedirle a tu padre que me dé permiso de hacerte feliz, de casarme contigo. —Dijo Santiago, una lágrima se me escapó.
—Te amo. —Dije.
Mi padre Sonrío.
—Hazla feliz. —Dijo mi padre, todos aplaudieron. Santiago Me puso un anillo, otro. Reí.
—Eres mía Larah. —Me besó.
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