Capítulo 25

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Tenía la cabeza hundida entre mis piernas, un remolino azotaba mis pocas emociones estables, y las que estaban vueltas nada pues, eso eran: un caos total.

No paraba de llorar, y me sentí tan dependiente de él que quise ponerme un final a mi misma, a mis sentimientos, pero fue simplemente imposible. ¿Por qué no se detuvo? ¿Por qué está vez no me escuchó? ¿Por qué decidió ignorarme?

Escuché pasos, y cuando levanté la mirada con la escasa esperanza de que fuese Snow, seguí llorando con más fuerza cuando vi que era Athen.

-¿Qué te pasó? -la sorpresa y confusión eran dos mellizos apegados a sus palabras, y no lo culpaba. Pero no me sentía capaz de darle explicaciones.

-Snow se fue.

-¿Y eso es malo?

Sin decir nada, alcé mis brazos, y él se acercó a mi para tomarme en brazos.

-Si le pasa algo no vivirá. -gimoteé contra su chaqueta de jean- Se fue, le pedí que se quedara y aún así se fue.

-En la noche planean hacer el ataque a Kenna porque ya tienen su localización precisa, pero también están seguros de que es solo una trampa, por eso quiere que estés a salvo, Ángeles.

-Si muere regresará a los pozos, y no quiero eso.

-Ángeles, es su hogar.

-Y una mierda. ¡Ahí no es feliz! Quiero que se quede aquí, conmigo, y me importa un carrizo si sueno egoísta.

-Estás rota, más tarde podrás hablar con más coherencia.

-¡Calumnias! Lo único que necesito es que ese imbécil con tatuajes venga a por mí, y me diga que solo quería molestarme. -me sentó en el borde de mi cama, y las ganas de enrollarme y hundirme en mis lágrimas incrementaron.

-No te pediré nada porque es gastar tiempo y saliva, al final terminarás yendo con Mália y atacando a Kenna antes que nosotros. Te conozco.

-Gracias por darme la idea, pero no. -absorbía mi nariz mientras jugueteaba con mi brazalete- Snow me dió este brazalete. Es muy bonito, ¿cierto?

Ahora que lo detallaba; tenía distintos dijes. El primero, una estrella, el segundo, una luna, el tercero, un corazón, el cuarto, una pequeña rosa, y el quinto, un infinito.

-Lo hizo él. -confirmó Athen, sonriendo- Desde un principio no quise que te encariñaras con él, porque sabía que esto pasaría.

-Él lo sabía siglos atrás y aún así se acercó a mi, pudo fácilmente evadirme.

-No. -sus ojos se esombrecieron, y negó- Incluso de la forma más estúpida, se encontrarían, así que, lo mejor que pudo hacer fue aceptar su destino y hacer lo mismo que todos los años.

Me tiré en la cama, aspirando el olor de la habitación.

-Su estúpido olor sigue aquí. -farfullé, hundiendo las cejas- ¿Tú irás con ellos a por Kenna?

-No, irá Jack. Yo me quedaré con Kith cuidandolas a ustedes. -

-Como niñas. -golpeé con mi puño la acolchada, y me levanté- ¿A qué hora exactamente?

-No irás.

-Si tú no me dices, igualmente alguien más sí lo hará. Decide.

-Nueve y media.

-Si nos vamos a las diez, para no levantar sospechas, o logramos estar un poco antes ahí que ellos, mientras se agarran a muerte con la bruja y su gente, nosotros podemos ir por Amélie y Hayes. Oh, y la bebé.

-Tú mandas, Ángeles. Es tu familia y la conoces como la palma de tu mano. -dijo Athen- Puedo conseguir armas para tener, pero debes prometerme algo.

-Claro, dime. -puse mis brazos en jarra, en mi cintura, mirándole- Athen, habla.

Desvió la mirada.

-Prometeme que te cuidarás por encima de todo, incluso si no podemos salvarlas en este intento, no te arriesgues, por favor.

-Athen...

-Snow no es el único que teme perderte. -cuando me miró, pude divisar el miedo en su mirada- Eres mi única familia, Ángeles. Y si algo te pasa jamás me lo perdonaré.

Me acerqué a él, y apoyé su cabeza en mi abdomen, sobando su cabello.

-No pasará nada, todos saldremos de ahí juntos y, en el caso más extremo, si no logramos completar nuestro propósito, tenemos el resto de la vida para hacerlo.

-No pueden hacerle nada a Kenna sin los tres príncipes.

-¿De qué estás hablando? -seguí tocando su cabello-, cuéntame todo, Athen.

Es suficiente, Ángeles, para.

-Ellos... -arrastraba sus palabras- ellos son los únicos que pueden matarla, pero juntos. Si están separados, es imposible.

-¿Qué más? Dime.

-Gareth está con la pelirroja. Sin ellos, no podrán hacer nada.

-¿Destiny? Ella es humana.

-No, no lo es.

Tomó mis manos, y las separó bruscamente de su cabello.

-Me manipulaste. -sonrió macabramente- ¡Al fin aprendiste!

Rodé los ojos, y tiré de mi cabello hacia atrás con nerviosismo.

-Yo no hice nada.

-¡Lo hiciste! -comenzó a reírse, y paró de golpe-. No lo vuelvas a hacer, conmigo.

-Como sea.

-Deberías dormir un poco, Ángeles, sea lo que sea que pretendas hacer, necesitas energías suficientes.

Asentí, seria.

-Te levantaré antes del mediodía, debemos ir a buscar las armas.

-¿Y Snow? -pregunté, con el corazón encongiendose-. No se llevó nada.

-No lo necesita, Ángeles. Con sus manos es más que suficiente.

Se fue a descansar, y yo me quedé tirada en la cama. Sabia que no dormiría nada, pero el intento no me haría perder tampoco.

Estaba consciente de que aquella guerra traería consigo muchas muertes, y debía prepararme para lo que fuera.

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora