Capítulo 25

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Diego llegó a Barcelona muy ilusionado. Por una vez, la vida le sonreía. Estaba feliz de estar allí. A pesar de todo lo que había pasado con la prensa, el club no fue muy duro con él. Por otro lado... Estaba Carolina. Esa mujer era de armas tomar. Se dio cuenta el primer día que la vio. Y no sabía si era el destino o que, pero los hizo tropezar aquel día. Ella iba enfurruñada. Le hizo gracia. Sus labios se juntaban cuando se enfadaba, la conocía ya... No pensó que se pusiera hecha toda una fiera aquel día. Es más, él pensaba que le reconocería. Porque en ese momento su ego subió. Pero cuando tropezó con ella de dio cuenta de que era distinta. Una fuera de serie. Le mandó a la mierda en pocas palabras. Y para colmo ni se disculpó. Le eclipsó. Nacho estuvo metiéndose con él casi una semana. Su compañero y amigo, sabía perfectamente cuando una chica lo atraía.

La segunda vez que se encontraron decidió ser un poco más amable. Pero ella volvía con toda la artillería para dejarlo sin habla. Y lo volvió a conseguir. Después de ese día no se la sacaba de la cabeza. Pero el día que se la cruzó por Valencia fue demasiado para él. Frenó de golpe el coche al verla. Era temprano, muy temprano. Y por su vestimenta, diría que volvía de fiesta. Eso no le gustaba tanto. No era de salir mucho por la noche. Pero esa chica tenía algo. No dudó en bajarse del coche y abordarla. Recordaba perfectamente su mueca. Estaba cansada y cuando le dijo que volvía de trabajar, lo atrajo aun más. Se la veía responsable y eso le gustaba. Durante el entrenamiento Nacho no dejó de insistirle para que fuera con algunos amigos a la discoteca. Así la vería. Y no se lo pensó mucho, allí que fue a ver a la fanfarrona. Cuando preguntó por Susana y todos le dijeron que no la conocían. Le molestó. Aquella niña impertinente le había mentido en la cara y él ni se había dado cuenta. Pero no tardó en encontrarla. Le atraía. Su cuerpo se encendía cuando la veía. Y aunque al principio empezó todo por un calentón. Se dio cuenta de que ella valía la pena. Claro que lo hacía.

Empezaron a acercar posturas. Y eso le gustaba. Decía y hacía lo que ella pensaba. Nunca se cortaba. No solo le gustaba... Le encantaba.

Incluso la llevó a su remanso de paz, El Desierto de las Palmas. Empezaron a buscarse. A hablarse. A compartir tiempo juntos. Lo disfrutaba. A cada segundo.

Hasta que se dio cuenta de que esa mujer ocupaba la mayoría de sus pensamientos. Incluso le presentó a su hermana. Eso le parecía imposible para él. Era muy reservado con ese tema. Incluso con Nacho, que consideraba como un hermano. Pero aquel día se levantó con esa idea en la cabeza y la ejecutó. Además, esa noche sus cuerpos se conocieron por fin. Se llenaron. Follaron. Hicieron el amor. Fue intenso. Y se enamoró un poquito más de ella, si eso era posible... Parecía como si los dos supiesen lo que querían. Como si sus cuerpos estuviesen acostumbrados a tenerse. Como si ya se conocieran... Le había costado despedirse de ella esa mañana. Y solo deseaba que el partido pasara rápido y poder volver al día siguiente. Carolina le había robado el corazón.

Nacho y él compartían habitación. La 455. Llegaron algo cansados. Dejaron las maletas encima de la cama. Tenían que irse a una pequeña reunión pre partido. Así que bajaron a la sala que había reservado el equipo. No duró más de una hora. Pero estaba algo cansado. Quería darse un baño y poder relajarse en la cama. Nacho se quedó con alguno de sus compañeros en el bar del hotel. Él subió a la habitación. Nada más entrar se descalzó. Fue hasta su maleta y vio un sobre encima de su cama. Observó la habitación en busca de algún indicio de que se trataba. Estaba su nombre escrito. Lo cogió entre las manos y lo inspeccionó. Lo abrió y sacó todo su contenido. Eran papeles. Pero uno le llamó más la atención.

"¿Alguna vez te has preguntado como llegó toda esa información a las revistas? ¿Alguna vez te has preguntado como llegaban hasta ti? Dejaste entrar al lobo y no te diste cuenta. Han jugado contigo. Han trabajado en tu contra. Sin tú... Darte cuenta. Una persona entró en tu vida recientemente. Y fue la causante de tantas portadas. De los problemas que acarreó para tu club... Alguien quiere que dejes de sufrir. Así, que en estos papeles tienes la respuesta a todas tus preguntas...

No me lo agradezcas."

Se le aceleró el corazón. No entendía de que iba todo esto. Pero no iba a esperar mucho más. Cogió el primer documento. Era un contrato de trabajo. Pero no uno cualquiera. Uno que provenía de una revista del corazón. Empezó a leer. Pero lo que más le chocó fue el nombre de la persona que lo firmaba.

Carolina Herrero Morales.

Su Carolina. ¿Qué clase de broma era esa?

Continuó leyendo. Continuó viendo cada documento. Cada foto. Todo.

Escuchó su corazón romperse en pedazos. Y no entendió nada. La ira lo invadió. Golpeó y tiró al suelo todo lo que encontró. No entendía como le había podido hacer eso. Como había sido capaz de verle la cara de imbécil. Se sentía traicionado. Sabía que no debía confiar en nadie. Y cuando empezó a hacerlo, le traicionaron.

Nacho entró corriendo junto a dos compañeros más.

-¡Diego!-Intentó cogerlo, pero estaba cegado.

Le empujó. Echó por el suelo hasta los cojines de la cama. Lloraba. De rabia. De traición.

-¡Diego para!

Y el interruptor de su cabeza hizo clic. Se sentó en el suelo. Escondió su cara entre sus manos. Nacho se acuclilló delante de él. Sus otros dos compañeros se fueron.

-¿Qué pasa tío?-Preguntó.

Pero él solo pudo llorar. Cogió los papeles y se los dio. Nacho los leyó ante mi atenta mirada.

-¿Qué cojones? ¿De dónde has sacado esto?

-Había un sobre encima de mi cama.

-Pero, no entiendo...

-Yo tampoco entiendo nada Nacho. Lo único que sé, es que me ha traicionado. Como todos.

-¿Has hablado con ella?

-No quiero saber nada de esa persona.

-Antes de hacer nada. Llámala, pregúntale. No sabes hasta que punto es verdad esto.

-Ahora me cuadran muchas cosas...

-Diego.

Me levanté enfadado. No podía descentrarme. Esta noche se jugaba un gran partido. Y yo, solo iba a centrarme en el partido y en el equipo. Nadie más.

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora