Capítulo 30

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Capítulo final

Eira hizo un mínimo movimiento, lo cual provocó que mi hermano soltara un quejido de clamor, y todo pasó rápido.

Mi dedo apretando el gatillo, las balas traspasando su cuerpo, una tras otra. Disparé hasta que se me gastaron las balas, y para entonces, ya estaba gritando de nuevo, con ganas de destrozar su cuerpo.

Me levanté, y me acerqué a observar su cuerpo, sin creer lo que había hecho.

—¿Mataste... por ellos, quienes te abandonaron en tus peores momentos? —susurró, en un hilo de voz.

Fruncí mi ceño, mostrándome indiferente ante ella.

—Ellos son mi verdadera familia. —escupí, dolida. Y me alejé, me alejé de su cuerpo inerte que me observaba, tal vez, recordando todo lo que me había hecho para merecer morir.

Los chicos tomaron a Jack, ayudándolo a caminar. Athen me tomó a mí, y entonces, comenzamos que andar hacia donde se encontraban las chicas con Amélie y Hayes.

En un abrir y cerrar de ojos tortuosos, ya estábamos en la mansión oscura de los Grier. Las luces apagadas la hacían ver tenebrosa, pero encendidas, cambiaba a un lugar totalmente lujoso y bonito.

Clover cargaba a Amélie, y le susurraba cosas que solo él podía escuchar. Tener al amor de tu vida en tal situación, te hacia sentir una mierda total, pero por otra parte, en tu corazón, sentías una enorme felicidad por tenerla en tus brazos, de nuevo.

En mi caso, era el hecho de que me sentía una persona inservible por no ser capaz de salir de ahí con Snow.

Clover, Jack, Owen, Tánes y Tristán junto a Amon, subieron con Amélie y Hayes inconscientes, a tirarlos en una de las camillas y a revisarse las heridas. Por otra parte, Amon sostenía los pies de Artemis y Tristán su espalda. Los tres cuerpos inertes pero, posiblemente con vida de los chicos, fueron subidos.

En los sofás, estábamos sentados Bloody junto a Avery, Arlet, Dereck, y yo.

Athen tenía uno de sus brazos por encima de mis hombros, y aunque deseaba no demostrar emoción alguna, mi mirada me delataba. Quería echarme a llorar al suelo como niña pequeña recién abandonada, quería gritar, y golpear a quien se me atravesara. Pero, desgraciadamente, no era capaz ni de hacer eso. El silencio no era incómodo, más bien, doloroso. Y Mália fue quien decidió romperlo.

—Ángeles, ¿te sientes bien? —preguntó, en un susurro.

—No. —respondí, sintiendo mi garganta arder— Maté a mi madre. Y perdí al chico que amaba. ¿Cómo podría estarlo?

—Rescatamos a Amélie, y no hubo mucha sangre de por medio. —dijo Athen.

Alcé mi mirada y entre cerré los ojos.

—Snow se sacrificó —dije, y me puse de pie, señalandolos—. ¡Se sacrificó por cada uno de nosotros! Sólo Dios... y Lucifer, sabrán cuántos siglos tardará en escaparse de aquel lugar, sin contar, las décadas de castigo por sus faltas aquí. ¿Crees entonces que valió de algo aquel rescate, sacrificándose alguien que desde el principio dio todo por nosotros?

—La niña tiene razón. —habló Bloody, su mirada oscura perdida en la nada me daba consuelo de que no era la única destruida ahí— Tenemos a Hayes de vuelta, a la loca de Artemis, y también a la pelirroja. Qué genial, ¿no? —soltó un suspiro entrecortado, y siguió hablando—. Pero, ¿qué hay de Snow? ¿¡Porqué carajos no pudieron hacer el ritual de la sangre pura?! ¡JODER, LO TENÍAMOS TODO!

—Bloody, cálmate por favor. —le dijo Avery, sosteniendo sus manos.

—Decirlo es tan fácil. —dijo él— ¡Sentirlo no! Hemos pasado toda nuestra jodida vida junto a él, nos ha protegido. Nos ha salvado el culo de miles de demons y sombras. ¿Y esto es lo que hacemos por él? ¿Nada? ¿Absolutamente nada?

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora