Capítulo 5

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Athen se levantó.

Caminó escaleras abajo con una lentitud desesperante.

Estaba a una distancia considerable del chico de tatuajes, pero, aún así, se miraban fijamente como si no hubiese más nadie en el lugar, sólo ellos dos. Imaginé las intenciones de Athen; pretendía hablarle en los pensamientos pero lo que el idiota no asimilaría era que yo estaba ahí, y podía escucharlo todo, en parte era bueno, pero también malo, a menos que...

Athen caminó hasta donde estaba el chico, y ambos se giraron hacia la barra en donde estábamos.

Mierda.

—Vienen hacia acá, tenemos que movernos, rápido, rápido.

Tiré todo mi cabello hacia atrás y le di la espalda a los chicos, rezando a los Caídos que no Athen no reparara en mí, Keitha me miraba directamente a los ojos con cara de: "sí, estamos jodidas". Sentí el saco de Athen rozar mi espalda, y cerré los ojos con fuerza sintiendo el miedo arder en la boca de mi estómago. Me levanté con cuidado y me senté un poco más alejada de ellos, podía ver perfectamente el perfil de Athen y el rostro completo del tipo tatuado hasta el alma, pero con mucha suerte ellos no podrían verme a mí, al menos no Athen, no del todo.

—Hablemos las cosas civilizadamente, Astharot.

El tal Astharot levantó su mano izquierda, y en su palma una pequeña llama azul hizo aparecer una copa fina y redonda llena de un líquido rojo.

—Tienes siete minutos exactos para plantearme tu punto, rápido. —la voz del chico era... joder, era demasiado sexy para mí. Era suave, baja, y algo ronca, tal vez fumaba mucho.

—Celestine. —la boca de Athen se formó en una fina línea, su mandíbula estaba tensa, demasiado. Parecía furioso, a punto de estallar— No quiero que te acerques a ella.

Astharot rió.

—¿Y se supone que tiene algo que ver contigo? Mi Celestine es muy hermosa como para asociarse a tu gente, por favor, no juegues. Me haces perder el tiempo, tengo cosas mejores que hacer.

—Dejaré que te des cuenta por ti mismo de lo ciego e imbécil que eres. Adiós. —Athen buscó irse, pero llevó su hombro con el del chico.

Oh, oh.

El tipo de tatuajes se levantó hecho furia y estampó su puño contra la mejilla de Athen. Me sobresalté de la silla, actuando por impulso, y corrí hasta él.

—¡No lo toques! —grité, golpeando su pecho y alejándolo de él, el chico era bastante alto, me sacaba unas tres cabezas, cuidado si no eran cuatro, y aún así estaba como tonta golpeándole el pecho.

—¡Ángeles!

Una mano del chico se posó sobre la mía, mis ojos grises se clavaron en los suyos azules con miedo, su mano estaba fría, parecía un cadáver, un escalofrío me atacó el cuerpo a penas sentí el tacto, sentía pánico, era algo muy extraño. Athen reaccionó, lo empujó y me tomó de la muñeca.

—Te dije que no te acercaras a ella.

Mi cara de confusión cósmica debió de ser... uff, épica. El tipo miró a Athen con el ceño fruncido, confundido. Okey, todos estábamos confundidos. El chico se mostró furioso, y entonces la música subió, la temperatura en el lugar comenzó a bajar, era como si el aire acondicionado fuese tan potente que crearía nieve ahí mismo, estaba al tope, hacía un frío infernal. Vidrios sonaron, las copas que estaban en la mesa estallaron, unos chicos en la pista comenzaron a golpearse, y se desató el desastre en todo el bar. Astharot se abalanzó sobre Athen, quien me lanzó hacia Keitha, Keitha y yo nos quedamos estáticas en las sillas, viendo cómo Athen molía a golpes al tipo tatuado, y viceversa, no eran los únicos peleando, era como si el Dios del desastre fuese tirado polvillo mágico sobre todos en el bar, creando la tercera guerra mundial.

Sillas volaban, incluso mesas y copas, platos, cuchillos, rayos y hechizos de una esquina a otra, era ruina total.

—¡Tenemos que salir de aquí! —me gritó Keitha, yo asentí con efusión totalmente de acuerdo.

Tomé su mano e intentamos correr hacia la salida, cosa que se hizo imposible porque no sé quien lanzó una mesa que cayó a centímetros de nosotras, lo que provocó que torpemente cayéramos al suelo. Ella se arrastraba intentando cubrirse para no hacerse daño, y yo la imité, y fuese sido perfecto de no ser porque una bestia me tomó de la pierna y me jaló. Grité muy fuerte, peor la música ablandó mi voz, ella se dio cuenta de mi situación porque intenté aferrarme a su pierna, cosa que tampoco funcionó porque lo que me agarró tenía el triple de fuerza, era pan comido arrastrarme. Keitha hizo multiples intentos de atraparme, pero alguien más lo hizo primero, tenía la piel morena, y una sonrisa torcida que le daba pinta de loco, tenía el cabello rapado y los ojos inyectados de sangre, era simplemente espantoso, alzó una mano y pensé que me iba a golpear, por el contrario, con tan solo un rose de ella en mi mejilla, mi cuerpo se relajó a tal punto de que perdí la conciencia, lo último que recuerdo es que alguien lo golpeó, y yo quedé tirada en el frío suelo en plena guerra.

En mi mente todo era oscuro, había alguien parado en medio de esa oscuridad, era él, el chico de los tatuajes, me hablaba, pero no comprendía nada, estaba... ¿Llorando? ¿Él de verdad estaba llorando? lo último que escuché fue un nombre, ese nombre.

Celestine, Celestine, Celestine...

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora