La campanita azul

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Desde que Draco se fue las cosas fueron algo extrañas en casa. No podría decir si era para mejor o peor, Narcissa está muy ansiosa. Quisiera llamar a Valerius o a Severus pero ella se niega rotundamente a ser atendida por alguno de ellos.

Yo mismo me siento mal. La ansiedad crece cada día en la boca de mi estómago, siento aveces incomodidad y mi sueño se ha vuelto sensible.

-Cissy debes de comer. No es bueno para los bebés que faltes a tus horas de comida

-Si, Lucius... -Narcissa una vez más descuidaba su hora de comer - te ha llegado carta de Draco?

-Ninguna hasta ahora... -me sente al lado de Cissy

-Que hay de las cartas de los "otros"?  -Narcissa no se atrevía a llamarlos mortífagos, solo los llamaba "Otros" o "esos"

-Siguen llegando

-No las estás leyendo, o si?

-No hay que ser descuidados, Cissy. Nunca se sabe si hay una amenaza entre sus palabras

Narcissa me fulminó con la mirada pero la evadi. Era mejor ser precavido, he estado años en contacto con esos sujetos. Que de un momento a otro cortará la comunicación había levantado la sospechas de todo el círculo, incluso los del bando de la luz estaban atentos a mis movimientos ( o eso creía)

Iba a ser atacado por ambos lados. Así que alce las barreras de Malfoy Manor y coloque hechizos de seguridad en cada esquina de la mansión. Ningún mago o bruja podía entrar y salir con tanta facilidad. Esta era mi casa y nadie la iba a embarrar de mierda.

Terminamos nuestra cena, acompañe a Cissy hasta nuestra alcoba.

-No estaré cómoda hasta que mi hijo no envié una carta, Lucius. Ha pasado tres días desde que llegó a hogwarts

-Nunca sabemos Cissy. Draco es fuerte, solo hay que esperar -sujeto mi mano y se aferró

-Prometeme que no les pasará nada a nuestros hijos -Narcissa derramó una lágrima en silencio -odio sentirme así... Con miedo y el peligro a mi alrededor

-No les pasará nada, cariño. Te lo prometo

Me quedé a su lado hasta que se quedó dormida.

Amor... Esa palabra era tan extraña. Al despertar del imperius fue como ver un panorama desconocido. Narcissa estaba a mi lado en ese momento y mi memoria era borrosa. Trate de imaginar el rostro de mi madre o cualquier persona que me sonara familiar, Valerius apareció ante mi cuando Abraxas murió. Sujeto mi mano y con alivio dijo

Al fin despertaste

No conocía a Valerius hasta que esté me dijo que era un viejo conocido de mi madre. Pero la sola mención de ella me dejaba una sensación de vacío. Porque no me acordaba de ella, y cada vez que pensaba en ella siempre en mi mente sonaba una campanita.

Un pequeño golpe, suave y amable. Una brumosa imagen volvía a mi, apenas veía sus labios.

Salí de la habitación. Estaba cansado, en el ministerio todos los funcionarios estaban atentos a cualquier cosa que dijera. Estar en el consejo escolar no era un trabajo fácil, sobretodo mantener un perfil bajo, el odioso de Arthur Weasley le dificultaba su trabajo. Sacando temas muggles o lanzando indirectas a su cara frente a funcionarios importantes, no importaba si eran mestizos o sangre puras.

Lo menos que quería era hablar del tema de los muggles y su cultura. Podía admitir que eran bastantes creativos pero seguían siendo peligrosos.

Para despejar su mente dió un paseo por los pasillos de Malfoy Manor. No tenía ni un solo día libre, entre el ministerio y las empresas. Había estado pensando en apuntar al mercado extranjero. Después de la profecía que dijo Draco, quizás lo mejor era mover toda su fortuna al extranjero, pero tenía que ser discreto y poner toda su fortuna en cuentas anónimas.

Draco Malfoy y el mundo mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora