Capítulo 16

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El día había sido terriblemente agotador. No había tenido suficiente con lo ocurrido en la discoteca, sino que encima estaba el tema con Luis. Llevaba agradeciéndole a Diego todo lo que había hecho por mí durante todo el día. Porque después de lo ocurrido habíamos pasado el día en su casa. En compañía del otro me di cuenta de una cosa.

Diego era la persona más buena del mundo. Nunca había conocido a nadie con el corazón tan puro. Era una persona modesta. Los lujos no abundaban en cada parte de su vida como me esperaba. Mantenía un perfil bajo. Siempre tuve a todos los futbolistas muy canonizados. Ya sabéis. Eso de lujos, viajes, despilfarros, fiestas, drogas y mujeres. Pero él era todo lo contrario. Nunca vi un mal gesto o mala palabra por su parte hacia nadie. Era cortés y educado. Siempre sonreía, incluso cuando yo le sacaba de quicio. Diego había sufrido mucho en su vida. Y no se merecía ni el mínimo atisbo de dolor. No lo merecía y a cada día que pasaba, lo tenía más claro.

No iba a continuar con ello. No iba a herirle. No podía. Tendría un grave problema con Martín y eso era lo que más miedo me daba. Nunca pensé que podría estar en una tesitura como esta. La multa que había impuesto en el contrato, era descabellada. Inhumana, como él. Pero aún así, pensaba asumir el riesgo. Pensaba asumir con todo lo que acarreara decirle que no a Martín. Pero por el momento iba a mantener un perfil bajo con mi futuro ex jefe. Buscaría un trabajo, uno de verdad que no tuviese que engañar y dañar a las personas. Uno que pudiese afrontar el pago de un buen abogado laboralista. Iba a ir en contra de un bufete de abogados que no tenían corazón. Y lo sabía porque los había visto trabajar. No tenían escrúpulos y tampoco les importaba destrozarle la vida a quien su títere les dijese.

Diego me había pedido que me quedara a cenar. Tenía ganas de descansar. Los últimos días, gracias a la prensa, habían sido agotadores. Y solo pedía un poco de paz en su casa. No pude negarme, porque me miró con esos ojillos que tanto me enternecían. Me llevó a su habitación favorita. En un primer momento pensé que me llevaría a su habitación roja. A lo Christian Grey. O eso es lo que me hubiese gustado... No me va el tema sadomasoquista, pero con este hombre, probaría cualquier cosa... Abrió la luz y lo que menos esperaba encontrarme era eso. Vino. Cientos de botellas de vino.

-Vaya... Me esperaba de todo menos esto.

-¿Qué esperabas?

Si tu supieras...

-Cualquier cosa menos esto ¿Cuántas botellas tienes aquí?

-No las cuento. Soy un gran amante del vino. Pero del buen vino.

-Ya lo veo ya...

Ojeé las estanterías asombradas. Nunca había visto tantas botellas juntas, ni en el supermercado... Y por su apariencia, no debían ser baratas.

-Escoge una.

-¿Yo?

-¿Ves a alguien más aquí Carolina?

-No se mucho de vinos la verdad ¿Por qué no escoges tú?

-Tú eres mi invitada, escoge cualquiera y te aconsejaré.

Me di una vuelta alrededor de los estantes. Vino tinto. Vino blanco. Vino rosado... Había tantos que me empezaba a marear. Todos me parecían iguales. Me quedé quieta delante de un estante al azar. Estaba un poco cansada de dar vueltas sin sentido. Revisé las botellas y el brazo de Diego alcanzó una botella.

-¿Qué te parece esta?

-¿Bien?

Sonrió. No se si se estaba riendo de mí o no. Pero no me importaba, su sonrisa era tan bonita.

-Es un Reserva Real, cosecha del 2015. Su Denominación de Origen es de la región catalana del Penedés. Su olor es bastante intenso y aromático. Y su sabor es muchísimo mejor.-Cogió otra botella y me la mostró.-Este es La Creu Alta. Su Denominación de Origen es de Priorat, una región pequeña en la provincia de Tarragona.

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora