Capítulo 16| Porque me gustas.

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Noah🫀

La primera vez que besé a Ellery, tenía trece años y ella doce, y mierda, solo presionamos nuestras bocas, pero dentro de mí se sintió como si algo hubiera estallado, por más cursi que pueda sonar; pude ver la galaxia tras mis párpados.

La segunda fue hace unas semanas y el momento está difuso en mi mente, solo siendo capaz de revivirlo en sueños, anhelando el momento en el que se volviera a repetir.

Y ahora, sintiendo nuevamente sus labios moviéndose sobre los míos, solo quiero que el tiempo se detenga y quedarnos así para siempre. Un agradable cosquilleo me recorre completo cuando ella enrosca sus dedos en el cabello de mi nuca y me atrae más cerca, y no me quejo, sino que gruño, sosteniendo su cintura para pegarla a mi pecho.

Tanto tiempo anhelando este bendito momento y no quiero que pare, me rehúso a que pare. 

Domino el beso con suavidad y profundidad, aprovechando el momento en el que suelta un sonidito que reverbera dentro de mí para sumar mi lengua a la ecuación. Joder, podría morir ahora mismo y sería la mejor muerte de todo el maldito mundo. No sé qué pasará una vez nos separemos, pero por si acaso llega a ser nuestro último beso, me encargaré de que sea memorable, que cada vez que mire su boca recuerde que la mía estuvo ahí. Que quede grabado a fuego en su corazón justo como quedará en el mío, porqué jodido infierno, creo que ni teniendo amnesia sería capaz de olvidar el sabor a fresa de sus labios, su calidez, la reacción de mi cuerpo ante ella.

Odio el maldito segundo en el que nos vemos obligados a separarnos por falta de aire. Maldito oxígeno insuficiente. Me alejo, no sin antes dejar un último beso.

—Noah —jadea, pareciendo aturdida.

—¿Sí, peque? —Sin poder evitarlo recorto la distancia, sosteniendo ambos lados de su rostro para dejar otro beso en su boca, y luego otro, y otro, y otro. Suspiro, extasiado.

—No puedo hablar si haces eso —acota a duras penas.

Joder. Saber que la afecto no debería sentirse tan bien.

—Dime que me detenga —suplico, incapaz de alejarme de ella. Llámenme dramático, pero algo dentro de mí me dice que no volveré a estar tan cerca, así que vuelvo a dejar pequeños besitos hasta esconder mi rostro en su cuello. La abrazo con fuerza, teniendo que agacharme un poco.

Me obligo a permanecer ahí. Es la única forma en la que la dejaré hablar.

—No quiero que te detengas —admite y gimo, torturado—, pero estoy… confundida.

Okay, Noah. Eres un hombre. Uno capaz de dominar sus emociones. No necesitas ocultarte. Si acaso te pide que no lo vuelvas a hacer, entonces la besamos hasta convencerla de lo contrario.

Suelto un suspiro antes de salir de mi escondite.

—¿Confundida sobre qué? —Trato de mantenerme centrado, pero el sonrojo en sus mejillas y sus labios hinchados por mis besos me complican la tarea.

Tan jodidamente preciosa.

—Los mejores amigos no se besan, Noah —murmura.

—¿Entonces por qué tengo tantas ganas de besarte ahora? —Presiono otro beso en sus labios, odiando la idea de alejarme, pero haciéndolo porque por más que quiera, no puedo simplemente ignorar su preocupación.

—Noah —advierte, dando otro paso hacia atrás.

—¿Sí, solecito? —Utilizo aquel apodo que sé que odia, pero que a mí me encanta porque es exactamente lo que ella representa en mi vida.

Los mejores amigos no se besan (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora