#41. De las zarzamoras

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El sueño de Damián es bastante obvio: jugar baloncesto a nivel profesional. Dice que es muy tonto para los números y cualquier otra cosa que requiriera pensar mucho. No se lo refuto, aunque no creo que sea tonto, pienso que solo es bastante holgazán, que es distinto.

Cuando llega mi turno miro alrededor. Ceci sostiene un micrófono invisible frente a su boca mientras sonríe: cantante, fácil. Miro a Nicole y me pregunto si aún quiere seguir los pasos de su padre en el Derecho, pienso que sí cuando veo que endereza la espalda y sonríe. Luego veo a Fred, ¿cuál es su sueño? Por un segundo, su mirada viaja hasta mí y la de Nicole la sigue. Aparto la mía de inmediato.

—¿Cómo va eso? —pregunta Damián de pronto, lo miro sin entender—. Quiero decir, ya todo el mundo sabe lo que siente Freddie-Freds. Pero ¿qué sientes tú? ¿Ya has hablado con él? —¿Por qué Damián se interesa en eso? Estoy a punto de espetarle que no es su problema, pero en cambio digo.

—Pensé que no lograbas aprenderte su nombre. ¿No que era algo extrañísimo? —Él se ríe y se estira en su puesto, luego se encoge de hombros.

—Vamos, estaba molesto. Solo hablé por hablar. —Achico los ojos.

—Ya que estamos, ¿qué quieres tú con Ceci? Parecías muy enfadado en ese video. —Me mira con seriedad por primera vez y luego dice.

—Aun no me dices cuál es tu sueño. —Apoyo la mandíbula en la mano y contesto.

—No tengo ninguno.

—Eso es mentira, todos tenemos algún sueño. No sé, viajar a algún país, tener mucho dinero, casarte con Megan Fox. Ah no espera, ese soy yo. —Y se ríe, como si fuera el chico más gracioso del mundo.

—Lo digo en serio. Nunca he pensado demasiado en mi futuro. Cuando pienso en el futuro pienso en mis papás, en el medio hermano que viene en camino. Pero no me veo haciendo algo o buscando algo. No soy buena en muchas cosas.

—Creo que serías buena oradora.

—¿Te estás burlando de mí? —Clavo mi mirada en la suya—. Para ser oradora hay que hablar.

—Entonces habla. Lo que dijiste en la capsula fue muy bonito. Pienso que si hablaras más a menudo de esa forma la gente te seguiría. Si Bruno se lanzara para alcalde tú podrías ser su oposición. —Y vuelve a reírse. ¿Qué le pasa a este chico? Me río por un segundo. Es perfecto para Ceci, los dos están rematadamente locos.

A la final no digo cual es mi sueño. No tengo uno, tan simple como eso. La profesora anota la tercera pregunta:

«Cuéntale un secreto a tu compañero.»

—No tengo ninguno —dice Damián y no se lo creo ni por un segundo—. No me veas así, tú no tienes ningún sueño. Digamos que el único secreto que tenía era lo que el amigo de Ceci contó en la capsula del tiempo. ¿Qué hay de ti?

Pienso en todas las cosas que me callo día con día. Las voces que escucho, mi blog, lo que siento por Frederick, la amistad que existió entre Nicole y yo.

—Recientemente descubrí que me gustan mucho las zarzamoras. —Damián bufa.

—Eso no es un secreto, es una estupidez. —Pero no lo es, solo que Damián no sabe leer entre líneas. Pero entonces frunce el ceño un instante y luego dice—. Eso fue lo que dijiste en la capsula después de tu discurso. Nunca entendí porque mencionaste una fruta. —Me encojo de hombros.

—Como dije, me gustan las zarzamoras y hasta ahora nunca lo había dicho.

—A mí no me gustan. Prefiero las fresas.

—Lo que me gusta de las zarzamoras es que son acidas y dulces al mismo tiempo. A veces más acidas, a veces más dulces. —«Como la vida misma» agrego para mis adentros. Damián no le da mayor importancia.

La profesora escribe la última pregunta:

«Cuéntale a tu compañero cómo te ves de aquí a diez años.»

—Jugando baloncesto profesional. O puede que en la calle mendigando para comprar porros. O en el peor de los casos, en la cárcel. —No puedo evitar la mueca de horror ante aquella predicción tan terrible, pero él solo se ríe—. ¿Dónde estás tú dentro de diez años? —Lo pienso un instante, ¿en dónde estaría? ¿En dónde quiero estar?

—Debería estar graduándome de la universidad. Pero aun no sé ni siquiera qué carrera quiero estudiar. Así que no lo sé.

—Podrías decir casada.

—Uh, no lo creo. No me veo llevando ese tipo de vida.

¿Dónde te ves dentro de diez años? Me pregunto mientras clavo la mirada en la madera de mi pupitre, por algún motivo mi cerebro grita: «En un manicomio.»


Zarzamora.

De la vida y otras cosas #1 [El blog de Zarzamora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora