-Sarah-
La diosa quería que me convirtiera en Melinda Gordon por un día, bueno, más de uno seguro con la descripción que me había hecho de mi pobre alma perdida.
Nathan Walker.
Miré su nombre en la pantalla del portátil y le di a enter. Salieron varios artículos datados de siete semanas antes, todos compartían tres palabras en el título: Joven motorista muerto. A partir de ahí, algunos añadían algo más o no. Pero, vamos, todos abarcaban lo mismo.
Cliqué en el primero. Abrí la libreta que había cogido del cajón y empecé a jugar con el boli entre mis manos mientras me sumergía en la noticia que narraba el suceso del que dependía mi cordura mental. Había pasado mis dos días de negación total, pero la persecución del resto de espíritus me había puesto de los nervios. Iba a acabar con esto y si para eso debía ayudar a ese cabezota a irse a la luz, o donde fuera que se iban los espíritus, lo haría. Cuanto antes mejor.
Anoté los datos de mayor relevancia. La mayoría de artículos no me dieron información nueva, nada que el ente divino no me hubiera dicho en la conversación del otro día. Excepto que había algo que no me había dicho: qué tenía que hacer el chico para resolver sus asuntos. Según ella, mi propósito era hacerle entender que tenía que hacerlo pero ¿hacer qué?
Mordisqueé el bolígrafo. En algún lado, debía haber información. Tenía que contactar con él y para eso debía llamar su atención... ¿el problema? Todavía no sabía cómo.
Decidí meterme en su página de Facebook cruzando dedos para que no lo tuviera en oculto o ya la hubiesen eliminado. Es decir, habían pasado siete semanas desde su accidente y lo normal sería que ya hubieran cerrado sus cuentas, pero quizá la suerte estaba de mi lado.
¡Ahí estaba! La excitación de mi descubrimiento fue rápidamente barrida al darme cuenta que Nathan no era de los tipos que subían fotos ni hacían comentarios. ¡¿Entonces para qué coño tenía Facebook?! Me masajeé la frente, no estaba todo perdido, investigué su muro de amigos.
Después de cuarenta minutos de investigación, pude separar los alfileres del pajar.
Kay Wilson
Karla Roberts
Julie White
Y, por último, Dalia, su novia.
Me quedé mirando fotos del grupo de amigos intentando imaginar por lo que estaban pasando, me estremecí al entender que esa habría sido la situación de mis seres queridos si yo hubiese muerto en la sala de operaciones. Era una mierda y ahora venía yo a revolver sus vidas para que su amigo y novio saliese de su escondite. Era una egoísta de mierda, iba a hacerles sufrir para poder yo vivir tranquilamente, pero no podía vivir con gente persiguiéndome día sí día también, no podía. Rocé la pantalla con un dedo, «espero que Nate no me obligue a llegar tan lejos, lo juro».
Llamaron a la puerta.
Era mi hermana pequeña que una vez dentro del cuarto se lanzó directa a mis brazos lo que no me permitió cerrar el portátil, al menos, si quería que no nos diésemos el golpetazo del siglo. Ya en mis brazos, le hice cosquillas. Me pidió que parara.
— ¿Tú crees que esa es forma de saludar a tu hermana mayor? —Pasó de mi pregunta y se quedó mirando la foto que ocupaba gran parte de la pantalla. Se acercó y dio un gritito que me asustó—. ¿Qué pasa? —No entendía nada.
— ¡Lo conozco! ¡Ese es el hermano guapo de Eve, Kay! Eve cambia chuches por fotos de su hermano. Tres chuches una foto normal. Ocho, foto sin camiseta.
Me quedé estupefacta por las palabras que salían de la boca de mi hermana. ¿Eso era legal? Le miré sospechosamente.
— Encontraré en tu cuarto una foto de ese chico, ¿Amy? —Los labios de mi hermana esbozaron una sonrisa que competía con la del gato de Alicia en el país de las Maravillas y luego negó—. ¿Por qué no te creo?
Amy se encogió de hombros. Era una pillina, reí al imaginarme el rostro de mi madre si encontraba fotos de ese chico sin camiseta en el cuarto de mi hermana decorado de princesas Disney. Su niña crecía y eso no le iba a hacer ninguna gracia. Después de todo, yo le había salido defectuosa. No podría soportar otro error.
— ¿Lo conoces?
— ¿Perdón? —Mi hermana señaló al príncipe azul de decenas de niñas del colegio del pueblo, repitió la pregunta—. No, no que yo recuerde.
— Es vecino de la tía Gwen —La miré sorprendida al ver qué sabía ese detalle—, Eve me invitó a su cumpleaños cuando tú estabas en el hospital y él salía al llegar mamá y yo. ¡Es tan guapo! —Amy suspiró dramáticamente—. La mamá de Eve dice que su hijo es el terror de las nenas y Eve dice que de chicos y chicas.
Levanté una ceja al ver el teatrillo de mi hermana pequeña. Era toda una actriz a sus nueve años. Sonreí, sin saberlo, mi hermana me estaba dando información que no iba a desaprovechar. Necesitaba todo lo que supiese de Kay para acercarme a él, incluso su talla de pie aunque, bueno, eso no era realmente útil para mi propósito. Me quedé mirando a mi hermana, era mi punto de acceso a la vida de Nathan Walker. En un pueblo tan pequeño como el nuestro, no debía extrañarme que mi hermana conociera a la hermana de Kay pero, en este instante, no me creía mi suerte.
Había dejado de escucharla inmersa en mis pensamientos.
— Aunque Eve dice que ahora está muy triste, perder a alguien así de repente.
Mi hermana me miró y supe en qué estaba pensando. Se echó a mis brazos y me abrazó muy fuerte.
— ¡Ey! Estoy aquí y no me voy a ir. —La hice mirarme a los ojos, tenía los suyos rojos—. No estés triste porque yo voy a estar cuando te cases y, en el vídeo de fotos de tu vida, colaré el video de tu primera depilación y llorarás, te lo aseguro.
— No te atreverás —dijo indignada Amy revolviéndose en mi regazo—. Eso no lo hace una buena hermana mayor.
— Anda que no, eso es de ser la mejor de todas las hermanas mayores.
La sujeté bien, me levanté de la silla, nos di unas cuantas vueltas riéndonos y nos lancé a la cama bocarriba. Cuando recuperé el aliento me senté y mirándola con una sonrisa mientras ella permanecía en la misma posición en la que la había dejado, le dije:
— Ahora, Amy, hermana preciosa, si quieres que me replanteé lo del vídeo, ¿qué más puedes contarme sobre ese chico?
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Almas entrelazadas
FantasySarah Edgards ve fantasmas. No es una ilusión ni resultado de ningún gen raro familiar. Empezó a verlos después de morir y volver a la vida tras una operación. Pero todo eso no acaba aquí. Lo complicado está en el hecho de que una diosa (sí, una a...