Capítulo 11

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La primera semana había finalizada. El tiempo empezaba a agotarse. Tenía que conseguir algo digno de una portada para Martín, pero... ¿Quería de verdad seguir con esto? No podía continuar con esto y eso lo sabían hasta en el barrio de Russafa. Sólo me quedaban dos semanas y cada vez sentía más aprecio por Diego. Durante toda la semana nos habíamos intercambiado mensajes, muchos...

La tormenta había mojado cada rincón de Valencia. Aunque mi abuela siempre decía que después de la tormenta llegaba la calma. No tardó en enviarme un mensaje. Estábamos en contacto constante y la verdad, no me desagradaba...

@Diegorodríguez4: ¿Mañana tienes algo que hacer?

@caarol__: No, ¿por?

@Diegorodríguez4: Pasaré a buscarte a las 09:00h. Ponte ropa de deporte y algo para después.

@caarol__: ¿Quién ha dicho que vaya a ir contigo?

@Diegorodríguez4: Hasta mañana.

Mi mente no dejaba de pensar en lo ocurrido. En realidad, había repetido varias veces la conversación en mi cabeza. No es que estuviese en contra de ir con él, sino que por algún extraño motivo me encontraba nerviosa. Más de lo que pensaba. Su cercanía conseguía poner cada fibra de mi cuerpo nerviosa.

@caarol__: ¿Algo para después?

@Diegorodríguez4: Para poder cambiarte.

@caarol__: ¿Dónde vamos?

@Diegorodríguez4: Sorpresa.

@caarol__: Porfaaaaa

@Diegorodríguez4: Buenas noches.

El despertador sonó a las siete y media. Perezosamente me levanté de la cama. Me puse el único conjunto decente que tenía de ropa deportiva. No me gustaba hacer deporte. Y no era algo que escondiera, es más. Si pudiese, me pasaría el día comiendo. Mi abuela al verme despierta a las ocho de la mañana se atragantó con un trozo de ensaimada. Pocas veces madrugaba. Siempre me levantaba algo tarde, pero hoy era distinto.

-¿Qué haces despierta un sábado a las ocho de la mañana?

-Morirme.-Exageré tumbándome en el sofá.

-¿Vas con chándal? ¡Vamos al hospital que te estás muriendo!

El año pasado Olivia y yo. En el quinto intento por ser una chicas fitness nos apuntamos al gimnasio. Pero duramos dos días. Literal. Dos días. El primer día quise morirme. Pero el segundo no terminé la tabla que nos habían preparado ¡Querían asesinarme! Hace cinco años nos apuntamos a zumba. Me torcí un tobillo bailando, lo dejé. Seguimos con natación. Olivia discutió con el entrenador, porque no sabía tirarse de cabeza y no quería aprender. Lo dejamos. También probamos tenis y digamos que, las raquetas y yo... Yoga, pilates... ¡Incluso la equitación! Pero Olivia se negaba a recoger los excrementos de los pobres animales. Sin mencionar que apenas los tocaba, decía que olían peor que el queso roquefort. Entre nosotros, el deporte no estaba hecho para nosotras.

-Anoche me escribió Diego. Quiere llevarme a un lugar y me dijo que me pusiese chándal.

-¿El del Valencia?

-El mismo.

Me serví una taza de café y me senté junto a ella. Estos días habíamos estado un poco más separadas de lo normal. Entre los dos trabajos, Diego y la revista... Apenas tenía tiempo para respirar. Hablando me di cuenta de que llevaba una manta en las piernas. Nuestra casa no era muy grande y el solecito entraba casi hasta el atardecer por lo que solía ser caluroso.

A través de CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora