-Sarah-
Recorro su bajo vientre con la punta de mis dedos y noto como se estremece con cada movimiento, su respiración se hace más pesada. Sonrío al saber que está a mi merced, que yo tengo el control. Sin pedir permiso, la mano que no está ocupada acariciándolo asciende hasta su pecho, cuello, hasta llegar a sus labios con los que juega. Me acerco dejando unos pocos centímetros entre nosotros, mi lengua que se siente caliente lame su cuello antes de subir dirección a sus labios. Pero eso no es lo que quiero, deseo. Deseo más, más de él.
Mis manos ahora se pasean por su cuerpo, recorriendo cada tramo de piel a su alcance. Mis labios absorben cada gemido que se escapa de su boca, mis dedos descienden peligrosamente cuando algo, alguien me detiene.
— Ahora me toca jugar a mí.
¡Kay! ¿Había tenido un sueño erótico con Kay?
Por dios, estaba completamente sudada. Necesitaba una ducha y urgente.
Ya en la bañera mientras el agua recorría mi cuerpo, no podía evitar rememorar el sueño. Mi mente me odiaba. A ver, Kay era guapo. Siendo sincera mucho más que eso, pero era el amigo del fantasma al que tenía que ayudar así que no. No era buena idea mezclar cosas. Además, solo era un sueño. No iba a darle más importancia. Soñar era natural y si lo hacías, no sería con alguien que no te atrajese lo más mínimo. Mirándolo con perspectiva, soñar con Nathan habría sido peor. ¡Era un fantasma! Al menos, Kay estaba vivo y aunque no tenía ninguna posibilidad con él, no estaba muerto.
Ya vestida y alistada para ir a la biblioteca a estudiar después de recoger mi habitación, el destino vino a hacer de las suyas. Mi hermana abrió la puerta de mi habitación y canturreó que alguien había venido a verme. Genial. Gracias, universo.
Crucé dedos. Que no fuera Kay, por favor. Todos menos él.
Cuando estuve abajo y vi quién estaba sentada con mis padres, deseé volver a mi habitación y haberme hecho la enferma. En mi sofá, se encontraba nada menos que April, mi ex amiga que ayer me dio el susto de la vida. Entonces, caí. Verla a ella era muchísimo peor que ver a Kay.
**********
Mis padres después de una bienvenida que se podía clasificar sin ningún problema como tensa y fría, nos «propusieron» (fue una orden camuflada) que necesitábamos tiempo a solas y que nos fuéramos al jardín.
Llevábamos un rato sentadas en los columpios cuando decidió que ya era hora de hablar, yo no pensaba lo mismo. No teníamos nada de qué hablar. Puede que mi actitud fuera cortante y fría, pero no tenía ganas de pasar tiempo de pasar con April.
— Mira, ya veo que ha sido mala idea venir sin avisar, pero ya he visto que esperar a que tú decidas hacer algo tampoco valía, así que algo tenía que hacer.
— Presentarte en mi casa de buena mañana para acorralándome, ¿era una buena opción? —contraataqué.
— ¡No, maldita sea! —Se levantó del columpio y se puso delante de mí—. Pero no me has dejado opción, he ido llamando a tu casa desde que vine y sé muy bien que te han dicho que quería hablar contigo y tú ni siquiera te has molestado a decirme que no quieres hacerlo. Simplemente has hecho como si yo no existiera.
¿Hacer que no existía, en serio? ¿Qué había hecho ella cuando a mi me diagnosticaron el problema del corazón? ¡Desaparecer!
— ¿Duele, verdad? Pues ya sabes lo que se siente y si lo que quieres es que te lo diga en la cara pues lo haré: No quiero verte, te perdono por desaparecer de mi vida cuando más te necesitaba. Ahora, ya puedes irte.
Iba a irme cuando me detuvo poniéndose delante de mí.
— ¿No podemos volver a empezar? Me arrepiento mucho de lo que te hice, pero no puedo volver a atrás. Lo haría si pudiera, pero no puedo. Y si lo que de verdad quieres es que me vaya, lo haré. Pero, antes dime si de verdad no hay ni una pequeña posibilidad de que volvamos a ser amigas...
