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Lorcan

—¡Lorcan, qué sorpresa! —me saludó Aysha, lanzándose a mis brazos para envolverme con fuerza.

—La sorpresa me la he llevado yo, Will. ¿Qué haces en el salón? —me burlé un poco de él.

—Discutir con Aysha, pero no hay manera de ganar —se quejó, pero se levantó con dificultad para darme un abrazo.

Había recibido varios tiros y en teoría debía estar en reposo absoluto, pero allí estaba, sin hacer ni caso de los médicos. Revisando unos planos con Aysha.

—¿Te quedarás a comer? —me preguntó ella—. Quizá tu puedas convencerle para que no reforme otra vez el sótano. No quiero más obras. —Me dirigió un puchero encantador, que me hizo sonreír.

—Como empieces otra obra, yo mismo te pegaré un tiro —le amenacé, divertido.

Mi hermano resopló, pero se recostó de nuevo en su asiento. Estaba muy pálido. Debía estar haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse allí, con Aysha, pero supuse que tenía que hacerse el machito.

—Si de todas formas hay que hacer obra fuera, para poner el establo... ¿Qué más da poner los suelos radiantes de una maldita vez? —se quejó él.

—No sé mucho del tema, pero para eso... ¿No hay que levantar el suelo? —curioseé.

—¡Todo! —medio gritó Aysha—. ¡Quiere levantarme todo el suelo otra vez!

—Vale, es una locura, William —apoyé a la chica.

—¿Y tú que haces aquí? ¿No tenías una fiesta? —William se trató de librar de mí.

Me senté en otra butaca moviéndola un poco para poder mirarlos de frente, antes de responder.

—Fue anoche. —Me encogí de hombros.

—Esa chica que te gusta... ¿Estaba allí? —curioseó mi cuñada.

—No me gusta ninguna chica —me negué.

—Así que estaba —adivinó y yo perdí ligeramente las formas.

—¡Y no me habla! —me quejé, y me arrepentí al instante.

—¿Qué le has hecho, Lorcan? —me regañó Aysha, como una madre preocupada.

—Yo nada. Es que no la entiendo, la verdad. Solo le pregunté si... Bueno puede que no lo preguntase y lo diera por hecho, pero ¡¿qué tenía que pensar yo?!

—No nos estamos enterando —aseguró mi hermano.

Yo me tomé un momento, enterrando la cara en mis manos. Aquello me había hecho perder el control la noche anterior, era verdad. Quizá, si no la hubiera oído reírse con mi padre por teléfono, no habría sospechado tan rápido. Pero ¿qué tenía que pensar? Yo también me había quedado en la oficina cuando no había nadie en alguna ocasión. Y las cosas que pasaban allí, no eran inocentes. ¿Por qué estaba mal que hubiera llegado a la misma conclusión?

—Me dijo que conocía a Bill y le pregunté si se lo había tirado —confesé finalmente, porque sabía que ambos estaban esperando que lo hiciera.

—¡Dios mío, Lorcan! —me regañó Aysha, sinceramente horrorizada esta vez.

—¡Ella dijo que lo veía en la oficina cuando no quedaba nadie y hablaban del tiempo, ¿qué conclusión tenía que sacar yo?! —me quejé a gritos.

—¿Cómo que lo veía en la oficina? —preguntó ella, tratando de encontrar una explicación.

—Limpia allí —rumié finalmente.

Cuando robes un zapato - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora