Te odio. [Corregido.]

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Ya era madrugada y los adolescentes de Berk discutían como despertar a Hippo y a Astrid.

¿Por qué? ¡Por nada! Solo estaban aburridos y éste era su único entretenimiento.

– Digo que esperemos a que ellos solos se levanten.

– Nah – descartó Patán. – Que alguien escale al árbol y los despierten.

– ¿Y por qué no lo haces vos Patán? – Irritado preguntó Patapez.

– No sé si alguien se acuerda pero hay un maldito dragón ahí arriba. Sube y no va a ser su cola la que te golpee, sino sus malditos dientes enterrados en tu piel de cerdo! – Brutilda dijo.

– Y no cualquier dragón. Sino un furia nocturna! El peor de todos.

– Pero para eso están ustedes! Las muerte los odia a ustedes dos! Si alguien puede evitar morir es ustedes.

Brutilda le dió un puñetazo en la cara y Brutacio una patada en los huevos. Patán gimió en dolor.

– No se vale entre hombres!

– Igualdad de género? – más que una declaración pareció una pregunta.

– Así no funciona. – Suspiró Patapez.

– Si lo apruebo, funciona? – preguntó Brutilda. Patapez negó suspirando más fuerte.

Los gemelos se encogieron de hombros y se dieron media vuelta para escalar el árbol.

No pasó tiempo hasta que llegarán a la base de la cueva y, como pasó con Patan, fueran tirados por una cola caudal negra. El dragón sacó la cabeza de la cueva con molestia y tiró un pequeño ataque plasma para ahuyentarlos.

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Hippo se despertó confundido ante todo el ruido. Su amigo había actuado raro, llevándolos a otro lugar para dormir y parecía malhumorado.

– Chimuelo, que sucede?

De nuevo el dragón no contestó ni siquiera con un gruñido. Solo se acostó alrededor de Hippo y Astrid y cerró los ojos ignorando a su confundido jinete.

Hippo decidió ignorarlo, no iba a obtener respuestas de todos modos.

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Patapez suspiró aliviado cuando los demas por fin se rindieron y recibieron la indirecta de 'no molestar' del dragón.

– Enserio quería hablar con ellos. – gruñó Patán.

– ¿Para que? – preguntó Brutacio mientras fingía que una rama era una espada y la balanceaba sin mucha gracia.

– Quería disculparme con Hippo y con Astrid. Fui un idiota con Hippo y me comporté un poco asqueroso con Astrid.

Todos se lo quedaron mirando. Nadie esperaba eso.

Brutilda puso una mano en la frente de Patán. – ¿Estás bien?

– ¡No tengo fiebre! ¡Lo digo de verdad!

– Eso es muy lindo en realidad, Patán.

Los gemelos asintieron de acuerdo. Patán le quitó importancia.

– No me pude disculpar al final, asi que no creo que sea nada aún. Ni siquiera sé si me van a perdonar.

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En la mañana, Astrid e Hippo bajaron de la cueva y hablaron de todo y nada. Se sentía bien poder empezar de cero con alguien con quién no tenías una buena historia. Relajante y muy aliviador.

– ¿Entonces no quieres ser el líder de tu isla? – preguntó incrédula. Hippo negó avergonzado.

– Sé que es un gran honor. Pero esas cosas de ser líder, guiar y demás jamás fueron cosas mías. Nunca tuve la madera. Soy un aventurero, Astrid, no un líder. No creo que jamás lo vaya a ser.

Astrid entendió, incluso si ser líder era el sueño de Astrid, entendía que alguien con el alma tan libre como Hippo no podría atarse a un rol que lo mantenía en un solo lugar.

No, Hippo era viento, y el viento no puede ser contenido. Va y exploraba cada lugar, cada rincón. Pero al final el viento siempre volvía.

– ¿Si no eres tú, quien tomará tu lugar?

– Eret, Chrissy, Alex y Heather se ocuparán del manejo de las islas que son parte de la Unión de los defensores del Ala, todos son los futuros representantes de cada isla. Si me caso probablemente mi futura esposa sea la líder de la isla principal y la líder de la Unión en general. Si no me caso entonces mi madre pondría a un jefe interino cada vez que me vaya de viaje o necesite un descanso... Aún estamos viendo.

El rostro de Hippo se veía cansado. Había un temor subyacente ante la idea de tomar un cargo que lo ataría a tierra. Cómo si la sola idea de encadenarse a la tierra por un segundo fuera horrible.

Astrid se dió cuenta de cuánto amaba Hippo el cielo, sus pies no podían (de una manera metafórica) estar en la tierra ni por un segundo. No cuando la eternidad del cielo lo esperaba ahí arriba.

Astrid juró ayudar a Hippo lo mejor que pueda y jamas permitir que ese miedo se vuelva real.

De repente escucharon pasos aproximándose a ellos. Hippo subió a la grupa de su dragón y se ocultó en aquella cueva en la que habían dormido.

Observó a Etoico entrar a la cala y su cuerpo se congeló en miedo.

– Jefe. – saludó intentando ocultar el miedo. El rostro del jefe no parecía cálido ni amable. Solo lleno de sospecha.

– Que haces acá, espía?

Su cuerpo se estremeció ante el tono brusco de sus palabras. Desde que llegaron a Berk luego de todo el 'incidente', como prefería llamarlo Estoico, ha tratado a todos mal. Incluso a Bocón. La única que se ha salvado es Gothi y es porque es la sabia de la aldea.

– No soy una espía. – dijo cansada, que la tratarán así, como una traidora, dolía. Más si era de parte de su jefe.

Al jefe no le gustó su tono, Astrid se corrigió rápido; – Estaba paseando, me gusta pasear por las mañanas.

Eso no lo convenció, de hecho, lo enojó; – Me crees estúpido?! Seguro que estás esperando a alguien de esas islas del infierno para darles información de nuestra tribu!

La ira la recorrió como una vieja amiga y no pudo aguantarse las ganas de gritarle.

– ¡No soy una espía! ¡¿Por qué no hace algo útil, viejo de mierda, en vez de culparme a mi por apuñalar a su hijo?!

La cara de Estoico se volvió roja y cuando menos lo pensó su cuerpo golpeó el suelo ante la fuerza de la bofetada. El dolor recorrió su mejilla y Astrid quiso llorar, no por el dolor, sino por la humillación.

– Me vas a respetar! Soy tu jefe! Me hablaras con respeto!

Estoico se acercó a ella y Astrid se estemeció por tercera vez en esa mañana. Le pegarla de nuevo?

Una mancha negra se interpuso en el camino del jefe. Sus ojos se aclararon y observaron a Chimuelo y a Hippo.

Hippo no se veía feliz. – Eres un maldito hijo de puta, Estoico. Odín, te odio tanto ahora mismo.

Rey de los dragones [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora