Capítulo 22

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Aprovecho que Mália está en un estado vulnerable para guiarla a las escaleras, antes de subir, le digo a Snow algo en voz baja.

—...Los Scott son una pareja de recién casados que sobrevivieron a un accidente, salvala.

—Ángeles...

—Haz lo que te digo.

Sin decir más, asintió, y procedí a llevarme a Mália a la habitación.

—Lo siento. Lo siento tanto. —no paraba de disculparse.

—Está bien —sobé su brazo, intentando darle seguridad—. Realmente vine a disculparme contigo también.

Sus ojos rojos me miraron.

—Sé que últimamente no he sido yo misma, lo sé pero... nada está bien, no me siento bien.

Tuve un silencio de espera para que siguiera hablando, para darme su punto de vista del porqué nada estaba bien.

A pesar de que yo también lo sabía.

—Dereck no está bien... ¿sabes? Adair tampoco —jugaba nerviosamente con sus manos—, yo no... no puedo dormir. Cada noche, cada momento que cierro los ojos sueño con ella, ella parece en mi mente y no sale, no se va.

Mi corazón se estrujaba con cada palabra.

—Ya no soy la misma de antes. Ya no puedo ser feliz, ya no... porque no la tengo a ella. ¿Sabes? Al principio pensaba que era por Adonis, porque me volví dependiente de su estupidez constante, pero en realidad era una excusa, para la razón real: Amélie.

—Kenna nos ha robado a todos un trozo de nuestra vida. Eso pasa cuando te relacionas con algún Grier o Miller. Esas son las consecuencias. —hablé, con voz suave.

—Sólo quiero a mi hermana de vuelta. —sollozó.

—Prometo que traeremos a todos de vuelta.

Me miró a los ojos, y me abrazó. Sintiendo sus sollozos débiles contra mi cabello, susurró:

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por cumplir tu promesa y estar conmigo en todo momento. A pesar de que no soy la mejor amiga, estuviste conmigo y eso es algo que aprecio con mi corazón.

—¿Recuerdas el día que fuimos a la peluquería? ¿El día del baile? Cuando la mujer preguntó si éramos hermanas.

—Sí —una sonrisa triste apareció—. Dijimos que éramos hermanas de alma.

—Y lo seguimos siendo.

Un gran peso se desvaneció de mis hombros; el saber que podíamos estar bien.

La puerta se abrió de golpe, Snow entró con la cara sudada. Mi corazón latiendo con fuerza desenfrenadamente.

Las sorpresas desgarradoras no habían terminado.

...

—No manejaremos. —dije, decidida; esparciendo el polvo en la puerta— Es poner en riesgo nuestra vida y en estos momentos no nos conviene. Obedeceme por primera vez en tu jodida vida, y cruza el maldito portal, Snow.

Me sorprendía a mí misma: pero era necesario.

Los tres cruzamos el portal, rezando a los caídos para que todo sea una broma de parte de los hermanos Grier.

Cuando llegamos a la casa de ellos, todos estaban reunidos en la sala con caras tragedias y los ojos rojos: Adonis, Avery, Tánes, Tristán, Arlet, Adair, y Amon. Pero faltaba gente
Mi corazón dejó de latir por un microsegundo imaginándome lo peor: Owen o Dereck.

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora