Larah
—Estas loco.... ¿bebiste? —Reí nerviosa.
—Conozco cuando mientes Larah. Pero ten por seguro que no voy a dejar esto así. —Me miró serio, como jamás lo había hecho. En su mirada había algo de decepción y frustración.
—Perderás tu tiempo. Ella es hija de Santiago y mía. Y no tengo por qué darte más explicaciones. —Dije saliendo de ahí inmediatamente, dejando salir unas pequeñas lágrimas.
—¿Amor? ¿Que ha pasado? —Preguntó Santiago Cuando me subí al auto limpiándome las lágrimas. Ximena seguía dormida.
—Lo vi..... vi al papá de Ximena y.... vio a la niña. Dice que es suya.... Tengo miedo... miedo que quiera quitármela. —Dije. Él exhaló.
—Que lo intente. Por qué no voy a permitirlo. Ustedes son mi familia y nadie va a separarme de ustedes. Quédate tranquila. —Dejó un beso en mis labios. Sonreí.
Nos dirigimos al médico, Ximena estaba un poco enferma pero nada serio. Me tranquilice un poco. La llevamos a casa y la dejamos descansar en su habitación después de darle sus medicinas.
—Ahora vuelvo amor, tengo una junta con unos inversionistas. —Dijo Santiago.
—Éxito amor. —Sonreí.
Santiago
Terminé aquella reunión a la que había asistido, cerramos negocios.
—Un placer conocerlo señor Valencia. —Dijo la hija de uno de mis nuevos socios.
—El placer es mío hermosa. —Besé su mano. Ella sonrió.
—Podemos festejar eso, a su empresa en Madrid esta sociedad va a beneficiarlo. ¿Una copa en mi departamento? —Sonrío.
—Que sean dos. —Sonreí.
Nos dirigimos a su departamento, apenas puse un pie ahí ella comenzó a besarme, correspondí.
En pocos segundos logré quitarle ese pequeño vestido que traía, tocando cada parte de ella, escuchándola gemir con cada una de mis caricias. Deslice una de mis manos hacia uno de sus senos, jugueteando con ellos. Ella se dirigió a mi cinturón, quitándolo y deslizando sus manos hacia mi erección. Gemí con su tacto.
Se lo que están pensando, pero no. Larah es el amor de mi vida, la mujer que se robó mi corazón y estas..... estas solo me complacen en la cama y Larah no tiene por qué enterarse.
Joseph
—¿Que demonios te pasa? —Preguntó Bruce.
—Llama ya a Andrew. Lo necesito aquí ahora mismo. —Dije bebiendo un sorbo de mi botella.
—¿Que pasó? —Preguntó mirándome sorprendió.
—Larah volvió. Tiene una hija.... que estoy completamente seguro de que es mía. —
—¿Como puedes saber eso? —Dijo Bruce.
—Se parece mucho a mi.... además cuando se lo pregunté a Larah intentó negarlo nerviosa.... así que Andrew se encargará de conseguir una prueba de ADN y si resulta positiva, pelearé por mi hija. —Dije.
—¿Vas a quitársela a Larah? Creí que aún la querías.... —Preguntó Bruce.
—Me quitó a mi hija.... ni siquiera me dijo que iba a ser padre. Ve cuantos años de la vida de mi hija he perdido. —Dije.
—¿Y si no es tu hija? Hablas de ella como si en verdad lo fuera, recuerda qué hay una posibilidad de que Larah diga la verdad y sea hija de su novio. —Dijo Bruce.
—Siento que es mi hija, con solo mirarla. Pero.... saldré de dudas ahora mismo. —Dije. Iría a la nueva casa de Larah.
Larah
Llamé al móvil de Santiago, estaba haciendo unos negocios seguramente por eso no responde.
—¿Otra vez no respondió? —Preguntó Ana.
—No, debe seguir en esa junta. Pero mejor, así puedo contarte lo qué pasó esta mañana en aquella reunión. —Dije.
—Vi que hablabas con Joseph.... luego ambos se fueron. ¿Qué pasó? —Preguntó Ana con una sonrisa traviesa.
—Nada de lo que estás pensando pero.... cuando vi a Joseph... algo en mi.... me di cuenta que.... no he podido olvidarlo. —Exhalé.
—Lo sabía.... pero.... ¿qué hay de Santiago? Él... es tan Bueno y..... —Interrumpí.
—No confundas las cosas Ana. Mira... Joseph y yo.... no podemos estar juntos. Por más que lo quiera de vuelta.... no. —Dije. —Y ahora menos que.... seguramente quiere quitarme a mi hija. —Dije.
—¿Le Dijiste de Ximena? —Se sorprendió.
—No... no. Él la vio por error y.... jura que es hija suya. —Dije.
—Bueno... con solo ver a la pequeña y a Joseph juntos es obvio. Es como si los hubiesen clonado. —Rió un poco.
—Como sea.... después de que arregle lo de la empresa me iré. Volveré a desaparecer. No permitiré que Joseph me la quite. —Dije.
—Bueno.... sabes que te adoro pero... Joseph tiene derecho a estar con su hija. Además Ximena siempre te pregunta por su verdadero padre.... lo más sano es que arreglen ese asunto. Mira..... no tienen que estar juntos Joseph y tú para que Ximena tenga a su padre.... piensa un poco en tu hija. —Dijo Ana.
El timbre de casa sonó. Ana fue con Ximena quien quería bajar de su habitación.
Abrí la puerta, era Joseph.
—Vine a ver a mi hija. —Dijo.
—Joseph basta.... —Dije.
—Mamá, ¿puedo comer helado? —Preguntó mi pequeña, parándose detrás de mi. Joseph la miró sonriente.
—Cariño, el médico dijo que no. Cuando te recuperes te compraré el helado que quieras, lo prometo. —La tomé en mis brazos.
—Entonces quiero un pastel de chocolate. —Dijo, Joseph rió.
—Yo puedo comprártelo. —La pequeña dirigió su vista a Joseph.
Joseph.
—Mami ¿Quien es el? —Preguntó la pequeña susurrándole a Larah.
Es tan hermosa.....
—Un señor que ya se va. —Dijo Larah mirándome seria.
—No. No me iré hasta que hablemos. —Dije.
Un auto llegó, era un hombre, seguramente el prometido de Larah por la forma en la que le sonrió.
—Disculpa por llegar tarde amor, estaba atendiendo unos negocios. —La besó, sentí ganas de matarlo. Y más cuando mi pequeña hablo.
—!Papi! ¡Papi! —Extendiendo sus brazos hacia él quien la abrazó sin dudar.
—¿Como sigue mi princesa? —Dijo caminando hacia dentro de la casa con Ximena en brazos.
Miré a Larah, una mirada con odio profundo.
—Jamás creí que fueras capaz de esto Larah, pero mi hija pronto estará con su verdadero padre. —Me fui de ahí.
Larah
—Santiago. Tenemos que irnos hoy mismo. Ya. —Dije entrando a la casa.