Capítulo 29

1.7K 189 76
                                    

Estuve un rato echada en el piso, pensado en cómo demonios había hecho para recomponer la puerta, y de paso, cerrarla con llave.

La cuestión está en que lo hizo.

—Necesito salir de aquí. —dije, decidida, levantandome.

Amélie y Hayes seguían inconscientes.

Mália, Adair, y Anubis me miraban con sus caras de estar a punto de comenzar a chillar o armar un drama.

—Usa un gancho, y sal por la puerta trasera. Puedes dar la vuelta por el riachuelo y llegar a la principal en donde tal vez estén los chicos con Kenna.

—El problema ahora es Artemis —dijo Anubis—. Kenna la tiene bajo un descontrol inhumano, y solo piensa en matar a quien Kenna le ordene.

—¿Tienen un gancho?

Adair asintió, y se retiró uno negro del cabello, extendiendomelo. Confiada en mis tácticas no tan profesionales, lo introduje en la cerradura, moviéndolo frenesí. Estaba concentrada, hasta que escuché un Click, y la puerta se abrió. Me armé de valor, y me acerqué al enorme hueco que hicieron en la pared, para mi suerte, había una escalera allí.

Escalera que usé para subirme hasta el trozo de madera para poder salir. Me impulsé entonces por la ventana desde donde entramos, y me apoyé en la escalera que estaba apegada a ella para poder bajar. Con cuidado de no llamar tanto la atención, comencé a dar la vuelta al granero.

Cerca de la entrada principal, habían un montón de Demons y Sombras completamente negras rodeando a Tántes, Tristán, y Amon.

Con la corta experiencia poco favorable que tuve hacía un par de horas atrás, apunté hacia una de las sombras, y comencé a disparar. Recargaba, y seguía disparando.

Los chicos quedaron atónitos, viendo cómo las sombras se desvanecían. Aproveché el momento para correr hacia ellos.

—¿Dónde está Athen? —pregunté, ellos aún estaban en shok.

—Allá... —balbuceó Tánes, señalando un punto lejano a mí.

Sin tiempo qué perder, intenté correr hacia él, a donde suponía que estaba, pero todo se detuvo.

Sí, se detuvo.

Las sombras quedaron paralizadas en el aire, los chicos, quedaron estáticos también. Yo sentí que si intentaba moverme, no podría hacerlo, pero no fue así. Sentía mi pulso fallar, y las ganas de vomitar me azotaron. Entonces, una voz detrás de mí me obligó a girarme.

—¿Buscabas esto? —la figura potente con melena rubia corta y vestido rojo pasión, tomó el cuerpo prisionero de cadenas de Snow, y lo lanzó a mis pies.

Intenté acercarme, pero fue imposible. No podía tocarlo si quiera.

—Ángeles... —su susurro doloroso y de miedo, me traspasó el pecho sin pudor.

—¿Tienes que llegar tan lejos? —pregunté, entre dientes, tragando el nudo en mi garganta.

—Oh, cariño —sonrió con malicia, y me miró—. Yo siempre consigo lo que quiero. Él es, ni más ni menos, un estorbo en mi camino. Además, debe regresar de donde vino.

Snow clavó sus ojos celestes en los míos, me temía lo peor: comenzaban a hacerse brillosos.

—Kenna, hagamos un trato. —dije, decidida— Tú lo que quieres es que nos apartemos, ¿no? Lo haremos. Haremos un pacto contigo.

Sus cejas se elevaron, curvadas, comenzando a andar en dirección a mí. Snow no podía ni si quiera levantarse, su rostro esculpido estaba golpeado, y sus manos atadas con fuerza detrás de su espalda.

SNOW  [S.S #05].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora