La varita del destino

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Llegó el día en que tuvo que ir por su varita y las túnicas del colegio. Sus padres ya no peleaban pero tampoco se hablaban, había una extraña atmósfera entre ellos. Mamá cada vez que miraba a su padre se sonrojaba o bufaba de fastidio. Su padre no era diferente, al menos ya se saludaban en las comidas.

Al salir de la mansión fueron al callejón diagon.

Sus padres pasaron entre el tumulto de gente y lo llevaron hasta la tienda de túnicas de madam Malkin. Al entrar una mujer bonachona los recibió, al verlos se sobresalto y hizo una saludo muy exagerado. Cuando su madre dijo que había venido por túnicas para él, la señora lo miro y le dijo que se subiera al taburete frente al espejo.

Se subió, luego sintió que le colocaban un par de túnicas, la señora trabajo diligente y rápido. Era muy buena en su trabajo, una vez terminado, mi padre pago por las túnicas.

Salimos de la tienda y caminamos entre el tumulto de personas, algunas personas nos saludaban pero obviamente era de forma hipócrita, nadie nos quería y muchos nos miraban con ojos sospechosos. Papá y mamá se habían colocado su máscara de nobles sangre puras, eso mismo hice yo. Puse una cara indiferente, sin emociones, sabía manejar mis reacciones, lo sabía porque no solo sufrí en el trabajo también con mi familia paterna.

En la niñez cuando fui a visitar a la familia de mi padre, conocí a mis tíos mayores. Uno de ellos era militar, el otro era un abogado, ambos señores me habían criticado hasta reprendido con severidad, en ese tiempo era una niña, y creía que estaba bien actuar con libertad y pedir cosas de forma amable, pero la diferencia de estatus me hizo saber que incluso entre familias se discriminan. Después de recibir un golpe de tablón en mi trasero, una bofetada y un correazo, nunca más volvi a pedirle nada a mi familia paterna, incluso no sonreía, ni lloraba cuando me gritaba o insultaban, mis propios primos eran crueles, solo podía soportar porque mi padre se hacía el indiferente y mi madre me había abandonado.

Ahora que estaba en una sociedad mágica, con perjuicios muy establecidos de sangre y estatus. Sabía que no sería fácil lidiar por las críticas, así que lo mejor era solo callar y caminar con la frente en alto. No pudo sujetar la mano de su padre, ni de su madre, todo por la imagen, hasta sus padres no iban tomados de la mano

Al llegar a la tienda de varitas, padre y madre entraron mirando con indiferencia el lugar. Sintió una extraña sensación al estar dentro del lugar, cada vez que sentia esa sensación es porque algo importante iba a pasar. Lo había sentido cuando su madre le abandono, lo había sentido cuando su padre murió, lo había sentido cuando los echaron de casa, lo había sentido cuando su hermanito le dijo que había ganado un boleto de lotería, siempre lo había sentido cuando iba afectar su vida.

-Oh, señor Malfoy. Un gusto volver a verlo. Madera de Olmo, nervio de corazón dragón. Una buena varita para un buen propietario. Tampoco me olvidó de usted, lady Malfoy, madera de espino, pelo de unicornio, una elástica.

-Un gusto de verlo, señor Ollivander

-Y quien tenemos aquí? -el señor se asomó por el mostrador -Un gusto de conocerlo, joven Malfoy

-Lo mismo digo, señor Ollivander

Estaba nervioso lo podía sentir

-Bien veamos que varita es adecuado para usted joven Malfoy -dijo el señor con una sonrisa amable

Lo siguiente que pasó es que el señor Ollivander le hizo probar varias varitas, casi ninguna parecía concordar con él, hasta sus padres se mostraban preocupados. Ya iban abriendo veinte cajas de varitas, ninguna de las varitas lo aceptaba hasta el señor Ollivander sugirió que llamará a su propia varita

-Puedes hacerlo -le dijo muy cerca -solo debes de llamar. Di accion varita, ella vendrá a ti -asintio dócilmente

-Accio varita! -se escucho un estruendo dentro del almacén y incluso las varitas en el mostrador temblaban, un sonido se escucho, como una caja abrirse.

Pese a todo el alboroto en el almacén una varita vino volando a él. Su mango era plateado y resto de la varita completamente negro rodeado por un dragón plateado. El señor Ollivander parecía sorprendido

-y pensar que estuvo dormida muchos años -dijo muy interesado el señor Ollivander

-es diferente? -pregunte sin mostrar mi curiosidad

-Lo que usted tiene en sus manos, joven Malfoy. Se llama la varita del destino -el señor Ollivander tomo la varita de sus manos, y fue al interior del almacén, se escucho un poco de ruido y luego volvió con un estuche color negro, se veía antiguo el contenedor y había inscripciones sobre el estuche -Nunca creí que despertaría pero lo hizo

-a que se refiere, señor?

-Esta varita joven Malfoy, como dije antes, se llama la varita del destino. Fue fabricado en Japón, por un excéntrico mago. Forjado con la madera del árbol de Adán, una madera difícil de conseguir pero no imposible, esta varita fue forjado hace siglos, su misión era guiar a su amo por la senda del destino. El mago o bruja que tuviera está varita, tendría el poder de controlar su propio destino, algunos la llamaron la rompedora del destino. Dicen que los magos que la utilizaban eran personas completamente especiales, solo cuando su voluntad se rompía, la varita se quebraba. Fueron creadas diez ejemplares, cada una diferente de la otra pero con un único propósito -me miro con unos brillantes ojos, tanto mamá y papá colocaron sus manos en mis hombros -Romper el destino

-es peligrosa, señor Ollivander? -pregunto mi madre con cautela

-Peligrosa? -dijo pensativo el anciano -No lo es, al menos no para el amo. Esta varita, es el último ejemplar existente. Sus otras hermanas fueron dadas a otros magos y brujas, con un destino diferente pero una misma tarea. Romper el destino

-Porque dice que rompen el destino? -el anciano suspiro

-Porque cada una de ellas, estuvo ligada con magos y brujas que en algún momento estuvieron enredados en eventos trágicos que marcaría la historia de la magia -me entrego el estuche negro, fue sutil mi toque sobre la cajita alargada -Solo el destino dirá que depara para usted, joven Malfoy. Pero no hay duda que la última varita del destino, lo ha escogido. Quien sabe para qué. Quizás juegue un importante papel en los próximos años, los otros magos y brujas escogidas, jugaron un importante papel y destacaron por su ingenio y destreza -asentí -Debe saber joven Malfoy, que está varita, así como fue creada por una madera única y especial, está contiene dos núcleos. Dos corazones de dos criaturas, un dragón y un thestral. Es curioso porque son criaturas contradictorias.

-entiendo -creo que me estaba llevando una reliquia sagrada, y si en hogwarts lo notaban

-Y una última indicación, joven Malfoy -el señor Ollivander se inclinó sobre mi, quedamos frente a frente -ella existe por una voluntad inquebrantable, ella se romperá cuando tú voluntad se rompa. Nunca olvide estás palabras, joven Malfoy

Al tener mi varita pudimos volver a casa. Era extraño, porque antes odiaba estar en un lugar tan grande como la mansión Malfoy pero ahora me agrada estar en ella, hay una sensación de protección, además hay cierto olor que me llena de felicidad y armonía. No me acuerdo cuánto tiempo ha pasado desde que me sentí así, la sensación desapareció cuando mamá se fue, pero ahora todo es diferente y por muy difícil que sea de admitirlo, había aprendido a amar mi nuevo hogar. Solo faltaba amar a papá y a mamá jejeje

Draco Malfoy y el mundo mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora