Ellery🌷A veces me gusta pensar en mi futuro, suele ser algo estresante y terrorífico a veces, pero aún así me gusta imaginar que una vez termine el instituto estudiaré algo relacionado al arte o las letras, y que sin importar por cual rama termine tomando, trabajaré en alguna editorial ya sea como diseñadora de portadas o como correctora de algún libro.
Aunque bueno, viendo que soy mejor dibujando que escribiendo, la primera opción sería lo mejor. Me gusta dibujar, darle color a mis bocetos, la sensación de paz y plenitud que se instala en mi pecho al ver mi trabajo terminado, el como algo que solo estaba en mi mente sale tal cual a la realidad; como si lo hubiera impreso. O bueno, solo en algunas ocasiones, otras terminan siendo una completa basura que no desearía ver ni en mis pesadillas.
La primera vez que tomé un lápiz con la intención de dibujar fue a los diez años. Recuerdo que estaba obsesionada con una serie que iba de dibujar cosas que luego se hacían realidad y mi mente infantil creyó que era buena idea intentarlo, pero luego se dio cuenta de la realidad, porque no importó cuántas veces dibujara a mi padre… él nunca regresó.
Y es jodido.
No debí haberme sentido como lo hice en aquel momento. Cuesta entender que quien se va de tu lado es porque no quiere estar contigo, y no es tu culpa; simplemente no podemos forzar algunas cosas. Y quien no quiere estar, es mejor que no lo esté.
Tal vez él no se sentía feliz aquí. Mamá y yo tal vez no cumplimos sus expectativas. Quizás tenía mejores planes para su vida y nosotras no éramos parte de ellos. O quizás tenía otra familia y prefirió estar con ellos que con nosotras… no lo sé, solo son meras suposiciones.
A veces también me gusta torturarme con preguntas sin respuestas.
Mamá y él no estaban casados, estaban juntos porque supuestamente se querían, aunque si retrocedo años atrás más bien parecían dos compañeros de piso con una hija en común que apenas se soportaban. Eran discretos con sus discusiones, solían encerrarse en su habitación con la intención de que yo no los escuchara y funcionaba la mayoría de las veces. Luego salían de la habitación y papá tomaba su chaqueta y salía de casa, horas después volvía, se disculpaba y luego había un pequeño momento de paz antes de que la tormenta se volviera a repetir. Tenía diez años cuando él se fue, y lo extrañé.
Era un buen papá cuando no discutía con mamá, solía sentarme sobre sus hombros y simular que era un avión, otras jugaba conmigo al té, o se sentaba a mi lado a leerme mientras yo estaba recostada en sus piernas. Solía prepararme hotcakes los fines de semana con malteada de chocolate a pesar de las réplicas de mamá, después del desayuno cero recomendado por los doctores; mamá, él y yo tomábamos asiento en el sofá y veíamos películas por el resto del día.
Teníamos una buena vida a pesar de los altibajos, y eso era normal, ¿no? Éramos una pequeña familia con sus defectos, como cualquier otra. Creía que éramos felices.
Tal vez me equivoqué.
El pequeño canto del pajarito que tiene su nido en una rama junto a mi ventana me saca de mis pensamientos, parpadeo y siento como la pequeña línea de agua brota de mi ojo izquierdo, con un bufido la retiro de ahí.
Ya pasó, Elle. Y no vale la pena lamentarse por algo que no podemos cambiar.
Me repito como cada vez que eso sucede. Y lo odio, se supone que es una herida que ya cicatrizó, ¿por qué mierda sigue doliendo entonces?
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Los mejores amigos no se besan (Nueva Versión)
Ficțiune adolescențiElle y Noah. Noah y Elle. Ambos son lo opuesto del otro. Mientras Noah prefiere la adrenalina que le provoca el basquetbol, Ellery prefiere la calma que le ofrece un buen libro y su habitación. Son como el sol y la luna, pero aun así logran compleme...