Capítulo 18

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Me había pasado casi toda la noche en vela. Había dado vueltas. Me había dado un baño caliente. Había bebido un vaso de leche con Nesquik, porque no me gustaba el Cola Cao. Pero no había servido de nada. Me sentía completamente en una nube. No entendía el por qué... Pero empezaba a gustarme. Me desperté temprano. Hacía muchos años que no lo conseguía sin un despertador o un motivo. Mi abuela no se lo creía.

Desayunamos juntas, aunque ella no tenia mucha hambre. Y eso me extrañó. Siempre desayunaba como una campeona, o eso decía ella. Un café con leche, zumo de naranja o piña, una ensaimada o una tostada con mantequilla. Nos sentamos el sofá y aunque solo se preparó un café con leche esperó a que yo terminara de desayunar.

-¿Vas a contarme por qué estás tan contenta Carol? Hacía mucho tiempo que no te veía así de... Radiante.

-No me ocurre nada abuela.

-Podrás mentir a todo el mundo. Pero recuerda que la que te enseñó a fingir que estabas enferma para no ir a los exámenes, fui yo...-Bromeó.

-Voy a buscarme otro trabajo abuela. No quiero seguir trabajando para Martín. Su sueldo puede ser muy bueno, pero mi moral me impide hacerle eso a una persona que no ha hecho nada malo.

-Vaya...-Dejó la taza encima de la mesa. Estaba seria y no comprendía por qué.-Nunca creí que vería una reflexión tan madura con un tema así. Pero no es solo por eso, ¿verdad? Tú no estás así porque Diego sea buena persona...

-¿Y por qué va a ser entonces?

-Ese chico ha conseguido reavivar el corazón de mi nieta. Por eso.

-No digas tonterías abuela. No es por eso...

-Dime entonces. Nunca te vi así. Siempre fuiste una niña difícil de comprender. Te encerrabas entre tus muros y nunca dejabas que nadie los penetrara. Incluso había veces que ni yo podía hacerlo.

-Abuela...

-Y no es nada malo Carolina. Te veo bien. Feliz, pero...-Cogió suavemente mi mano.-No le has contado una parte de ti, que debería saber.

-Quiero hacerlo abuela, pero no sé cómo.

-Hablando se entiende la gente cielo. No puedes dejar que esto se alargue más. Habla con él como lo harías con cualquier persona. Dale el poder de enfadarse, de que grite, de que no entienda... Pero no dejes que eso le ciegue.

-Y lo haré. Pronto...

Mi abuela era el pilar más importante en mi vida. Siempre sabía que decir. Siempre sabía cómo hacerlo.

-¿Quieres ayudarme? Voy a preparar un bizcocho.

-¿Y Conchi? ¿No has quedado con ella?

-No, hoy no vendrá.

-¿Ya habéis discutido a que si?

-No, para nada.

-Y esta vez ha sido porque... ¿Te ha ganado al Chinchón?

-¡No me ganaréis nunca al Chinchón!

-Venga. Hoy que te has levantado pronto, ven ayudar a esta pobre anciana...

-Ahora sí que te interesa ser una pobre anciana si...

Pasamos toda la mañana entre fogones. La cocina no era lo mío. Y mira que lo intentaba. Se me rompieron dos huevos. Mi abuela me regañó y me hizo limpiarlo. Casi confundo la sal con el azúcar. Me embadurné en harina y no sé cómo... Mi abuela me indicaba como podía. Porque por mucho que intentaba seguir sus pasos, algo salía mal. Nos divertimos mucho, para que mentir. Echaba de menos pasar con ella estos momentos. Echaba de menos verla reír tanto.

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora