1.33 Plan

34.4K 1.2K 95
                                        

Larah

—¿Saben algo de Santiago? —Le pregunté a Joseph justo cuando dejamos a nuestra pequeña en el colegio.

—Aún no. El cobarde se fue de la ciudad, pero necesito que te quedes tranquila amor, no se acercará a nosotros, no de nuevo. —Me acarició la mejilla.

—No daría eso por hecho. Santiago esta loco, él hará lo que sea por salirse con la suya. Tengo mucho miedo. —Dije, Joseph me tomó por el mentón.

—Yo no voy a dejar que él te haga daño. Ni el ni nadie, eso te lo prometo. Ya nadie va a separarnos, nadie va a dañarnos. Lo juro. —Me besó, sonreí.

—Confio en ti. —Dije y salí de su auto dirigiendome a su oficina, habia un hombre esperandome. Habia agendado una cita conmigo.

—Buen día señorita Mateos. —Dijo. Su acento era algo extraño, no era de la ciudad. —Estoy seguro de que esta empresa será un éxito con la fusión. —Dijo.

—Esperemos que si bruno, mis abogados ya tienen los documentos necesarios, en unos días te llegará el contrato. —Dije.

Bruno me miraba muy extraño, comenzaba a incomodarme........

—¿Necesitas algo más? —Pregunté.

—No... nos veremos en unos días. Cuando ambos firmemos el contrato. —Sonrío.

Jillian

Fui a hacer algunas compras, quería despejar mi mente, han pasado muchos días y aún no dejo de pensar en Santiago... a pesar de todo lo extraño porque llegué a amarlo como a nadie.

Me dirigí a mi auto, escribiéndole un texto a Larah, habíamos quedado de cenar juntas esta noche.... después de todo ella es la única amiga sincera que tengo.

Sentí como alguien me tomó a la fuerza, apuntándome con un arma.

—Puedo darte todo el dinero que quieras... solo no me hagas daño. —Dije nerviosa.

—No quiero tu dinero mi amor. —Me Susurró, era Santiago.

—Santiago.... Santiago por favor déjame ir. Baja ese arma. —Dije. Él se rió.

—Vas a caminar hacia mi auto sin intentar algo estúpido.... si intentas escapar o gritar, voy a llenar tu precioso cuerpo de balas. —Dejó un beso en mi cuello. Asentí.

Él me llevó hasta su auto, ató mis piernas y brazos.

—No me hagas daño.... —Susurré lagrimando.

—No voy a hacerte daño... si haces todo lo que te digo amor. —Sonrío. Subió al auto y comenzó a conducir a toda velocidad, un poco fuera de la ciudad, llevándome a una casa bastante solitaria, en una especie de bosque.

—¿Vas a matarme? —Dije mientras me subía a la fuerza a una habitación.

—Bienvenida a tu nuevo hogar temporal... cariño vas a estar aquí un poco de tiempo así que debes adaptarte. —Me acariciaba la entrepierna sonriendo.....

—Lo que intentes hacer no va a funcionar, Joseph empezará a buscarte y finalmente dará contigo. —Lo miré, el se rió.

—Tengo intervenidos tu teléfono y el de Larah, se que esta noche cenarían juntas así que ahora mismo vas a llamarle y vas a decirle que tomarás un viaje.... uno largo. —Dijo.

—Ella no se creerá ese cuento. —Dije.

—Pues convéncela. Puedes decirle que necesitas tiempo para ti misma.... tú sabrás qué decirle. Pero si haces alguna estupidez voy a matarte Jillian. —Me miró dándome mi móvil.... no tuve mas opción que hacer lo que me pidió.

Llamó a Larah.

—Jillian, que bueno que me llamas, justo ahora iba a escribirte para cambiar el plan de esta noche.... creo que es mejor que vayamos a un bar, ¿que te parece? —Preguntó Larah.

—No puedo... te llamaba para cancelar lo de esta noche.... saldré de viaje por un tiempo.... unas semanas. —Dije.... todo el tiempo Santiago Me apuntaba a la cabeza.

—Entiendo.... quizá cuando vuelvas podamos reunirnos. ¿A donde irás? —Preguntó.

—A... a...Londres. —Dije.

—Que lo disfrutes. Me encantaría poder acompañarte pero estoy con unos asuntos de la empresa. —Dijo.

—Quizá para la próxima. —Dije.

—¿Estas bien Jillian? Te siento extraña.... ¿Todo en orden? —Preguntó Larah.

—Si. —Santiago Me hizo una señal de que cortara la llamada. —Debo colgar, yo... voy a... mi avión saldrá pronto. Les quiero mucho, dale un beso a mi sobrina. —Santiago Me quito el teléfono y comenzó a revisarlo.

—Buen trabajo, serias una gran actriz amor mío. —Dijo burlesco.

—Deja mi teléfono. —Dije.

—Solo estoy encargándome de que nadie pueda rastrearte con él. Ahora me voy, tengo que hacer algunas cosas. —Dijo saliendo de la habitación, dejándome atada ahí.

Larah

Jillian me preocupo demasiado.

—¿Todo en orden? —Preguntó Bruno.

—Si, todo en orden. —Dije convencida.

—Creo que es hora de irme. —Dijo levantándose, asentí.

Bruno se marchó. Ahora debía enfocarme en unos asuntos que tenía pendientes... aunque debo admitir que aquel viaje sorpresa de Jillian no me convencía demasiado.

Bruno

Salí de la oficina de Larah después de instalar aquellos micrófonos que me permitirían escuchar todo lo que se diga en su oficina. Me dirigí a casa, Santiago Ya había hecho su parte, encargarse de nuestra carnada, Jillian.

—Esa perra ya está aquí. —Dijo.

—En el auto hay algo de ropa para ella, estará un par de semanas aquí. —Dije.

—¿Larah firmará? —Preguntó Santiago.

—Mi oferta le convenció, solo me falta sobornar a los abogados para que cambien los documentos y esa empresa será nuestra, después de obtener la firma de Larah sigue lo tuyo, quedarte con ella. —Dije sirviéndome un trago.

—Tenemos poco tiempo. —Exhalé.

Larah

Joseph fue a buscarme después del trabajo.

—Deje a la niña en casa de tus padres, la cuidarán esta noche. Tú y yo tenemos planes ahora. —Sonrío.

—¿Así? ¿Que planes? —Sonreí.

—Bueno.... ya sabes que mis planes siempre involucran besarte.... tocarte... hacerte mía toda la noche. —Sonrío mientras me daba pequeños besos. Me mordí el labio.

—Se hace tarde. —Lo miré. Él sonrió.

—Entonces vámonos. —Me tomó de la mano y salimos de la empresa, nos dirigimos a casa, directo a la habitación, Joseph comenzó a besarme desesperadamente, besos a los que correspondí de inmediato. Comencé a desabrochar la camisa de Joseph. El Sonrío pero me detuvo.

—Espera. —Dijo.

—¿Qué pasa? —Levanté una ceja, él Acarició mi mejilla. Después llevó su mano a el bolso de su pantalón, me miró.

—No quiero que pase un día mas en mi vida sin poder tener el honor de llamarte mi esposa... Larah Mateos... comparte tu vida conmigo. Cásate conmigo. —Dijo poniéndose de rodillas, enseñándome un anillo.

Comencé a lagrimar mientras lo miraba.... él sonreía sin separar su mirada de la mía.

—No. —Lo miré.

¡Dejen sus opiniones de la historia! ¡Cuéntenme que les parece!

TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora