Larah
—¿Mudarme contigo? —Lo miré. El Sonrío.
—Si. Tú y yo. —Rozó nuestros labios.
—No lo sé...... Joseph.... después de lo que vi con Lindsay.... —Exhaló.
—Entonces el contrato sigue. —Sonrío.
—Está bien. Me mudaré contigo. Pero sin contrato, sin órdenes y sin infidelidades, si no Joseph, te juro que no volverás a verme jamás en tu vida. —Dije. El Sonrío.
—Bien. Estoy de acuerdo. —Dijo besándome, sonreí.
—Pero antes de mudarme, necesito que ese contrato esté completamente anulado. Si no, no hay mudanza. —Lo miré.
—Mañana resolveremos este asunto, ahora vayamos a la fiesta que empezarán a notar que no estamos aquí. —Ambos terminamos de acomodarnos bien la ropa y salimos hacia el salón.
Mis padres habían llegado, me acerqué a saludarlos, Joseph fue conmigo.
—Que gusto me da que sigan juntos. —Dijo mi padre sonriente.
—Su hija me hace el hombre más feliz del mundo. —Dijo Joseph, sonreí. Pero tenía que hacerlo.
—Papá, ¿podemos hablar tú y yo a solas? Por favor. —Dije. Joseph me miró confundido, al igual que mi padre.
—Claro hija, ¿Todo en orden? —Me miró mientras caminábamos juntos, bastante lejos de Joseph y mi madre, quienes parecían platicar a gusto.
—Habíamos hablado de mudarme un poco lejos.... el intercambio. Creo que quiero hacerlo... —Dije.
—Me alegra que hayas tomado esa decisión. Hablaré mañana con los representantes y te irás en un mes. —Dijo mi padre emocionado.
—Hay algo más Papá. No quiero nadie lo sepa, ni siquiera Joseph. —Dije. Él se puso serio.
—¿Pasa algo con él? —Preguntó.
—No... solo que.... no quiero que lo sepa, por favor. —Dije.
—Hija, dime la verdad. ¿Está pasando algo con ese hombre? —Dijo mi padre.
—No. Claro que no, son cosas personales papá.... pero descuida, Joseph no tiene que ver con esto. —Dije.
—Hija.... se que me estás ocultando algo. No voy a presionarte pero quiero que sepas que sea lo que sea cuentas conmigo. Te amo tanto mi princesa. —Dijo mi padre abrazándome.
Después de todo, seguimos en la fiesta, Jillian se había encargado de Lindsay, la saco de la fiesta discretamente así que Joseph y yo estábamos bien, disfrutando juntos. Observaba que mi padre nos miraba, lo había dejado pensativo respecto a Joseph.
Y bueno.... les cuento, le haré creer a Joseph que me mudaré con él y una vez que anule el contrato me iré. No se por que lo haré, quería creer que Joseph podía cambiar pero.... no lo sé... supongo que lo pensaré.
Joseph
Su amiga Ana interrumpió nuestra perfecta noche, quería bailar un rato con Larah, la dejé.
Bruce se acercó a mi.
—¿Como la convenciste de que se quede contigo? ¿La amenazaste? —Preguntó.
—No, fui sincero con ella. Le dije que... me importaba y me perdonó. —Bruce se echó a reír.
—¿Estas enamorado de ella? —Dijo.
—No lo sé, creo que si. —Exhalé.
—¿Que te ha dicho? —Preguntó curioso.
—Parece que siente lo mismo por mi. Le pedí que se mudara conmigo. —Dije.
—¿Que te ha pedido a cambio? —Dijo.
—Anular el contrato. Además ¿Tu por qué haces tantas preguntas? —Dije.
—La escuché hablando con su padre. Quiere irse de aquí. De la ciudad. Lejos. ¿No te parece una coincidencia? Además le pidió que no te dijera nada a ti. Que casualidad que te pidiera anular el contrato. —Se rio.
Larah
Joseph me jalo del brazo.
—Es hora de irnos Larah. —Dijo serio.
—No me quiero ir aún. —Me solté. Mi padre se acercó a nosotros.
—¿Pasa algo? —Miró serio a Joseph.
—Solo que ya nos íbamos. —Dijo Joseph sonriente.
—Está bien, cuídate mucho hija. —Mi padre besó mi mejilla.
Joseph camino conmigo rápidamente al auto.
—Joseph.... Ana está ahí y vino conmigo... no voy a dejarla. —Dije.
—James ya le avisó. Él se encargará de llevarla a casa. —Dijo. Me abrió la puerta del auto, me subí, su chofer arranco.
—¿A donde iremos? —Dije.
—A casa. —Dijo seco. En todo el camino no me miró. Su rostro estaba serio y apretaba los puños, estaba enojado. Llegamos a su casa. Me miró, acercándose a mi.
—¿Que estabas hablando con tu padre cuando se fueron solos? —Preguntó.
Tragué saliva. Me puse nerviosa.
—Hablamos de.... unos asuntos de la universidad. —Dije. El se ponía cada vez más serio.
—No me estés mintiendo Larah. ¿Planeas dejarme? Por eso era que querías anular el contrato. —Levantó la voz. Me puse pálida.
—¿Quien demonios te dijo eso? —Dije.
—Eso no importa. Pero ¿sabes? No dejaré que lo hagas. Eres mía, mía. —Estrelló sus labios con los míos, comenzando a besarme desesperadamente. Intentaba soltarme pero él ponía cada vez más fuerza, pegándome a él.
—¡Déjame Joseph! —Dije.
—¿Quieres que así se pongan las cosas ahora? ¡Pues así se van a poner a partir de ahora! Harás lo que yo te diga. —Levantó la voz.
—Dime quien te dijo eso, es mentira Joseph, debes creer en mi. —Lo miré lagrimando.
—La persona que me lo dijo sería incapaz de mentirme. —Dijo.
—¿Entonces confías más en esa persona que en mi? Perfecto, entonces que siga el estúpido contrato, de todas formas no falta mucho para que se acabe. Y cuando termine, te juro que no me volverás a ver en tu puta vida. —Me solté de él. El me agarro por el cuello fuertemente.
—Sería capaz de matarte si haces eso. Te lo juro Larah. —Me miró a los ojos.