Capítulo 26 | Nunca he dejado de hacerlo

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Ellery🌷

—¿Por qué no estabas cuando fui por ti?

Alzo la vista de mi libro, sorprendida y con el corazón a punto de salirse de mi pecho ante las bruscas palabras de Noah, a quien no he visto en todo el día hasta este momento.

Cuando llegué en la mañana no tuve mucho tiempo de buscarlo, pues a Ben le dio por pasar por una gasolinera y llegamos tarde, apenas el portero nos dejó pasar. Y lamentablemente mis tres primeras clases no las comparto con él. Ahora debería de estar en clase de física, pero el maestro Collins no se presentó, por lo que decidí escabullirme al patio trasero para al menos ocupar mi mente en algo más que no sea rememorar los últimos acontecimientos.

No digo que haya funcionado y que pude haberme concentrado en las líneas de mi libro, pero al menos hice el intento.

Me aclaro la garganta antes de hablar y cierro el libro, pasando un mechón rebelde tras mi oreja.

—¿De qué hablas? —Lo miro confundida.

—No estabas en tu casa cuando fui por ti —repite con cierta dureza en su tono, sus ojos escudriñando mi cara—. ¿Por qué?

—¿No le pediste a Ben que lo hiciera por ti?

No estoy entendiendo nada…

—¿Por qué mierda le diría a Ben que fuera por ti? —Inquiere con tono irónico—. Buscarte en las mañanas es mi jodido placer. No puedes quitármelo —declara con seriedad, sus facciones endurecidas y su mirada enojada.

—Pensé qué…

—¿En serio crees que te haría a un lado después de anoche? No soy un imbécil y tú eres mía. —Revuelve su cabello con exasperación, ignorante a que sus palabras me han devuelto la capacidad de respirar con normalidad. Mi corazón late enloquecido en su lugar—. Él no puede ir por ti. Ese es mi trabajo —decreta.

—Oh, Noah —murmuro, no soportando más la distancia entre nosotros. Y justo cuando estoy por pararme e ir a su lado, me quedo congelada en mi lugar cuando Jessica aparece de la nada.

—Se te quedó esto en la clase de Holland, Noah —dice en un tono coqueto.

Y no sería nada si su labial no estuviera un poco corrido y por primera vez notara las manchas de pintalabios del mismo color en el cuello de Noah.

Mi mano viaja a mi pecho casi de manera inconsciente y las lágrimas pican tras mis párpados cuando los cierro. Me doy ánimos y palmaditas mentales para no derrumbarme en este momento. Esto no cuadra. Noah no es así. Noah no sería capaz de hacerme algo así, ¿verdad?

¿O en serio lo hice tan mal que lo lancé a los brazos de ella?

—¿Por qué ella tiene la cadena que te regalé? —Señalo el dije que cuelga del cuello de la rubia mientras a miro a Noah herida, quien confundido  se tantea el cuello antes de mirar a Jessica, quien juega con el dije de la cruz en su dedo índice.

—Se le cayó mientras… tú sabes. —Sonríe llena de insinuación y me guiña el ojo—. Pensé que sería una linda manera de hacerle saber a todos que ya estamos juntos.

Los ignoro a los dos.

—De acuerdo —asiento tratando de mantener la compostura mientras recojo con paciencia mis cosas sobre la mesa, las guardo en mi mochila y me la pongo—. Felicidades. —Fuerzo una sonrisa en mis labios, mirándolo a los dos antes de colgarme la mochila y darme media vuelta.

«Y tú eres mía» dijo él, pero supongo que él no es mío.

Escucho a Noah farfullar una maldición detrás de mí, pero no me detengo, forzando a mis pies a caminar uno delante del otro. No puedo llorar aquí, no puedo llorar por esto. No. Puedo. Llorar.

Los mejores amigos no se besan (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora