Capítulo 25| Enciende el corazón

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Ellery🌷

Observo el techo tratando de enfocarme en las pegatinas en forma de estrellas que se han ido desgastando a lo largo de los años, tratando de enfocarme en cualquier cosa que me distraiga de mis pensamientos.

No son una buena compañía en este momento.

Quisiera decir que fui como esas heroínas que a menudo leo en los libros, esas que son de habla fácil e ingeniosa, pero no. Fui más bien de esas que tanto he criticado cuando se quedan calladas en los momentos más importantes de la trama. Siempre me había preguntado por qué hacían eso; ahora las entiendo un poco más.

No es que no quieran hablar, es que simplemente las palabras no salen. Están ahí, registradas en tu cerebro y en la punta de la lengua, pero tu boca no se abre, es como... si te quedaras atrapada en tu propio cuerpo, y solo fueras capaz de ver cómo todo se va por el caño sin poder hacer nada al respecto.

La respuesta era sencilla: claro que no, Noah. Te quiero, y te quiero en serio.

Solo eso.

Estaban ahí, solo tenía que soltarlas. Y no pude.

No. Pude. Hacerlo.

Me giro de lado sobre la cama soltando un sollozo y enterrando mi rostro en la almohada mientras vuelvo a sentir como el hoyo se hace más grande a cada segundo que pasa. No me doy cuenta que las lágrimas hicieron su salida hasta que veo las manchas húmedas en la funda de la almohada.

Suspiro, cubriéndome la cara con el brazo y estrujando mi cerebro en busca de una solución.

No puedo perder a Noah. No puedo.

Sí, puedo vivir sin él, pero no quiero hacerlo.

No sería lo mismo. Mi vida no sería la misma.

Es la única persona con la que encajo, con la que puedo ser yo misma. Donde no tengo que ocultar nada de mí misma y por alguna extraña razón a él parece gustarle cada una de mis facetas.

Y Dios sabe que a mí me encanta cada una de las suyas.

Me gusta el Noah tranquilo y reservado.

Me gusta el Noah risueño y juguetón.

Me gusta el Noah triste y desanimado.

Me gusta el Noah travieso y seductor.

Él solo... me gusta.

No hay cosa de él que desearía cambiar.

Él es la pieza de mi rompecabezas.

Dándome la vuelta número mil sobre la cama, mis ojos caen en el celular olvidado en mi mesita de noche que revela las 2:40am.

Tengo cinco horas antes de volver a verlo.

Cinco horas para pensar en alguna manera de remediar mi error. De borrar esa mirada de su rostro y hacerle saber que no hay nada en el mundo que quisiera más que a él. Su mirada herida parece un tatuaje en mis retinas.

Me levanto de la cama y me dirijo a mi cómoda.

-¿Por qué eres así? -Me quejo, mirando mi reflejo en el espejo.

Los mejores amigos no se besan (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora