NataliaIntento mantenerme concentrada en mi trabajo y trato de asegurarme de que las chicas que atiendo realicen sus ejercicios correctamente. Una de ellas es Katy, ayer faltó, por eso vino hoy. Me esfuerzo en no pensar tanto en el problema del flan que Cris se comió, pero al mismo tiempo busco qué explicación darle a Sam. Sé que no es la peor catástrofe del mundo lo del flan, pero me preocupa que sí lo sea para ella. Y más que nada, me preocupa lo que piense de mí.
Mientras las chicas terminan las series de sus ejercicios, me ocupo de ordenar los discos de pesas. Sin embargo, nada de lo que haga logra distraerme de mi gran preocupación. ¡Ahora Sam pensará mal de mí! ¡Y todo por culpa de Cris! Pero no tiene caso que le confiese que una amiga mía se comió todo el flan porque de todos modos sigue siendo mi responsabilidad.
Coloco el último disco en su lugar y, casi sin pensarlo, miro hacia el acceso que separa la recepción del área de ejercicios. Y ahí está Sam. ¡Sam! ¡¿Qué hace aquí?! Ella está mirando hacia todos lados, como buscando a alguien. El tiempo parece detenerse cuando me encuentra con la mirada, y una sonrisa adorable se dibuja en su rostro. Ella empieza a caminar directo hacia mí, y sin dudarlo, yo también comienzo a avanzar para recibirla. No puedo evitar sonreírle, porque simplemente, su sonrisa siempre tiene ese efecto en mí. Conforme nos acercamos, me fijo en lo que está vistiendo. Es raro verla así, con una sudadera deportiva de cuello alto, pants ajustados y unos tenis. ¿Ella está aquí para hacer ejercicio? Pero que tonta soy, claro que ella está aquí para eso. ¿O para qué más asistiría a un gimnasio vestida así?
— Hola, Sam. —es lo único que digo cuando nos detenemos frente a frente— ¿Qué haces aquí?
— ¿Qué se hace en un gimnasio? —responde Sam, bromeando, sin perder su adorable sonrisa.
— Yo trabajo, ¿pero tú? —sigo la broma, sin quitar mi sonrisa también— ¿Quieres que te atienda yo o prefieres a alguien más?
— Quiero que lo hagas tú. —dice con un tono que me resulta muy tierno.
Asiento, sintiéndome infinitamente privilegiada de que Sam quiera que sea yo quien la entrene y trato con todas las maneras posibles de contener la enorme sonrisa que amenaza con aparecer en mi rostro.
— Ven por aquí. —le indico.
Comenzamos a caminar despacio, una al lado de la otra, y aunque estoy feliz, también me siento nerviosa. Me esfuerzo por mantenerme profesional y no dejar que se note todo lo que estoy sintiendo por dentro.
— Primero dime, ¿qué es lo que esperas conseguir?
— Conocer bien a la entrenadora. —responde Sam con humor.
— Muy graciosa. —comento, sonriendo a pesar de saber que solo lo dice en broma— ¿Tonificar o quemar calorías?
— Pues... ehm... no estoy segura.
— Deja que te lo explique mejor. ¿Quieres resaltar un poco tus músculos con pesas o solo bajar de peso? Porque si es lo segundo, no tienes que esforzarte tanto. Con algo de cardio y unas rutinas adicionales sería suficiente, pero... —me detengo, esforzándome para no mirarla de pies a cabeza.
— ¿Pero qué? —pregunta al notar mi pausa.
— No creo que necesites bajar de peso, Sam. Así como estás... eres perfecta.
De reojo, noto que sonríe, aunque también parece un poco nerviosa. Espero no haberme pasado de sincera. Tal vez fui demasiado directa, pero a veces es difícil contenerme.
— Bueno, no es que yo tenga muchos músculos. —dice, deteniéndose al mismo tiempo que yo, y ambas nos giramos para quedar de frente— Así que creo que me gusta la idea de tonificar. Aunque no sé si eso sea posible en mi cuerpo.
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Compañeras de Departamento [Editando]
RomanceNatalia solo quiere un trabajo estable, y con suerte, encontrar el amor. Samantha es odontóloga y tiene novio, pero no está segura de si él es el indicado. Esta historia cuenta el día a día de varias chicas, con personalidades diferentes, con pasado...