Capítulo treinta y ocho.

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Chaeyoung salió de su habitación. En la casa lo único que se oía era el silencio. Asomándose por el pasillo, vigiló que Jeongyeon no estuviera por ahí para ir al cuarto de Mina. La noche anterior Jeongyeon le había gritado y escuchó palabras que ella nunca pensó que oiría. Chaeyoung se había tentado en el insultarlo también, pero se contuvo y mantuvo la compostura. Nayeon había tratado de tranquilizarla, pero el dolor y la decepción que sentía por su hija era algo que nadie podía reparar.

—¿Chaeyoung?—La voz de Nayeon la sobresaltó, antes de que pudiera girar la manilla de la puerta.—¿Qué haces?

—Sólo quiero ver un segundo a Mina.

—Chaeyoung...—Susurró con un tono de tristeza en su voz. Se acercó hacia su hermana.—Mina se fue.

—¿Qué?

—Mina se fue.—Repitió.—Se fue temprano con ella al aeropuerto, antes de que despertaras.

A Chaeyoung se le aceleró la respiración. El corazón le latió con violencia, mientras trataba de entender las palabras de su hermana. Sin pensarlo dos veces abrió la puerta de la habitación, pero en vez de encontrarla ahí se encontró con la cama hecha. Intacta. El pecho se le cerró. No sabía que hacer o que pensar, pero lo único que sabía era que Mina se había ido.



Jeongyeon y Mina caminaron por el aeropuerto. Jeong miró a su hija. Dios, se le veía tan bonita y a la misma vez tan frágil. era la réplica idéntica de su otra madre, y daría cualquier cosa por verla feliz.

Nayeon la había insultado de todas maneras que conocía cuando le dijo que se llevaría a Mina fuera de la ciudad, y cuando había discutido con Chaeyoung, se le destrozó el alma. Ellas dos le habían dicho cosas que jamás pensó que escucharía y de repente sintió que la culpa la carcomía por dentro. Daría su vida por ella. Lo único que quería era protegerla y que fuera una mujer exitosa en su vida. Miró a Mina enfadada.

—Te quedarás en Busan con tu abuela las últimas dos semanas que te quedan de vacaciones. Y ni se te ocurra empezar a salir con chicos todavía. No quiero oír ningún problema después, ¿Entendiste? Te portas bien.

Mina miró hacia delante, con los ojos apagados y fijos en el avión que tenía al frente. Agarró firmemente su mochila en el hombro. Era tan preciosa y no se merecía todo el dolor por el que estaba pasando ahora, y eso a Jeongyeon le dolió en el corazón.

—De vuelta a clases, estudiarás todos los días.—Le dijo con brusquedad.—Y retomarás tus clases particulares. Yo misma me encargaré de eso, ¿Me escuchaste?

Mina se volteó a verla. Sus ojos se clavaron en ella con una intensidad que la congeló.

—Te odio.

Sus palabras fueron como una daga directo al corazón.

—No sabes lo que dices cariño.

—Ojalá nunca hubieses sido mi madre.

—Mina...

—No entiendo como mamá se pudo enamorar de alguien como tú.—Dijo, su voz fría y seca. Su cara se mantenía inexpresiva mientras pareciera como si dijera esas palabras con naturalidad.—Siempre traté de que hacer que me quisieras, pero ahora me di cuenta de que ese fue el error más grande que cometí. Tú no me quieres.

—¿Pero que estupideces dices Mina? Por supuesto que te quiero. Lo sabes.

—No, jamás me quisiste. Siempre fui una pérdida de tiempo para ti. No tienes de que preocuparte, lograste quitarme lo que más amaba en este mundo, lo que me había hecho sonreír cuando nadie más lo lograba, pero bien, ahora no te molestaré más.—Suspiró y miró hacia el avión.—Espero que lo pases bien y dile a Chaeyoung que la amo.

➤Una Tía Sucia | 𝑴𝒊𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒈 𝑮!𝑷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora