Los mejores amigos no se besan (Nueva Versión)

Capítulo 31| Cuestión de confianza

Noah🫀

Uno de los mayores orgullos del Instituto Jackson son los deportes. La gran vitrina con fotos y trofeos de campeonatos pasados es básicamente nuestro museo. Hay trofeos tanto de fútbol como de básquetbol. Mi mirada cae en la foto de mi antecesor: Elliot Campbell. El tipo era jodidamente bueno con el balón, tanto así que he tenido que esforzarme el triple para poder lograr estar a su altura.

No hubo un campeonato que perdiéramos con Campbell guiando a Los Lobos. Dejó la vara bastante alta, unos zapatos qué no sé si he podido llenar. Se graduó hace un año, y el entrenador por alguna extraña razón decidió que yo sería un buen sucesor. Todavía no sé si he logrado estar a la altura, pero me he esforzado cada día para que así sea.

Quiero dejar huella en el mundo. Quiero ser recordado. Quiero que en algún momento del futuro mi cara y la de mis chicos formen parte de la historia de este equipo.

—Hey —Ben llega a mi lado, palmeando mi espalda—. Rivers nos espera, ¿qué haces aquí? —Su mirada sigue la mía, recorriendo los trofeos y el gran lobo plateado que nos devuelve una mirada orgullosa.

—Solo… motivándome —respondo, dándole una última mirada al lobo antes de seguir a mi amigo a la cancha.

—¿Estás bien hoy? —Pregunta una vez en los vestidores donde deja caer su bolso de entrenamiento sobre la banca.

—Sí, ¿por qué lo dices? —Me saco la camiseta para reemplazarla por la del equipo y hago lo mismo con los pantalones.

—No lo sé. —Se encoge de hombros—. Te veías… melancólico mirando la vitrina.

—Nada importante. —Guardo la ropa en mi casillero y me apresuro a salir.

El partido que decidirá el resto de mi vida está a solo días. Salpico mi cara con agua de mi botella para despejar mis pensamientos y luego me centro en el juego, guiando a mi equipo en, lo que confío, es una victoria segura.

Un par de horas después me fuerzo a poner un pie delante del otro. Rivers es casi tan competitivo como yo, algo que odio tanto como lo agradezco. El ser competitivo te motiva a esforzarte más, pero cuando el dolor muscular va tomando lugar no es como si me molestara tomar un jodido descanso.

—Joder. Rivers está como una cabra —se queja Ian a mi lado, masajeando su hombro—. Entiendo que quiera que ganemos, pero no nos servirá de mucho el entrenamiento si nos estropea el cuerpo. —Hace una mueca cuando los huesos de su brazo se hacen escuchar.

—Nada que una buena ducha fría y una noche de descanso no resuelvan —dice Gabe, tan optimista como siempre.

—Eso suena bien —secunda Luca con una sonrisa—. Nos vemos luego —se despide, caminando a la parada del bus.

—¿No quieres que te lleve? —Propongo, señalando mi auto a unos pasos.

—No, gracias. Tengo que hacer unos mandados antes de llegar a casa. —Me da una sonrisa de boca cerrada y agitando la mano sigue su camino.

—Luca a veces me preocupa. Trabaja demasiado, ¿no creen? —Ian mira preocupado la espalda de nuestro amigo.

—Me hace estar agradecido por los padres que me han tocado —dice Gabe, aplanando los labios. Y eso es mucho viniendo de él ya que prácticamente se ha criado solo debido a unos padres obsesionados con el trabajo.

Luca no nos cuenta mucho sobre su vida, pero lo que sí sabemos es que sus padres son unos jodidamente irresponsables que lo dejan totalmente a cargo de su hermanita pequeña, Alice, quien apenas tiene siete años. La única ayuda que recibe es la de su vecina, una señora mayor que lo ha visto crecer. Ha querido dejar el equipo muchas veces para dedicarse a su hermana, pero no lo ha hecho porque su historial de jugador le podría ayudar con una beca deportiva en la universidad. Tiene dieciocho años, debería estar más preocupado en salir con chicas e ir a fiestas, pero su mayor preocupación es que a Alice no le falte nada.