Capítulo 23

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La mañana fue algo caótica. Casi llego tarde a trabajar. Diego casi pierde el avión...

Las ojeras estaban presentes en mi cara. Mireya se reía cada vez que me cruzaba con ella. La mañana no fue muy ajetreada, por suerte. Nuestros clientes habituales. Un par de ellos que no conocíamos. Lo normal en una mañana de trabajo en esta cafetería. Sobre la una y media, vi entrar a una mujer. En primer momento no quise darle importancia. Pero esta se encaminó hasta donde estaba. Dejé mi tarea y fui a atenderla.

-¿Julia?-Pregunté sorprendida.

-¿Carolina? ¿Qué haces aquí?-Ella estaba igual de sorprendida que yo.

-Yo... Trabajo aquí.

-¿Y la revista?

-Tengo que contarte muchas cosas. Pero ahora no puedo. Salgo en media hora, espérame y hablamos.

-Sí. No te preocupes. Yo te espero.

Se pidió un café para llevar y se fue. A las dos en punto estaba puntual en la puerta. Terminé de recoger. Mireya se había tenido que ir un poco antes. Así que hoy me encargaba de cerrar. Me esperaba fuera de la cafetería. Estaba algo cambiada. Se había cortado el pelo y llevaba unas gafas de pasta que lucían genial en ella. Emprendimos el camino hacia mi casa.

-Supongo que te preguntarás que hago trabajando ahí...-Cogí aire e intenté tranquilizarme.-Antes de nada te pido por favor que no le digas nada a Martín. Aún no he podido hablar con él.

-No te preocupes Carol. Mi boca está sellada.

-¿Te acuerdas de la última exclusiva que me dio?-Ella asintió.-Empecé a hacer mi trabajo y me di cuenta de que no podía hacerlo. Tenía que entrometerme en su vida y no era ético hacerle eso... Cuando intenté dejarlo Martín me mostró el contrato. Había una cláusula... Que no había leído. Si rompía el contrato me atendería a medidas legales además de una multa de muchísimo dinero. Un dinero que yo no tengo...

-¡Será cabrón! ¿Cómo te hace eso?

-No lo sé Julia... Tengo que prepararme y ahorrar algo de dinero. He hablado con un abogado laboralista. No creemos que esa cláusula sea legal. Así que ahora trabajo aquí.

-¿Y la exclusiva?

-En cuatro días terminará. Así que Martín entrará en cólera y vendrá a por mi con todo el bufete de abogados. Por eso te pido que por favor no le digas nada.

-No te preocupes. Sabes que me tienes para lo que necesites.

-Gracias Julia, ¿Cómo llevas tú el trabajo?

-Muy bien. No me puedo quejar. Estoy cubriendo conciertos y alguna exclusiva más pequeña. Parece que Martín empieza a tomarme en cuenta.

-Eso es genial Julia.

Llegamos a mi casa. La invité a tomar algo. Pero tenía prisa así que nos despedimos. Subía a casa. Había un silencio extraño. Había algo en el ambiente que no me gustaba.

-¿Abuela?-Pregunté.

Pero nada. Silencio... Dejé el bolso en el sofá y vi salir a Conchi de la habitación de mi abuela.

-¿Conchi?

Y vi algo en sus ojos que me hizo temblar. La vi derrumbarse delante de mí. Lloraba en silencio. No hablaba. Mi corazón bombeaba con fuerza. Temblaba. Algo me gritaba que se trataba de mi abuela.

-¿Qué pasa?-Susurré.

Ella negó con su cabeza. Sentí que iba a vomitar ¿Qué estaba pasando?

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora