El príncipe perdido [Style]

El origen de las consecuencias

Hay silencio en el cuarto, solamente opacado por el movimiento de la mano del embajador sobre la hoja de papel, escribiendo usando una pluma negra como medio. Escuchó un suspiro y levantó el rostro, sonriendo confundido al atrapar la mirada del guerrero encima suyo.

—¿Qué pasa? —Le preguntó dejando la pluma en el recipiente

—Nada —Continuó sin desmoronar su gesto —Sólo, me gusta verte.

—¿Cómo?

—Eso. Me gusta verte cuando escribes o lees, como no pierdes la concentración con nada —Explicó —Como mantienes fija tu mirada y sonríes cuando encuentras algo que te agrade.

El guerrero rió cuando las mejillas del otro tomaron cierto color carmín por sus palabras. Se levantó de su silla y se acercó hasta él, sin duda alguna, uniendo sus labios que el contrario no rechazó.

Su relación, era todavía un hecho increíble de creer. Kyle pensó que el guerrero se había enamorado de la reina como ocurría en los libros de cuentos, pero vaya que no era así, lo amaba a él. Y mejor aún, Kenny aceptaba los sentimientos correspondidos entre ambos.

—Basta, tengo cosas que hacer —Reía sintiendo los labios del guerrero sobre los suyos en repetidas ocasiones.

—Ya estuviste leyendo todo el día. ¿No tengo ni un momento contigo?

—¿Desde cuándo tan dependiente de mí? —La burla era notoria

—Desde que me sacaste del coliseo

El momento divertido se convirtió en uno profundo en cuanto el antiguo bandido le abrazó con fuerza, dejando al embajador corresponderle con cariño.

—De no ser por ti, habría muerto.

—¿Y crees que ser el comandante te hace inmortal?

—No, pero no habré desperdiciado mi vida estúpidamente.

Una conexión de miradas bastó para que su historia comenzara, una mirada de esperanza en medio de un combate feroz que definía su destino como guerrero o comida de leones.

Ahora tenía un mejor destino. Aprendió miles de cosas estando con Kyle, ahora vivía por él y para él, ahora sabía que hacía lo correcto.

—¿Y qué haces entonces? — Preguntó el guerrero finalmente

—Escribo los hechizos que he hecho estos años — Continuó usando la pluma y la tinta —Quizás, puedan ser útiles después

—Si los has hecho tú, entonces lo serán.

Kyle esperaba que así fuera, no sabía que deparaba el destino más allá del tiempo, pero quería que sus hechizos fuesen útiles en alguna parte de la historia.

Había uno, uno en el que comenzó a trabajar desde que se inició en el mundo de la magia, aquel que negaba lo que alguna vez se creó.

—Bien, suficiente — El guerrero respondió jalando la silla del escritorio —Necesito atención.

—Eres un niño, ¿Lo sabías?

Kyle muchas veces se lo dijo, y tal vez era verdad, el guerrero podía comportarse de manera infantil muchas veces, y eso lo asociaba con su pasado lleno de dolor.

A él le faltó el amor de su madre.

El embajador pensó que... Stanley veía en él esa figura de cuidado que siempre le hizo falta. Kyle solía ser así, le daba las atenciones de una familia y siempre temía con esos pensamientos. Pero sus besos, la forma en cómo le trataba, sus caricias y apodos, confirmaban todo lo contrario.