Abril.
3 semanas que no me puedo despertar, lo sabía porque los chicos cada vez que venían me decían "Ya una semana, ya dos semanas" hasta hoy, Tomas entró y dijo "Ya tres semanas".
-Reina hace tres semana que no escucho tu voz, te necesito mucho- agarro mi mano.
De repente, lentamente pude abrir mis ojos, la luz me invadió rápidamente.
Y ahí lo vi, el pelo despeinado, sin el brillo de siempre.
Estaba con su cabeza en mi brazo, sentía como lloraba.
-Tomi- susurré, levantó la vista rápidamente y sonrió con los ojos llenos de lágrimas, quise sonreír pero mis labios me dolían de lo secos que estaban.
-Pibes vengan porfavor- gritó Tomas y entraron los pibes re asustados pero al verme todos sonrieron.
-Hola- me salió decir, mi voz estaba débil, susurraba solamente.
Los pibes me abrazaron aunque me queje del dolor, me dolía mucho mi cuerpo.
-¿Que les pasó? parece que no se bañan hace un mes- los miré de arriba a abajo, sucios.
Rieron y llamaron a un doctor, me dijo que tenía que quedarme en observación, de a poco ir haciendo las cosas cotidianas como caminar.
-Yo sabía que te ibas a despertar- dijo Tomas una vez que nos quedamos los dos solos.
-Te escuchaba todo el tiempo, solo no podía verte ni hablarte y eso me ponía mal- se me cayeron unas lágrimas, tres semanas sin poder hablar ni ver fue lo peor.
-Perdón- agachó la mirada- fue todo mi culpa, morocha- extrañaba que me llamara así.
-Abrázame bobo- obedeció- No fue tu culpa, nada de esto- dije aún abrazándolo, cuando nos separamos lo miré y quería que deje de llorar- ¿Me puedo bañar?- negó.
-Se te van a abrir los puntos y no da- me retó- Aparte el doctor dijo que de a poco todo- asentí con el seño fruncido, no me gustaba el no poder bañarme.
después de unos segundos me acordé, hay enfermeras que te pueden ayudar a lavarte con una esponja chiquita.
-¿Y si le decís a alguna enfermera si no me ayuda a lavarme con una esponja?- le pregunté, asintió y salió de la habitación.
A los minutos vino colorado, ¿Que le pasaba?
-¿Y?- pregunté sonriendo.
-Dijo que te tengo que ayudar yo- agachó la cabeza, reí.
-Bueno, ayudame entonces- me miró y se rascó la nuca- si no querés, no, lo hago solita, yo puedo- me destaque y cuando me iba a bajar de la cama, me freno.
-Yo te ayudo- seguía colorado y nervioso.
-¿Pasa algo?- pregunté cuando vino con una palangana con agua y una esponja chiquita.
-Me da vergüenza, o sea, no vergüenza, pero- no sabía que decir, y me reí.
-No pasa nada, vos pásame solamente en la espalda, del resto me encargo yo- lo tranquilice y asintió.
Cómo tenía una bata de hospital, me la desabrochó y lavo mi espalda, después le dije que podía esperar afuera mientras yo lavaba el resto de mi cuerpo.
Una vez que terminé lo llamé.
-Gracias Tomi, me sentía re sucia- reí causando su risa.
-De nada reina- me regaló una sonrisa para después ir a dejar las cosas el baño.