Tenía el no en la punta de la lengua, pero ¿era justa? Todavía estaba dolida por su comportamiento, pero nunca había encontrado ninguna otra amiga como April. Antes de nuestro distanciamiento, habíamos sido uña y carne. ¿Podíamos volver a serlo? El despecho era un gran aliado en la batalla, pero un compañero pésimo en la vida. «Perdonar es de débiles», y no hacerlo de cobardes.
— No has dicho nada así que no está todo perdido. Haré lo quieras para solucionarlo.
No dije nada, pero mi mente ya estaba rulando. April conocía a Nathan, todavía no sabía de qué, pero podría venirme de ayuda. Quizá el destino no era tan malo como había pensado.
— Poco a poco. No puedes esperar que todo vuelva a ser como antes desde ya —Ella asintió entendiendo que mi oportunidad de volver a ser amigas era tan frágil como... bueno, mi antiguo corazón.
— ¿Y de qué quieres hablar?
— ¿Qué te parece de por qué estabas en la cafetería ayer? —Me preguntó si Karla no me había contado y yo negué, ¿qué tenía que ver esa amazona aquí? April suspiró y chistó —. La verdad es que Karla y yo salimos durante un par de años.
— ¿Salir, salir? —Ella asintió y me miró buscando mi reacción—. Bueno, siento que no funcionara.
— ¿No vas a preguntarme nada más sobre eso?
— No, ¿por? Si yo te dijera que salgo con un chico, ¿me preguntarías algo más? No, pues ya está.
— Eres la primera que reacciona así, como si fuera normal. —Le dije que lo era—. Gracias.
— No me las tienes que dar.
— Aun así, gracias. Siempre tuve miedo a las reacciones, ojalá todos hubieran reaccionado como tú.
No sabía con qué tipo de gente se había juntado después de mí, pero vamos si habían reaccionado exageradamente les faltaba un tornillo. En fin, debía volver la conversación al tema de interés.
— Entonces, conocías a Nathan —afirmé con una sonrisa.
— Sí, era un chico huraño pero sensible a la vez, aunque siempre evitaba demostrarlo llevando esa armadura de chico malo que nadie creía. De verdad pensaba que con Dalia había encontrado su cuento Disney.
— ¿Hay algo malo? —April negó con la cabeza.
— Lo malo viene cuando tu relación hace aguas. —Le dije que no la entendía, todo el mundo definía a esa pareja como perfecta. —A ver, te lo voy a explicar con una comparación muy simple. Nate es un barco y como tal este se mantiene en su sitio por un ancla que en este caso es Dalia, y solo se mantiene por esa ancla. Es entonces cuando empiezan los problemas, porque cuando venga mal tiempo, Dalia es la única capaz de mantenerlo en su lugar y debe tirar mucho de él. Cuando todo iba bien, no había problemas. Pero cuando las cosas iban mal Dalia estaba ahí para él, pero para Nate ella era perfecta y lo perfecto no tiene problemas. Ella siempre se callaba para no romper ese pedestal donde él le había puesto. Y eso es lo peor que puedes hacer, los problemas de ambos tienen la misma importancia. No era justo para Dalia.
— Ella no lo ve así. —April chistó.
— Está demasiado hecha polvo para pensar en eso, pero cuando comience a superarlo lo verá. No quiero decir que Nate fuera malo, pero no era una buena relación.
Mi conocida (todavía no podía llamarla amiga) me dejó unos segundos para que asimilara toda la información. En sus últimas palabras, noté un cierto tono de tristeza o reproche.
— ¿Karla sabía lo que pensabas?
— Sí. Fue una de las cosas que me reprochó el día que rompimos.
No supe qué decir. Nunca había roto con nadie, más bien, no había salido con nadie. Así que me quedé callada y solo le puse una mano en el hombro. April me miró y me agradeció el gesto. Suspiró y mirando el reloj me dijo que debía irse, le acompañé a la salida aunque me aseguró que todavía se acordaba.
Iba a despedirme cuando mi móvil vibró, ella me dijo que lo mirase por si era importante.
Kay: T apetc kedar?
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Almas entrelazadas
FantasySarah Edgards ve fantasmas. No es una ilusión ni resultado de ningún gen raro familiar. Empezó a verlos después de morir y volver a la vida tras una operación. Pero todo eso no acaba aquí. Lo complicado está en el hecho de que una diosa (sí, una a...