Abril.
2 semanas después.
Estaba cambiando a Tobias en la cama de Paulo, nos habíamos quedado a vivir acá, por el momento solo sabían de esto Neo, Ysy y Duki.
Terminé de cambiar a Tobi y bajé con él de la mano, hace poquito aprendió a caminar.
Golpearon la puerta y alsé a Tobias para dejarlo en su sillita, fui a abrir y cerré la puerta enceguida al ver quién estaba detrás.
¿Quién le dijo que estaba acá?
-Dale Abril, abrime- pidió en un tono de voz suabe, como si en cualquier momento iba a llorar.
Suspiré, estaba actuando como adolecente pelotuda.
Abrí la puerta y lo dejé pasar.
Fuimos hasta al living y yo agarré a Tobias a upa y nos sentamos los tres en el sillón.
Lo miré, estaba mirando al piso.
-¿Que querés Tomás?- pregunté parando a Tobias en el piso, lo dejé y se fue a su piesita.
Tomás miraba como Tobias caminaba y pude notar que sonrió.
-Quiero hablar con vos Abril, hace dos semanas me ignoras las llamadas y los mensajes- respondió mirandome a los ojos.
Tenía ojeras, estaba más blanco, el pelo verde lo tenía como un verde desgastado, y hasta lo notaba un poco más delgado.
-Y si boludo, me hiciste cornuda teniendo un hijo de ambos, no me importa que me hagas cornuda pero al menos hubieses pensado en Tobias ¿No te parece?- hablé un poco sacada, no quería hablar por que sabía que en algún momento iba a explotar acá nomás.
-Lo se boluda, perdón, me di cuenta re tarde por que soy re boludo y no voy a poner escusas esta vez, estaba conciente de lo que hacía, perdón, te lastimé y era lo que menos quería- tapó su cara con sus manos y empezó a llorozar.
Me quería hacer la dura, pero me estaba ganando y era lo que menos quería, traté de seguir con mi postura y miré hacia otro lado.
-Tomás, estoy cansada de problemas, te la hago corta, si querés te perdono y todo lo que quieras pero ya no más oportunidades- dije firme a mis palabras y él me miró a los ojos nuevamentes, estaban rojos.
Sorvió su nariz y se limpió las lágrimas así nomás.
-Esta bien, me lo merezco, pero por favor volvé a casa, yo me voy pero vos quedate ahí, es tu casa Abril- pidió, asentí.
-Bueno- me paré aún mirandolo- ya hablamos, si querés quedarte a pasar el día con Tobias no tengo ningún problema- dicho eso me fui a la mierda, más bien, a la cocina.
Sentí unos pasos que se dirigían hacia la pieza de Tobias, Tomás aceptó el pasar el día con Tobi.
A las cinco de la tarde se lo llevó a la plaza y para las seis y media ya estaban acá de nuevo.
Tobias ya había aprendido a hablar un poco y sabía caminar, cada vez que lo miraba veía a Tomas, cada vez que crece más se parece a él.
-Hijo, vení que tenés que merendar, te fuiste sin merienda- le avisé, fui a la cocina y le preparé una chocolatada con bainillas.
La chocolatada se la dí en su mamadera y las bainillas las comía comúnmente.
Mientras que miraba como comía Tobias, Tomás me miraba a mi.
-Cada vez más grande está- le hablé a Tomás.
Asintió.
-¿Que talle de remera y pantalón tiene mi gordo?- preguntó.
-Talle seis de pantalón y diez de remera- se sorprendió al escuchar los talles, claro si tiene un año y dos semanas.
-Como comes hermano, estás re panzón- Tobias solo sonrió.