10-A cada cual su sueño
**Sasakibe**
Cuando entro en casa cierro la puerta tras de mí y me quedo apoyado en esta durante unos largos segundos suspirando. Si miro a mi alrededor, puedo ver los colores que me rodean por doquier, la arquitectura retorcida de nuestra casa y todo lo que oculta tras cada puerta. Puedo oírles...cómo respiran, cómo sollozan...nuestras muñecas vivas...
-Sasa-chan- abro los ojos al reconocer esa preciosa e infantil voz que me hace girar la cabeza hacia el inicio de las escaleras de caracol en la que hay sentado un niño, que no aparenta más de ocho años de edad, vestido como una más de nuestras muñecas, con su hermoso pelo azabache arrastrándole por el suelo y sus ojos azules mirándome tan fijamente que podrían absorber mi maldita alma. –Sasa-chan...lo he sentido...aquí, en mi pecho...mi nii-chan...-
-Lo siento...- cierro los ojos para que las lágrimas no broten de ellos y aprieto los puños agachando la cabeza. –Lo siento pequeño...-
-Quiero verle. - cuando vuelvo a mirar a esa criatura, noto que sus ojos muestran mucha más voluntad que la que tengo ahora mismo. Asiento con la cabeza y le pido que me acompañe a otras dependencias más profundas de la casa donde tenemos el laboratorio y el quirófano. Allí ya oigo jaleo, por lo que mi hermano y el doctor Kurotsuchi Mayuri ya deben estar haciendo los preparativos.
-No estás obligado a mirar si no quieres...no es agradable...- el pequeño me mira de reojo sin decir nada mientras yo contemplo su minúsculo cuerpo proporcionado. Solo dios sabe porque nacen criaturas tan especiales y desdichadas como él. Llevo cuidándole desde que Zeidritiz los trajo aquí...a los dos...pero, aunque fueran idénticos, para mí, este pequeño es una debilidad...
-Zei-san ¿puedo entrar? - el muchacho se dirige a mi hermano el cual ya tiene su bata blanca puesta y se está poniendo los guantes mientras sonríe al pequeño.
-Por supuesto, Sen. Te estábamos esperando-
**Sen**
Aprieto mis pequeños puños mientras ando hacia la camilla en la que está tumbado mi gemelo. Sasa-chan se apresura en acercarme una silla para que pueda subirme y poso mis manos sobre la camilla muy cerca de uno de los brazos extendidos de mi hermano. Su rostro está completamente ceniciento, tiene algunos rasguños en la cara y la cabeza completamente vendada, aunque con manchas de sangre recientes. Pese a su lamentable estado, su pecho asciende lentamente para luego descender al mismo ritmo. Aún su corazón late. Aunque sea de modo artificial, están manteniendo su cuerpo vivo...
--Flashback—
-Nii-chan...- entro con algo de miedo a la habitación de mi gemelo viéndole sentado frente al espejo de su habitación peinándose su larga melena negra. Siempre que le veo arreglarse y vestirse, siento tanta admiración como envidia al ver su hermoso cuerpo estilizado propio de un chico de trece años. Sin embargo, yo...sigo teniendo el reflejo de un niño de ocho...y así será siempre...
-Sakura-chan...- me encojo sobre mí mismo cuando mi hermano me lanza su cepillo que termina estrellándose contra la pared de mi espalda. Su fallo le hace gruñir y veo sus pies acercándose a mí hasta que se detiene y me engancha del pelo para arrastrarme fuera de su habitación.
-Te he dicho que no me llames por ese nombre tan femenino ¡¡lo detesto!!!-
-Pe...pero es cómo te llamas, nii-chan...a mí me gusta...-
-¡¡CÁLLATE!! ¡¡eres un monstruo!!! ¿¿Cómo es posible que siendo ambos huérfanos a ti te dieran un nombre tan grande como el de Senbonzakura y a mí solo Sakura?? No es justo...yo soy el gemelo perfecto, debería llamarme así...- pese al dolor que me han dejado sus patadas y el tirón de pelo, me levanto sacudiéndome el yukata y le miro con un brillo de tristeza al ver sus ojos aguados por lágrimas rabiosas. Es verdad...él es perfecto...más hermoso que los cerezos en flor, por eso le quiero tanto...aunque él a mí...no....
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"La voz prohibida"
Fiksi PenggemarUn tiempo oscuro, atroz, donde se mueve lo peorcito de la ciudad. Personajes con personalidades retorcidas, que buscan sobrevivir en una época trágica, donde el aprovecharse de otros y disfrutar del sufrimiento del otro es el pan de cada día. Varias...