Capítulo 26

1.9K 182 34
                                    

No supe ni en qué momento cerré los ojos para caer inconsciente, pero cuando los abrí de golpe sentí que era tarde, demasiado tarde. No tenía noción del tiempo, las cortinas hacían ver la habitación completamente oscura a cualquier hora. Así que, me cepillé con rapidez los dientes y corrí a despertar a Athen.

El rubio, tirado y medio muerto en el sofá, dormía sin camisa y sus jeans estaban algo sucios de tierra desconocida para mí.

—¡Athen, despierta! Pedazo de vagabundo falso, vamos, vamos. —comencé a moverlo y a aplastar su abdomen, ¡aún así no reaccionaba!

Suspiré, frustrada y cansada, y busqué un vaso de agua fría para lanzarlo encima de él.

—Gracias, me ahorras el baño de hoy. —comenzó a reírse de manera extraña, y ronca. Se levantó, buscando su camiseta de cuadros.

—No puedo contigo. —me reí, ¡por estaba loco hasta el tope! Dejé un par de panes en la tostadora mientras me cambiaba de ropa. Tomé mi mochila, y tiré en ella ropa al azar que había en el armario que Snow me había obsequiado. Entre ella, salió un sobre dorado, pero no le presté atención.

No había tiempo de leer ni de sacar teorías conspirativas de mi vida.

Me colgué la mochila en la espalda y fui a la cocina de regreso para sacar los sándwiches. Le lancé uno a Athen y el otro comencé a morderlo.

—Athen, dame la hora.

Mientras comía y se calzaba una bota, miró su reloj.

—Cinco y media. —se calzó la otra— Con mucha suerte, y si nos vamos ahorita mismo en portal hacia Garoha, llegaremos a las seis o seis y media.

—¡Entonces muévete, querido! Tenemos mucho por hacer y poco tiempo. ¿Dónde conseguiremos el polvo y las armas?

Era lo que más me preocupaba.

—Tengo mis contactos. —me guiñó un ojo, y procedió a caminar a pasos largos a la puerta— Envíale un mensaje a Kith y dile que estaremos allá al anochecer.

Tiró el poquito de polvo que le quedaba en la puerta, y luego de eso, la cruzamos.

La noche nos envolvió.

La música constante en el pueblo de Garoha era algo que amaba y extrañaba, no visitaba sus calles desde el inconveniente con Amélie.

Al igual que sus luces neón y los puestos callejeros, su gente mágica, etc. Me recordaba bastante a la película de mi niñez de monstruos, Monster High y la ciudad de Boo York.

Cuando caminaba con Jack a la escuela primaria, solía decirle eso: que vivíamos en Boo York, y que nuestros antepasados lo escondían llamándolo Garoha. Era estúpidamente inocente.

—Ángeles, ponte esta sudadera y sígueme. —Athen me extendió una sudadera roja, bastante bonita debo admitir.

Cosa que me descolocó porque no recordaba el momento en que la tomó.

Él llevaba una igual, pero un poco más oscura. Casi tirando a vino tinto.

—¿Por qué o qué? ¿Somso traficantes?

—No. Somos Carier. Muchísimo mejor que eso.

Torcí la boca en un gesto poco normal, tenía razón. Creo que el pueblo amaría más a unos traficantes de órganos que a un Carier.

Athen tomó mi mano y comenzó a caminar por la acera que tenía menos gente.

—Tenemos que ir a la tienda que está en clausura, al lado del bar de Snow. —se dio cuenta del efecto que su nombre hacía en mí, cuando bajé la mirada— Lo siento.

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora