Habían pasado dos meses. Dos meses sin saber de Diego. Dos meses sin saber nada de Martín. Dos meses sin mi abuela...
Se decía pronto. Porque mi corazón seguía doliendo. Seguía latiendo, pero dolía. Me mudé de piso. No podía seguir viviendo bajo ese techo. Los vecinos me dijeron que lo compraron. Que no habían visto a nadie entrar aún, pero que el cartel ya no estaba. Olivia me acogió encantada. Dijo que esta iba a ser nuestra mejor etapa. Dos mujeres solteras con un piso para ellas solas. Olivia pensaba que esto sería un corredor de penes. Pero no era del todo así. Aunque ella me lo escondía, seguía viéndose con Nacho a escondidas. La muy perra pensaba que sus gemidos no se escuchaban. Que va... No me importaba que se vieran. Claro que no. Diego formaba parte de mi pasado y tenía que pasar página.
Martín retiró la demanda misteriosamente. No dio explicaciones. Tan solo apareció un día por mi antiguo apartamento a pedirme disculpas. Lo vi tenso y aunque, desde mi punto de vista no fue sincero. Lo perdoné. En la nueva Carolina no cabía ni una pizca de rencor. No quería irme y llevarme nada negativo de Valencia.
Valencia me había dado muchísimo durante estos años. Me había visto crecer. Soñar. Amar. Llorar. Pero siempre se había mantenido preciosa. La ciudad de mi vida. Mi querida Valencia... La iba a echar de menos.
De Diego... Poco sabía. Volvió a desaparecer de los medios. Lo poco que sabía era por Olivia... Que no fingía muy bien. Estaba bien. Creciendo dentro del equipo que tanto amaba. Estuvo lesionado un mes. Pero volvió con fuerzas. Había una parte de mí que esperaba que volviese. Que esperaba verle aparecer por esa puerta y besarme. La parte que lo amaba. Seguía gritando su nombre. La otra parte de mí intentaba curar ese corazón roto. Intentaba seguir adelante. Viendo la parte positiva de la vida. Por mi abuela lo hacía todo.
Estaba terminando de cerrar las maletas. Miré la que fue mi habitación por unos meses. Me gustaba era mucho más moderna que la antigua. Pero cada una tenía una historia. Jugué con el anillo de bodas de mi abuela. Lo escondió en mi joyero. Con una pequeña nota, pero concisa: Te quiero. Te querré. Siempre mi niña. No dudé en ponérmelo. Era mi amarre a ella. Una especie de tributo a su recuerdo. A su amor incondicional.
Arrastré las maletas hasta el salón. Olivia salió rápidamente de la habitación y la cerró tras ella. Nacho estaba ahí dentro. Lo intuía. Cuando me vio con las maletas hizo un puchero y me abrazó.
-¡Te voy a echar de menos!-Me espachurró entre sus brazos.
-Y yo a ti.
-¿Vendrás a verme verdad? ¡Porque como no vengas pienso tirarte la habitación por la ventana!
-No seas boba. Claro que vendré y tú también...
-¿Y si conoces a un portugués que está muy bueno y lo cambias por mí?
-De momento voy a centrarme en mi trabajo. No en los portugueses buenorros...
-¿Ni aunque esté muy bueno?
-Ni aunque esté muy bueno.
Nos reímos como dos niñas. Nos abrazamos y nos repetimos cuanto íbamos a echarnos de menos.
-Anda, dile a Nacho que salga. Que quiero despedirme.
-¿Nacho?-Susurró.
-¿Acaso los gemidos que escucho todas las noches son de otro piso?
-¿¡Me has escuchado gemir!?-Se ruborizó.
-Tooooodas las noches Olivia. Todas.
-¡Joder tía! ¡Qué vergüenza!
-Anda llámalo.
Entró en su habitación y él salió algo ruborizado.
-Hola Carol.
-Hola.-Susurré.-Quería despedirme de ti también. Hiciste mucho por mí.
-No me lo agradezcas. Es lo menos que podía hacer, ¿estás nerviosa?-Señaló la maleta.
-Que va. Necesito esto.
-Te va a ir muy bien Carol...
-Por favor. Despídete de él.
-Lo haré...
Llamaron al timbre. El taxi estaba abajo. Olivia volvió a abrazarme. Nos despedimos y al abrir la puerta un nudo se instaló en mi corazón. Los iba a echar de menos. Por supuesto que sí.
-Carol.-Me llamó Nacho.
Lo miré extrañada.
-La demanda de Martín... Fue Diego. El se encargó de todo con el bufete de abogados. Pero me pidió que no te dijese nada...
-Me lo imaginaba. Dale las gracias. Y dile que siga brillando, el sabrá a que me refiero.
Cogí las maletas y me despedí de las calles de Valencia. El taxi paró unos minutos al cementerio. Entré hasta sus tumbas. Y allí estaban ellos. Me despedí, porque tardaría un año en volver. Porque me iba a perseguir mi sueño en Portugal. Porque necesitaba un cambio de aires. Como cada mes, me sorprendía encontrarme dos ramos idénticos en sus tumbas. Nunca vi a nadie venir aquí. Pero en el fondo sabía que ese futbolista cabezón, venía cada mes...
-Vais a estar orgullosos de mí. Lo prometo.-Susurré.
Acaricié sus tumbas y una pequeña ráfaga de viento acarició mi rostro. Sonreí. Porque sabía que eran ellos. Volví al taxi y este me miro dubitativo.
-Al Aeropuerto de Manises por favor.-Sonreí.
El taxista me devolvió la sonrisa.
-¿Es un viaje de ida y vuelta?-Preguntó.
-No. Es un viaje solo de ida.-Le dije.
Me despedí de mi querida Valencia. Me despedí de mis abuelos. De Olivia. De Diego. Dije adiós a cada uno de los buenos recuerdos. Solté a todas las personas que dejaba atrás. Porque ahora solo podía centrarme en mi presente. Portugal. Iba a enamorarme de ti.
Aprendí, que el viaje. Nunca era en línea recta.
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A través de Carolina
RomantizmCarolina es una mujer con las ideas claras. Diego es la nueva estrella del Valencia. Carolina es el as bajo la manga de la revista Minutos. Diego está harto de los paparazzis. Carolina es el mayor miedo de los famosos. ¿Podrá conseguir la mayor exc...