Capítulo 33

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-Sarah-


Estaba en el hospital, bueno, yo y Nathan.

Ya había llamado a los padres de Karla y venían para aquí. Ahora me tocaba avisar a Kay y a los demás, merecían saber lo que estaba pasando. Apoyé una uña en mis dientes, gesto que se me había quedado después de años mordiéndomelas. Estaba nerviosa, ¿cómo se lo iba a decir?

— Llámale. Ya.

Miré al fantasma mal, pero le hice caso. Lo busqué en llamadas recientes y le di sin pensar, al instante, me arrepentí.

— ¡Sarah! ¿Ya me echas de menos? Si es que no puedes vivir sin mí... —No me salían las palabras—. ¿Sarah? ¿Estás ahí?

— Kay, es Karla... —Kay me interrumpió nervioso—. ¡Cállate y escúchame! Me llamó y fui a verla, estaba bebida... Se desmayó, Kay. Está inconsciente.

A mis palabras, les siguió un largo silencio que el chico debió aprovechar para ser consciente de la realidad que estaba planteando.

— ¿Dónde estáis? —dijo con un tono duro y serio que nunca le había oído.

— En el hospital.

— Voy para allá.

Y me colgó. Suspiré antes de guardarme el móvil. Genial.

Bueno, si quieres estar con alguien, debes conocer todas sus facetas, incluso las «malas» por llamarlo de alguna forma, claro.

— Viene para el hospital —confirmé a Nathan quien seguía mirando por donde se habían llevado a su amiga. Asintió como respuesta.

***********

El padre de Karla llegó poco después de que Kay me colgase dejándome con la palabra en la boca. Llevábamos rato esperando a que el médico saliera a decirnos algo. El hombre estaba asustado, me recordó a mi padre en mis primeros ataques. El no saber era peor que saber lo malo, la ignorancia siempre había sido el peor de los males. O eso era lo que mi padre decía siempre, uno se podía prepararse para cualquier cosa, menos para la ignorancia.

Finalmente, un médico salió pidiendo hablar con un familiar de la chica. En resumidas cuentas, Karla tenía un coma etílico. No había forma suave de decir esto.

— Joder —Escuché decir a Nathan, me giré y lo vi negando con la cabeza y tapándose los ojos con las manos. ¿La cosa podía pintar peor? Con los años, me había convencido que esa frase estaba maldita, cada vez que alguien pensaba eso, las cosas empeoraban, pero era complicado no pronunciarlas o pensarlas.

Me dejé caer en los asientos y miré la hora en el móvil. Kay debía estar a punto de llegar... ¿Se lo decía yo? ¿Dejaba que se lo dijera el señor Roberts? Nathan me llamó sacándome de mi momento de duda.

— Hay algo que no te he dicho...

— ¿Qué?

— No solo tienes que hablar con Karla, con Julie también. —¿A qué venía eso ahora? ¡Karla estaba en coma! Julie podía esperar—. No quiero que vuelva a pasar esto de nuevo.

¿Estaba hablando de lo qué yo creía? ¿Julie también tenía problemas con el alcohol? Sí era así era pésima leyendo a la gente, no iba a ganarme la vida como ayudafantasmas.

— No es lo que piensas o eso creo, pero Julie necesita hablar con alguien y Dalia queda descartada. Y Karla... bueno, también. No quiero que ninguno más de mis amigos haga ninguna locura, así que te pido que hables con ella. Lo antes posible, por favor.

— ¿Por qué Dalia queda descartada? Es su amiga... —Estaba contrariada, no entendía nada.

— Porque...—Las palabras se resistían a salir de su boca—... está enamorada de mí.

¿Perdona? ¡¿Qué?! ¿Julie enamorada de Nathan? Pero si... No entendía nada. En serio, ¿qué iba a ser lo siguiente? ¿Karla enamorada de Dalia? Sentía la cabeza a punto de explotar, este grupo de amigas era una caja de sorpresas sin fin. ¿No podía haberme tocado un fantasma solitario? «Sarah, no desvaríes». «Es verdad, primero hay que asegurarnos de que la información sea verídica».

— ¿Cómo lo...

— Ya han llegado —me interrumpió desapareciendo.

¡Malditos fantasmas!

**********

Estábamos en la habitación donde habían trasladado a Karla.

Julie estaba sentada con la mirada fija en su amiga y Kay se encontraba apoyado a mi lado en la pared. La chica me había dicho que Dalia llegaría más tarde.

— Siento lo de antes. Ya sabes, haberte colgado así. —Asentí seria—. Estaba nervioso y prometo que no se a volver a repetir.

— Lo entiendo, pero que no se vuelva a repetir. No me ha gustado nada.

— Lo sé, he sido un cretino. Mucha gente pensaría que no es nada e incluso normal, pero la educación es la base de toda sociedad y yo quiero mantenerla entre nosotros. Siempre.

— ¿Por qué incluso disculpándote eres tan adorable? —Me puse de puntillas y lo besé.

— Porque nací adorable. Y hermoso.

«E imposible», pensé.

Pasé mis brazos por su cuello y lo volví a besar. Bajé los brazos y lo abracé acurrucándome contra él, puse mi cara en su pecho y lo apreté contra mí. Por mi cabeza pasó un pensamiento que nunca antes había imaginado, ¿Kay estaba fingiendo? ¿Estaba bien?

— Tienes razón. — ¿Perdón, qué? ¿Kay sabía lo que estaba pensando?—. Ninguno de nosotros se ha tomado el tiempo suficiente para recuperarse, y tengo la sospecha de que hemos sido tan idiotas como para creernos que lo hemos hecho por los demás, cuando realmente hemos sido unos niños cobardes que no son capaces de enfrentarse a la muerte de un amigo. Pero, ¿quién podría?

La voz se le entrecortaba, su respiración se notaba más agitada de lo normal y tenía los ojos rojos. Kay sufría, todos ellos lo hacían y yo no lo había visto. Sospechaba que Nathan tampoco y esto estaría atormentando al fantasma.

— Kay... ¿Yo soy tu alcohol? —No sabía de dónde había surgido esa pregunta, pero salió de mi boca sin pensar—. ¿S-soy tu distracción?

No dijo nada y eso para mí era respuesta suficiente. 

Almas entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora