Capítulo 9

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Aún no podía creer lo que estaba ocurriendo. El Estadio Mestalla rugió ante su afición. El ambiente desde las gradas era simplemente increíble. No tenía nada que ver con los partidos desde casa. Aquí mismo, dentro del bullicio mí corazón palpitaba con fuerza. El campo era mucho más grande de lo que imaginaba. Nunca creí que un recinto pudiese albergar tanta magia y pasión. Brillaba con tal fulgor que eclipsaba a cualquiera. El campo era simplemente enorme. Y desde nuestros asientos aún lo parecía más. No cabía una aguja en todo el campo. Además de ser un partido muy importante para los dos equipos. El Valencia jugaba en casa. Su afición se agolpó a las puertas, todos aquellos que no pudieron entrar estaban allí. Apoyando a su equipo hasta el final, fuera el resultado que fuera. Dos equipos. Dos colores. Dos aficiones. Dos corazones unidos con un mismo objetivo. Ver a su equipo brilla. La afición rojiblanca estaba en la parte contraria del campo. Saltaban y gritaban esperando a su equipo. Nuestra afición no se quedaba atrás.

Podía ver a Olivia mucho más emocionada que yo. Y no es que le gustase mucho el fútbol... Pero aquí dentro todo crecía. Todo parecía más grande. Era imposible no sentirte igual que ellos.

Estar aquí me recordaba a una persona que fue muy importante para mí. Me sentía más cerca de él. Mucho más cerca... Mi abuelo fue el mejor hincha que pudo tener el Valencia. Hablar de su campo, su querido campo... El Mestalla, le iluminaba esos ojillos tan bonitos. Cada partido, fuera decisivo o no, acudía a animar al equipo de su corazón. Aquel que lograba hacerlo gritar, reír y emocionarse. Se emocionó con el gol de Mendieta en 1999 ante el Atlético de Madrid. El golazo de David Villa ante el Deportivo, que lo hizo gritar. En muchas ocasiones me sentaba en las piernas de mi abuelo y veíamos el fútbol desde el salón de casa. A pesar de ser muy pequeña, recordaba a la perfección esa sonrisa. La emoción y pasión que sentía en cada minuto.

Él siempre quiso llevarme al Mestalla. Pero su enfermedad ya no lo permitió. Estar hoy aquí era sentirle a mi lado. Estaba en su templo. En su segundo hogar. Su querido Valencia...

-¡Carolina mira!-Gritó Olivia sacándome de sus pensamientos.

Las gradas empezaron a rugir con mucha más intensidad. Desde las escaleras de los vestuarios subían los jugadores de la mano de los niños. Iban concentrados, serenos... Se jugaban mucho y lo sabían. Olivia gritaba emocionada pegándome su pasión. Se formaron en el centro del campo. La gente aplaudía y gritaba. Los silbatos no dejaron de sonar por las gradas. Todos alentaban a sus equipos.

Pero de un momento a otro el campo se quedó en silencio. Y una melodía sonó. El himno del Atlético de Madrid salió de las bocas de muchos hinchas. Cuando terminó, empezó una melodía que yo conocía perfectamente... Mi abuelo lo cantaba siempre que podía, con la mano en el corazón...

-Ès un equip de primera, nostre València Club de Futbol, que lluita per a defendre en totes bandes nostres colors. (Es un equipo de primera, nuestro Valencia Club de Futbol, que lucha por defender en todos lados nuestros colores.)-No pude evitarlo. Puse la mano en mi corazón del miso modo en el que lo hacía mi abuelo. Instintivamente busqué en el cielo su estrella y ahí estaba, brillando más que ninguna.

Los capitanes de los dos equipos se acercaron al árbitro. Se hizo el sorteo cara o cruz y poco después empezó el partido. Los minutos empezaron a correr y la posesión del balón la llevaba el Atlético. Estaba casi al cien por cien segura de que mi corazón latía desenfrenado como el de muchos otros espectadores. Hubo un par de jugadas, pero el marcador seguía a cero.

-Creo que me va a dar un paro cardíaco.-Gritó Olivia. Y es que con tanto bullicio apenas la entendía.

-Que sean dos.

El silbido del árbitro hizo que me concentrara en el juego de nuevo. Uno de los jugadores del Valencia se retorcía en el suelo. No podía verle la cara. Tampoco reconocer quién era. Por un momento pensé que podría ser Diego y la angustia corrió por mi cuerpo. Sus compañeros corrieron rápidamente hasta él.

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora