#26. De lo que digo en la capsula del tiempo

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  • Dedicado a Todos los solitarios
                                    


Regresemos a mis eternas tres horas en detención. Recordaran que Lydia tiene esta loca idea de hacer un a capsula del tiempo. Si no saben lo que es, pues les explico rápidamente. Una capsula del tiempo es, básicamente, un pequeño tesoro que se detiene en el tiempo. Buscas una caja y guardas en ella cosas importantes para ti en un determinado momento de tu vida. Esto se hace más que todo cuando eres un niño o un adolescente. La idea es que pasada cierta cantidad de tiempo, desentierras esa capsula y veas lo que guardaste allí. El objetivo es simple, recordar lo que te gustaba, lo que querías, o simplemente, quien eras.

Nuestra capsula del tiempo es más moderna. Los rockeros de Ceci se meten en el aula de audiovisuales y sacan una grabadora. La instalan en el cuarto de la limpieza y luego Lydia nos explica sus reglas.

—Bien, no tenemos mucho tiempo antes de que Murray se despierte. La idea es esta: entramos uno por uno. Cuando entren, encienden la grabadora y se filman dando un mensaje. Traten de que sea corto para que nos alcance el tiempo. Luego la detienen y salen para que entre otro. ¿De acuerdo?

—¿Qué debemos decir? —pregunta Marta. Lydia sonríe.

—Cualquier cosa. Lo que amas ahora, a que universidad quieres ir, un pecado, un secreto, algo que en treinta años no importe pero que ahora lo haga y sea muy importante. Sean creativos, chicos. Bien. —Se pone las manos en las caderas y nos mira a todos con una gran sonrisa—. ¿Quién va primero?

Nadie parece querer ser la cobaya de ese experimento. Pero yo sé quién está lo suficientemente loco como para hacerlo.

—¡Qué diablos! Parece divertido —dice Frederick y Lydia aplaude emocionada.

—Genial, deditos de mantequilla. Vas primero.

Fred me mira y me guiña un ojo, un segundo después cierra la puerta del cuarto de la limpieza tras él. Todos los demás comienzan a caminar de un lado para otro, o a mirar el techo o a morderse las uñas. Incluso yo comienzo a pensar en qué diré para la capsula del tiempo.

Me doy cuenta de que no tengo ni idea. ¿Qué puedo decir de mí? Puedo hablar de este blog por un lado. Confesar que espío a mis compañeros de instituto y lo público todo en internet como si se tratara de una novela juvenil de tono dramático. Pero no estoy segura de querer contar eso. Por otro lado está Fred, podría hablar de él. De lo mucho que lo quiero y de cómo jamás he pensado en decírselo. No, en definitiva de eso tampoco podría hablar.

—Eso fue simple.

Frederick sale del cuarto de limpieza con un aire nuevo, me atrevo a decir. Sonríe, como si acabara de tener una sesión con su psicólogo. Me pregunto si la sesión con la capsula del tiempo será como las mías con este blog. Desahogándome y vomitando todo lo que me esfuerzo por reprimir día con día.

El siguiente en entrar a la capsula del tiempo es Damián, luego lo sigue Bruno. Lydia dice entonces que las chicas no podemos quedarnos atrás, por lo cual a Bruno le sigue Marta y luego Ceci. A ellas le sigue Simón y luego llega mi turno.

Lydia me mira con una sonrisa y me toma por la muñeca cuando Simón abre la puerta.

—Tu turno, linda —dice metiéndome sin darme el chance de argumentar.

El cuarto huele a detergentes y sobre el techo está una única bombilla. Hay un pequeño taburete de madera y sobre una mesa de acero está la grabadora. La miro, como si fuera un juez. ¿He cometido algún pecado? Me acerco a la cámara y pienso en otra cosa de la que puedo hablar: las cosas que escucho y veo. La enciendo y me siento en el taburete. Me aparto el cabello del rostro y me froto la nariz, miro a la cámara y recuerdo el lema de mi franela blanca que llevo en ese momento: Me, Myself and I. Y me quedo muda.

Alzo la vista a la cámara, como si la estuviera retando: Vamos, acúseme de cualquier delito, aquí estoy. No digo nada por no sé cuantos minutos. Cuando calculo que comenzarán a tocarme la puerta para que salga, sonrío. Clavo los ojos en la cámara y digo.

—Bien, se supone que han pasado treinta años desde que esto fue filmado y se supone que esto debería verlo la gente del futuro. Quiero pensar que lo está viendo algún adolescente del futuro y si es así, si eres un adolescente, me gustaría creer que ya han resuelto ese tema de la soledad. Y si no es así, y creo que lo es, pienso que es una pena.

»Si son de esos chicos que andan solos, que no tiene amigos, quiero decirte que sé por qué eres un solitario. Lo eres por lo mismo que yo lo soy. Lo eres porque tienes miedo de confiar en la gente. Porque tienes miedo de que se vayan sin despedirse, o de que les dejes de agradar. Quizás incluso tienes miedo de ser tú mismo frente a otros y por eso prefieres a una amiga que no te juzga jamás: la soledad. Y quiero decirles, chicos del futuro, que se equivocan. Los últimos días he comenzado a socializar y no ha sido fácil. Créanme.

»Es condenadamente difícil volver a hablar con las personas, confiar en ellas, creerles y abrirles la puerta para que entren a tu vida. Pero vale la pena, oh válgame dios, sí que lo vale. Y después de todo, ¿qué importa si alguien te deja? ¿Qué rayos importa que les dejes de agradar? Ellos se lo pierden, si ellos no supieron valorarte por lo que eres, alguien más lo hará y esa es la persona que vale la pena conocer.

»Si tienes dieciséis años, estas solo y triste, quiero que dejes de estarlo, porque no vale la pena. No cuando eres tan joven y mucho menos cuando nuestro tiempo en esta vida es tan jodidamente corto. ¡Dios! Sal, ríe, canta alto tu canción favorita, raya el dvd de tu película favorita de tanto verla, cita las frases de tu libro favorito, besa a alguien y abraza a tu mejor amigo. Si no lo haces, lo lamentaras.

Sonrío y me muerdo el labio, cierro los ojos y antes de apagar la cámara digo lo que siempre le digo a ustedes, a mi público invisible.

—Zarzamora.


Zarzamora.

De la vida y otras cosas #1 [El blog de Zarzamora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora