Capítulo 7

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Entré en pánico en ese instante en el que trancó la puerta con seguro.

Aquí fue. Adiós vida.

La última vez que alguien me había dicho algo así, fue Eira, para darme la paliza del siglo por mi supuesto "mal comportamiento". En realidad era negarme a hacer lo que ella se le antojara, así que desde su punto de vista, era un mal comportamiento. Era por eso que evitaba el contacto físico, no me gustaba, lo aborrecía, me incomodaba. Y así mismo, me asustaban esas palabras.

—Señor, quiero irme, por favor... —gimoteé.

—No quiero, ni pretendo ser el malo. Sólo quiero confirmar un par de cosas contigo y entonces, te podrás ir. Mientras menos colabores, más tardarás en irte.

Me senté con rapidez en el sofá negro, con las piernas cruzadas y la mejor disposición de responder lo que fuese que necesitara entonces. Sin embargo, su comportamiento me dejó más confundida de lo que estaba, pues se sentó en el sofá que estaba diagonal a mí, con los codos afincados sobre las rodillas, y mirándome muy fijamente, indagó mi cara con minuciosidad, subiendo desde mis manos aferradas a mis muslos, siguiendo por mis labios, mi nariz, y terminando en mis ojos.

—Mierda. Es simplemente imposible. ¿Cómo dijiste que te llamabas? —cuestionó irritado.

—Ángeles.

—Ángeles...—repitió pensativo—, ¿edad?

— ¿Para qué quieres saber mi edad?

—Si no respondes no te irás, segunda advertencia.

—Diecisiete. Tengo diecisiete. ¿Y usted, Señor? —pregunté con inocencia falsa, sonriendo con falsedad, siendo simpática con la mejor falsedad que me salió.

—Miles de años más que tú. ¿Me conoces?

Hundí mis cejas confundida, y ladeé la cabeza.

—Especifica mejor esa pregunta.

—Conocerme. Conocerme de algún lado, una vida pasada no lo sé, ¿no me has visto en tus sueños?

Alcé mis cejas.

—¿Qué clase de sueños, exactamente?

—Por todos los malditos ángeles caídos. ¡Sueños, Ángeles! Sueños triviales, yo qué sé. ¿Nunca sueñas?

—Oh, claro que sí sueño, pero con usted, jamás.

—¡Okey! —Rascó su cara con desespero y tiró su cabello hacia atrás repetidas veces—. ¿Cuándo naciste? La fecha exacta.

Suspiré cansada y me tiré de largo a largo en el sofá.

—Treinta y uno de diciembre del año...

Me callé en cuanto vi su expresión; ya no era de desespero total, era de sorpresa, y vi un atisbo de miedo reflejado en sus ojos.

Se acercó con pasos lentos hasta donde estaba, me senté de nuevo, él se puso de cuclillas, apoyando sus manos en ambos lados de mis piernas, me miró directamente a los ojos, y habló:

—Dime, ¿no recuerdas haberme visto en algún lado?

—Oh, creo que sí... ¿en un programa de chicos que se tatúan cosas tan horrorosas que tienen que recomponer sus pieles?

—Tercera y última maldita advertencia, por amor a... Ángeles, sólo responde, por favor, no tomes esto como un juego.

—Respondí con sinceridad, no te recuerdo, ¿bien? Ahora por favor, deja que me vaya.

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora