Gabrielle
Qué conste en acta que solo fingí negarme a ayudarle para poder pedir algo a cambio. En realidad, estaba encantada con hacer el teatrillo. La idea de pillar a un imbécil que acosaba a mujeres que solo buscaban trabajo, era divertida.
Pero mucho más divertido era aplicarle aquella mascarilla a Lorcan. Se merecía una pequeña venganza por las dos semanas sin hablarme apenas y por haber besado a esa otra mujer. ¡Ja! Ya echaría de menos nuestros besos mágicos e iba a hacerle suplicar por ellos.
Cuando acabé de aplicarle la mascarilla le serví un margarita, me hice con una de las bandejas de patatas fritas y pinchitos que habían preparado Gus y Jaq y me senté en el estrecho sillón con Lorcan. Bueno, una de mis piernas quedó sobre las de él, pero no se quejó. Aunque dejó de respirar cuando lo hice, durante unos segundos.
—¡Venga pon la peli, Gus! —pedí, como si no me hubiera enterado.
—No te costará seguir el hilo, Lorcan —le dije en un susurro para no interrumpir la película—. Eran siete y ahora quedan tres. Tratan de escapar de un asesino en serie en una vieja casa que da mal rollo.
—Pues no es muy diferente a la casa en la que yo me crie... —murmuró, muy cerca de mi oído.
—Tienes que estar de coña, ese sitio da miedito. —Le miré horrorizada y me gané que Gus me chistara.
—Muy parecida... —asintió, con la mirada ligeramente perdida.
—¿Quieres ver otra cosa? —dudé, y estuve a punto de levantarme, pero él me rodeó con un brazo de la cadera y me mantuvo en el sitio.
Luego cogió una salchichita pinchada en un palillo como si la cosa no fuese con él. Como si no tuviera la mano apoyada sobre mi cadera y no fuera yo la que se había olvidado de cómo se respiraba ahora.
Estaba tratando de volverle loco a él e iba a acabar loca perdida yo. Le miré un par de veces, pero siguió comiendo como si nada, así que le imité en silencio.
El resto de la peli fue un poco en la misma honda, salvo que no teníamos nada para comer pasados diez minutos. Grité cuando el asesino apareció por sorpresa y me abracé a él, con cuidado de no mancharle la ropa con la mascarilla. Lorcan tiró de la manta raída del respaldo y nos envolvió a ambos, sin soltarme de la cintura. Luego usó la otra mano para tirar de mis piernas y que quedase sentada con la espalda contra el reposabrazos y los muslos sobre los suyos.
Le miré medio boquiabierta, pero él tenía la vista fija en la película y no me devolvió el gesto. Aunque nos arropó un poco mejor y se mantuvo así, con una mano en mi espalda y la otra sobre mis muslos.
Y supe que yo iba a perder aquel pulsito entre los dos.
-o-o-o-
Lorcan
Gabrielle me pasó otra copa llena hasta arriba y muy cargada. Yo la dejé a un lado, como las dos anteriores. Ella se bebió la mitad de la suya de un trago. Ya iba visiblemente borracha, pero no parecía que fuese a parar de beber.
Y yo no podía quitar la vista de encima de ella, con cierta curiosidad o algo más que no me atreví a analizar.
Gus y Jaq se habían largado un rato antes a una de las habitaciones y de vez en cuando venían ruidos de allí, que ambos fingíamos no escuchar.
—Al menos he conseguido que te quites la corbata —me dijo Gabrielle de pronto, haciéndome sonreír—. Y he pintado el gris de verde —se rio finalmente, mirando la mascarilla de mi cara.
Yo intenté evitarlo, porque estaba seguro de que debía ofenderme, pero se me escapó una sonrisa. Quizá porque la suya era contagiosa.
—Deberías irte a dormir, Gabrielle, creo que has bebido mucho.
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Cuando robes un zapato - *COMPLETA* ☑️
RomanceGabrielle Leblanc trabaja como limpiadora en las oficinas de una multinacional de moda. Una noche, siente la tentación de probarse unos zapatos de tacón rojos, no podía imaginarse que acabaría robándolos, ni que sería descubierta haciéndolo. Y mucho...