CAPITULO 3

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Abril.

Estaba sentada en el parque, dándole unas secas al faso, miré la hora y ya eran las 2:09 a.m.

Miraba un poco hacía todos lados, me sentía relajada, el faso estaba pegándome.

-Fua, no sabía que fumabas- habló esa voz, el peliverde estaba en frente mío.

Lo miré, una sonrisa se me escapó, estaba vestido con un buzo negro, un pantalón de gimnacia camuflado y unas nike deportivas negras.

-¿Qué haces por acá a esta hora? sola, aparte- preguntó.

-Buscaba distracción- dije mirando hacía otro lado.

Se sentó como indio frente a mí, le ofrecí porro y aceptó.

-Morocha, es peligroso éste barrio, y una chica no puede estar sola- habló, lo miré por unos segundos y volví a desviar la mirada.

-Conozco a todos, acá crecí Tomi- dije fría- Saben como soy, sé como son, no me va a pasar nada- hablé bajito.

-Igual, te voy a acompañar morocha- lo miré, me sonrió y me giñó un ojo, no sé por qué pero me sonroje.

Agarré mi mochila y saqué un buzo negro de nirvana, había empezado a hacer frío.

Se acercó un perrito y lo acaricié, era un pitbull, detrás de este apareció un pibe.

-Ey crakero- saludó el pibe, sosteniendo al perrito.

-Duko- devolvió el saludo Tomas.

Se pusieron a hablar un toque hasta que empezaron a hablar de mi.

-¿Esta es la chica que me contaste?- susurró “Duko”.

-Si- respondió de la misma forma Tomas, pero se escuchaba, son re bobos.

-Eh amiga graffiti, ¿Todo bien?- me dijo el pibe.

Lo miré, tenía puesta una remera negra con una campera enorme, un pantalón corto, junto con unas chanclas Nike, este chabon no sabe lo que es el frío.

-Bien, ¿Vos?- pregunté.

-Re piola mami- dijo villero, me cayó bien al toque.

Sonreí y seguí jugando con el perro.

-¿Cómo se llama?- le pregunté.

-Diablo- sonrió, reí por el nombre.

-Hola Diablo, sos hermoso ¿Sabías?- dije acariciándolo, ahora que me daba cuenta, soné media satánica.

Seguímos ahí por una hora más o menos y después empecé a caminar para irme a mi casa.

Iba caminando unas 2 cuadras cuando una voz habló.

-Morocha, te acompaño- dijo Tomas, lo espere y cuando estábamos los dos juntos, empezamos a caminar.

-Esta es mi casa, ¿Querés pasar?- le pregunté, asintió y sonrió sin mostrar los dientes.

Abrí la puerta tranquila, mi vieja no estaba y no me importaba hacer ruido.

Subimos y entré a mi pieza, detrás mio entro Tomas y se sentó en mi cama, mirando fijamente cada movimiento mío.

Agarré mi pijama y volteé a verlo.

-Voy al baño, me cambio y vengo- dije dejando mi celular en la mesita de luz, el asintió y me metí al baño que estaba en mi pieza.

Salí y seguía en la misma posición, sentadito mirando su celular.

Caminé hacia la ventana y cerré las cortinas.

-¿Te querés quedar?- pregunté tímida, no lo conocía mucho pero la confianza estaba.

-¿No te jode?- negué- entonces si- sonreí y cerré la puerta con llave, no quería que mi vieja venga y abra la puerta para verme a mi con un pibe.

-Bueno, agarra las cobijas que hay en el placar, yo acomodo tu cama- asintió, se paró y fue hasta el placar.

Saque la “Cama” que había abajo de la mía, y le puse unas sábanas, Tomas me pasó las cobijas y la tendí.

-Listo, ahora sí, a mimir- dije acostándome en mi cama.

Me acomodé bien, mirando hacia donde él estaba, se sacó sus zapatillas y se acostó.

-Dormí bien morocha- reí bajito, ya estaba que no daba más, lo notaba por el tono de su voz.

-Hasta mañana Tomasito- sonreí, cerré mis ojos y los pocos minutos me dormí.

infierno * C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora