Capítulo 18

36 6 0
                                    

-Nate-

Karla, Julie y Dalia habían decidido quedar en casa de la segunda y ahí me encontraba yo esperando que mi chica llegara.

Las dos primeras habían decidido matar el tiempo jugando al Rummikub y Julie iba ganando tres a uno. Yo mientras miraba la televisión deseando que mis amigas hubiesen dejado un canal mucho más interesante que el de los documentales. Una tarde «maravillosa», vamos.

— ¿Crees que a Kay le estará yendo bien? —El nombre de mi amigo me llamó la atención—. Es decir, está intentando salir con la chica que Nate nos ocultaba. ¿No es un poco raro?

— No sé, Julie. La chica es legal y nunca había visto a nuestro amigo tan apurado por escribir un mensajito, así que quién sabe —dijo Karla encogiéndose de hombros—. Quizá Aquiles ha encontrado su talón.

¡¿Qué Kay estaba saliendo con Sarah?! ¿Pero esta chica no entendía el significado de no acercarse a mis amigos? «Él la buscó». ¡Cómo si los juntaba a la fuerza el monstruo de las galletas!

— Tía, es alguien encuentra su talón de Aquiles no Aquiles encuentra su talón.

— ¡Qué más da! Me has entendido, ¿no?

Las dos se echaron a reír. A pesar de que no me gustaba el interés de Kay por la pelirroja, ver a mis amigas así de felices como si no hubiera sucedido nada era reconfortante. Saber que la herida empezaba a cerrarse era lo correcto.

Iba a irme a buscarlos cuando el timbre de la puerta sonó, maldije.

Era Dalia.

Mi plan debía esperar. La posibilidad de ver a mi chica sin sonrisas falsas y sus ojos tristes podía más conmigo que el enfado por lo de Kay, el enfrentamiento con la pelirroja podía esperar. Esto no.

Estaba preciosa, bueno, como siempre. Incluso recién levantada, era adorable. No parecía humana.

— ¿Habéis jugado al Rummikub sin mí? —dramatizó—. Esto no me lo esperaba de vosotras.

— Anda, cállate y coge un aparato de esos —le recomendó Julie señalando la caja del juego.

— Julie, en serio, deberías aprender a hablar...

La risa impidió a Karla seguir la frase, risa a la que se unieron las otras dos.

— Somos imposibles —reconoció Dalia.

— IN-CRE-I-BLES, lo que somos es increíbles —corrigió Julie dando la vuelta a las fichas para poder empezar otra partida.

— La autoestima la tenemos bien alta, eh.

— Pues claro, nadie va a quererme como lo hago yo —dijo Julie resuelta escogiendo las fichas para la nueva partida.

Las chicas estuvieron un rato hablando del futuro, de la universidad que cada vez se acercaba más. Admitieron estar ilusionadas a la par que tristes, resolví que esa mezcla de sentimientos siempre se producía con los cambios. Cada una volaría en distintas direcciones. Era el último año y, a pesar de los exámenes, intentarían pasar el máximo tiempo juntas, juntos si contaban a Kay.

— ¿Y de qué hablabais antes de que yo llegara? —Mis amigas se miraron entre sí, se veía la duda en sus facciones—. Venga no soy de cristal, aunque Nate lo pensara, podéis contarme.

— Kay le ha pedido una cita a Sarah y ella ha aceptado.

Mi chica se quedó callada un momento y las otras dos se miraban como asegurándose que estaban listas si al final Dalia decidía explotar.

— Me cayó bien —dijo mi chica finalmente y puede ver como Julie dejaba escapar el aire que había estado manteniendo en sus pulmones y como la tensión de Karla se rebajaba—. Es más, estos días atrás me he dado cuenta que con este asunto he reaccionado mal. Estaba exagerando bastante, Nate no tenía que contarme todo sobre su vida. Quizá hice que la chica se sintiera mal, debería disculparme.

— Tranquila, si alguien debe disculparse bien con ella soy yo que la asalté de la nada.

— Oye, me siento desplazada. Yo no le he hecho nada a esa pobre chica. —Julie se cruzó de brazos como si fuera una niña pequeña, de repente, levantó el dedo como si hubiera tenido una gran idea—. ¿Me presento en su casa a la una de la madrugada vestida del payaso de It? Así todas tendremos algo por lo que disculparnos.

Karla y Dalia exclamaron el nombre de Julie y fueron a por cojines para lanzárselos. Eran como niñas pequeñas.

— ¡Está bien! ¡Está bien! Además, si Kay convence a esa pobre chica de salir con él no debe haber malos rollos entre nosotros.

— Por cierto, conoce a April —soltó Karla mientras se sentaba en el sofá a mi lado. Me levanté por si alguna tenía la misma idea.

— ¡No me jodas! —Julie se dejó caer a su lado—. Lo nuestro sí que es puntería y lo de Robin Hood tontería.

Dalia se acercó a las chicas y le apartó el pelo de la cara a Karla. Le preguntó si todo iba bien y esta asintió, April era la expareja de mi amiga y su ruptura apenas unas semanas antes de lo mío, fue un duro golpe para ella. Que Sarah la conociese solo hacía la cosa más jodida. 

Almas entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora