El corazón que cambió primero

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“Kenny pasaba casi todo el día, todos los días en mi casa. Tuviera o no clases extra o entrenamiento, a Kenny le importaba poco aquello e iba a mi hogar, cuando yo llegaba, él estaba ahí viendo televisión en el enorme sofá.

Su excusa era que le preocupaba que yo pudiera sentirme solo teniendo un abuelo que sólo pensaba en los días que le faltaban para morir y una hermana que me molestaba incluso en la noche mientras mis padres estaban fuera.

A Shelly no le gustaba la presencia de Kenny, desconfiaba de él, con palabras no podía describir qué sentimiento le provocaba, pero no era agradable.

A Kenny le surgía el mismo sentido, pero probablemente era porque Shelly nos molestaba a los dos por igual.

Y mientras Kenny dormía en mi casa, el viaje de mis padres se prolongaba cada día.”

—¡Hey, Marshy!

Stan sacó su lonchera con lo que su hermana le preparó, siendo privado de ésta ya que Kenny le arrebató el contenedor velozmente.

—¡Kenny!

Kenny revisó el interior, haciendo caras con todo lo que encontraba y no eran de su agrado.

—Por favor, Marsh. ¿Sandwich de mermelada? —Remilgó dejando el pan en su lugar —¿Con esto voy a comer?

—No, voy a comer yo —Jaló hacia él nuevamente su lonchera —¿No has traído nada?

—¿A parte de hambre, problemas familiares y ganas de matarme? No. Lo siento.

A Stan le preocupaba la familia disfuncional en la que vivía. Apenas conocía a los McCormick de lejos, Kenny no se los había querido presentar, pero bastaba con leer la playera de su madre señalando a su padre para conocer. “Estoy con un estúpido” era la leyenda.

De todas formas, no le gustaba que Kenny se desahogara con él casi todo el tiempo.

—Bueno, iré a buscar en la basura.

Maldito sea su buen corazón.

—Kenny, espera... —Suspiró y le empujó su lonchera —Tómalos si de verdad tienes hambre.

Stan esperaba a que Kenny lo negara con la excusa de que era una broma o que no podría quitarle su almuerzo por muy poco que fuera.

Pero desafortunadamente, Kenny regresó y sacó los dos emparedados de mermelada.

—Me gusta comer aquí —Kenny comentó ignorando la buena acción de Stan y sólo dedicándose a comer —Tiene una muy buena vista a todo el comedor. ¡Ahí va Tammy! Adoro a esa chica.

Stan sólo pudo ver a Kenny comer mientras hablaba con la boca llena, con su estómago rugiendo rogando alimentos.

Ay, maldita vida.

Todo el día, no pudo pensar en más que los emparedados que fueron devorados por Kenny.

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“Quizá, había niños con peores situaciones que la mía, pero por cómo me trataba Kenny sólo porque sí, me hizo pensar que nadie sufría como yo.

Deseé muchas veces alejarme de él, solamente era una piedrita en mi zapato...

Pero cuando la policía llegó a mi casa una noche, esa piedra se convirtió en un par de zapatos completamente nuevos.

Por supuesto, tardó para ello.”

—¡Bajen el sonido a esa televisión!

—Ya terminamos de jugar.

El príncipe perdido [Style]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora