Capítulo 10

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Mi pecho se oprimió, estallando en unas enormes ganas de llorar, de encerrarme otra vez en mi habitación a llorar como lo hacía desde lo que pasó en Greenwife.

Pasos me hicieron entrar en la realidad, taconeando, Keitha llegó a mi lado.

—Ángeles...

—¿Ella...? ¿La puedes ver, también?

No podía estar completamente jodida de la cabeza.

—Eres Ángeles Lee Carier. ¿Cierto?

Sin voltear, ladee un poco la cabeza.

—Keitha, te pregunté algo primero, respóndeme, por favor —gimoteé, con voz átona.

—Sí, la puedo ver, Ángeles.

Una tormenta de emociones estalló en mi pecho, y desgraciadamente, solté sollozos. No era capaz de reclamar, ni tampoco de interrogar.

—Debes venir conmigo. —me tomó del brazo y comenzó a jalar de mi, pero el miedo me invadió y me solté de ella.

—Aún no estoy lista —susurré, y me atreví a mirarla. Sus cejas hundidas y su boca roja en una fina línea me dieron a entender que era serio el asunto—. Prometo... prometo que mañana vendré. Ven a buscarme a mi casa, te diré todo lo que quieras saber, ¿sí? Pero por favor...

Comencé a alejarme, en mi teléfono marqué el número de Athen, y lo dejé en alta voz.

—Ángeles.

—No puedo. Ahora no puedo, Keitha, lo lamento...

—Necesito que vengas conmigo —dió un paso hacia delante, yo estaba en la orilla del techo.

—¡No puedo! —grité—. Cuídala esta noche. Por favor...

Ayúdame.

Y salté.

Mis ojos cerrados, sintiendo cómo el aire golpeaba mi espalda, jamás recibí el impacto, sabía que iba a ser así, sin embargo, no fui atrapada por la persona que creía. Me asusté, en primer plano por lo que vi.

Sus ojos como dos esferas cristales perfectas me miraron con las cejas hundidas, estaba demasiado cerca de mi, su aliento de menta  y cigarros chocaba contra mi mejilla.

—¡Ángeles!

Su voz me espantó, entonces, lo miré a él con cara de desespero y los ojos aguados.

—Agárrate fuerte. —pidió.

Yo asentí, me aferré a él y cerré los ojos.

Pasaron minutos que se me hicieron eternos y, solo aumentaron mis ganas de llorar, pese a la posición, un cosquilleo se plantó en mi estómago y la vergüenza me invadió.

Por otro lado: un problema estallaría con Athen.

Por otro lado muy al lado: estaba con el tipo de tatuajes quien inexplicablemente, apareció en lugar de Athen. Estaba segura de que lo había llamado que él, no al tipo de tatuajes.

—¿Te puedes bajar? Estás pesada. —dijo él, con fastidio.

La sangre subió de inmediato a mis mejillas.

—Lo... lo lamento. —acomodé mis gafas, y lo miré bien, no llevaba su típico traje negro, llevaba unos jeans ajustados, y una camiseta blanca sencilla, era algo transparente y tenía mejor vista de su abdomen y sus millones de tatuajes.

—¿Por qué me llamaste? ¿Qué hacías en esa casa?

Su voz me irritó, y aún seguía confundida por lo que pasó anteriormente. Sabia que no sólo tendría problemas con Athen, si no también con Kith.

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora