Capítulo 13

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No pude pegar ojo en toda la noche. La culpa me carcomía internamente. La tensión que desprendía cada poro de mi cuerpo era tanta que vi pasar las horas en el reloj. Todo se estaba complicando. Cada día me costaba mentirle más a Diego. Cada vez sentía más. Cada vez me arrepentía más de mi decisión.

En mis otros trabajos nunca tuve que acercarme al famoso en concreto. Nunca crucé palabra. Nunca tuve que entrar en su vida. Solo dejaría un pequeño torbellino en su vida, pero nada más. Esta vez era distinto. Sabía que estaba entrando en terreno peligroso, que en algún momento alguien saldría dañado. Y también sabía, que nunca me lo perdonaría.

Desde mi modesta habitación veía pasar a los transeúntes por las calles de Valencia. El sol había salido con fuerza y el buen tiempo se acerca. En la pantalla del portátil podía ver la portada de la revista. Nuestro beso fue captado por varias revistas y mi cara salía en la portada de alguna de ellas.

"Diego Rodríguez presume de nueva novia en el Estadio de la Cerámica"

"La imagen del día: Diego Rodríguez, la estrella del Valencia, y su nueva conquista"

"Diego Rodríguez: ¿nuevo amor?"

"Diego Rodríguez olvida a su antigua novia con esta chica misteriosa"

Muchas revistas del corazón habían conseguido esas imágenes. De nuevo volvía a ser portada. Pero la revista de Martín iba por delante de ellos, como siempre.

"Diego Rodríguez se enzarza en una pelea con un hincha"

Aunque una parte no era del todo cierta, algunas personas grabaron el encuentro. No pude ocultárselo a mi jefe, que nada más recibir las imágenes me llamó exigiendo una explicación. No quería imaginarme como se sentirá Diego al leer la sarta de mentiras que había tenido que escribir de él. No podía creer que esas palabras hubiesen sido escritas por mí.

Había recibido varios mensajes suyos de esta mañana. Pero en mi intento de esconderme, la cobardía se había apoderado de mí. Aún no había sido capaz de responderle y sabía que no podrí hacerlo. Estaba siendo participe de que ensuciaran la imagen de una persona, que, hasta el momento, solo me había demostrado su bondad.

La puerta de mi habitación se abrió. Mi abuela llegó hasta donde estaba y se sentó mi lado.

-¿Has podido dormir algo cielo?

-Muy poco. He preparado café por si querías.

-Tranquila, me voy con Conchi a dar una vuelta por el centro. Ya sabes, cosas de viejas.

-Está bien, ve con cuidado e hidrátate. Está empezando a llegar el calor.

-No te preocupes, seguro que paramos a tomarnos una cerveza.

-¡Abuela!-La regañé.

-Es broma...-Besó mi mejilla y salió de mi habitación.-Si necesitas algo llámame.

Un par de minutos después escuché el timbre. La voz de Conchi resonó por el apartamento. La puerta se cerró y el silencio volvió al apartamento.

Salí de mi habitación y me preparé un poco de café. Seguía muy cansada y las migrañas habían empezado a hacer mella en mí. Volví al trabajo y continué escribiendo los otros dos artículos que Martín me había pedido. Más tarde dejé el portátil encima de la cama y me tumbé en el salón un rato. Mi móvil no había dejado de sonar en toda la mañana. El remitente seguía insistiendo. Desde fuera, como cobarde que era, los leía.

08:30 Diego: Buenos días Carol.

09:50 Diego: ¿Sigues durmiendo?

11:10 Diego: Carol me estás preocupando ¿Qué ocurre?

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora