#15. De las verdades

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Quiero confesarles que estoy comenzando a tomarle aversión a los lavados. He escuchado y me han pasado cosas muy extrañas en este lugar tan común y simple. Hace un par de días ha ocurrido otra cosa.

Cuando termina mi primera clase, voy hasta allí. Abro la puerta y entro aferrando la correa de mi mochila, frente al espejo una Ceci de cabello recientemente teñido con destellos rojos se aplica abundante sombra gris sobre el parpado móvil. Me quedo congelada por un segundo e incluso llego a pensar en irme y volver luego, pero no me da el tiempo, pues Ceci me mira y dice.

—Ey... ¿tienes un cigarrillo? —Sonríe y su actitud es muy despreocupada. Yo niego con la cabeza y termino de acercarme a los lavamanos. La veo hacer una mueca a través del espejo—. Este maldito cuchitril, ¿será posible que nadie aquí fume?

—Frederick fuma —me escucho decir y casi al instante me arrepiento. Clavo la mirada en el agua del grifo que corre y por el rabillo del ojo observo a Ceci guardar su maquillaje.

—Sí... no lo he visto en todo el día. —Ella se guinda su mochila al hombro y me mira—. ¿Qué piensas sobre lo que se rumora sobre él y yo? —Siento que un calor me cubre el rostro. Cierro el grifo y me tomo mi tiempo mientras me seco las manos en el pantalón. Como sé que no tengo nada que decir a eso, me limito a encogerme de hombros—. No me digas que eres de las idiotas que piensan que soy una zorra. —La miro, aquella conversación no me está gustando y de verdad quiero que acabe.

—Entonces, ¿es verdad?

—Claro que es verdad —dice como si mi pregunta fuera tonta, siento un pequeño nudo en la garganta y desecho el sentimiento tan rápido como aparece.

—No sabía que ustedes fueran novios.

—¿Y quién dijo que lo fuéramos? —Ceci larga un suspiro y se va murmurando sobre lo estúpido que es todo el mundo en el instituto.

Cuando salgo del lavado me topo con Lydia, estás agitada y tiene los ojos muy abiertos. Cuando alcanza a divisarme no me da tiempo de nada, me toma por la muñeca y me arrastra con ella por todo el pasillo. Le pregunto qué pasa pero no me contesta, solo dice que haga silencio y la siga. Cuando se detiene lo hace frente a la enfermería, solo entonces comienza a explicarme lo que ocurre.

—Nicole se desmayó —dice parándose de puntitas para ver por la ventanilla de la puerta de la enfermería—. Andan diciendo que esta bulímica. Me pregunto si no será otra cosa —agrega.

Intento mirar yo también por la ventanilla, pero luego me doy por vencida. Considero el preguntarle a Lydia por qué se preocupa tanto por Nicole o el por qué me ha arrastrado hasta ahí, pero no lo hago. Por diferente motivos que se juntan en ese instante.

Primero: no tengo muchas ganas de hacer tantas preguntas.

Segundo: la puerta de la enfermería se abre y Bruno sale primero, luego lo sigue una Nicole de rostro pálido.

Tercero: Frederick viene por el pasillo.

—Ey, ¿estás bien? —se adelanta Lydia a preguntarle a Nicole, ésta asiente y esboza una sonrisa falsa. Los ojos de Bruno se detienen en los míos, le desvío la mirada en el momento en que Frederick se acerca y nos mira, y sé en ese momento que no deseo estar ahí.

Siento la garganta apretada, siento que no puedo con tanto. Siento que todos ellos están conectados a mí de una u otra forma y siento que no quiero ver a ninguno. Aprieto los puños, me doy la vuelta y consciente de que todos me ven me voy por el pasillo contrario al que viene Frederick. Mientras me alejo, incluso, logro escuchar su voz llamándome; pero le ignoro, lo hago porque añoro los días en que nadie me hablaba y sé que no hay nada más extraño que eso.

Zarzamora.

De la vida y otras cosas #1 [El blog de Zarzamora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora