No le gusta especialmente la Navidad desde que hay un hueco irremplazable en la mesa. Pero ver a su hermana siempre es un golpe de aire fresco. Y disfrutar de Alba descubriendo su tierra le llena de orgullo.
Incluso aunque a veces le cueste reconocerlo, le encanta la relación basada en silencios que han forjado su padre y su hija. Alba adora ir de la mano de su abuelo hasta el sótano y que le deje rozar con los dedos las cuerdas de las guitarras que aún fabrica más por entretenimiento que otra razón.
Ha compartido conversaciones y formas para tratar de arreglar el mundo con sus amigos de toda la vida mientras Alba jugaba con sus primos el poco tiempo que les puede ver al año. Más emocionada estuvo cuando descubrió que vendrían con ella y su padre un par de días a Madrid, desde donde partiría su vuelo de vuelta a México.
Aitana se maldijo a sí misma por haber insistido en viajar el propio 24, comiéndose más colas y barullo del que esperaba. Pero el día 25 durmió en el cuarto lila de Miriam.
-¿Me pasas eso, porfa?-pide señalando la guirnalda sobre la mesa junto a Luis, que asiente con la cabeza y se la tiende.
Miriam había vuelto de Galicia muchísimo más relajada de lo que se fue. Había pasado la prueba de fuego con los padres de Roi, que fueron todo calidez y simpatía con ella, halagando su paciencia para soportar a su hijo.
Y como a Miriam es prácticamente imposible decirle que no, se ha tenido que hacer una coleta rápida y ponerse las primeras mallas que ha pillado para acompañarla al bar de Roi para ayudarle a decorarlo para la fiesta de Nochevieja que iba a dar esa misma noche cuando la gallega se ha asomado a su cuarto un par de horas atrás.
Aitana aprovechó para saludar a Luis, que ayudaba a Roi a meter bebidas en la nevera, mientras Miriam aún se quejaba de que Roi siempre dejara las cosas para última hora. La pizza que les trae el repartidor a eso de las tres apenas dura unos minutos en el cartón, siendo devorada por cuatro almas trabajadoras y sobretodo hambrientas.
Al filo de las 7 Miriam alega que aún tienen que ducharse y prepararse, al igual que ellos, y Roi, entre numerosos agradecimientos, le da la razón, yéndose poco más tarde que ellas cuando Luis y él dan el visto bueno a la preparación del local para la fiesta.
Luis está cogiendo las entradas en la puerta del bar como hace cada año, ahorrándole a Roi contratar a una persona más para esa noche. Intuye la inconfundible melena de Miriam junto al flequillo de Aitana, que camina junto a su amiga algo más insegura que la primera.
Tiene que admitir que la sonrisa que les dedica Luis cuando llegan a la puerta tranquiliza a Aitana. Es más, le ha arrancado una leve sonrisa ver cómo se revolvía algo incómodo dentro de esa camisa que a pesar de detestar, luce como pocos.
Luis se ha perdido contando sus infinitas pestañas pintadas más que de costumbre.
Cuando ya están todos dentro del local y apenas quedan unos minutos para que acabe el año, se arremolinan al lado de una mesa que Roi ha guardado especialmente para ellos.
- Toma, zopenco-dice Roi dándole una colleja a Luis tendiéndole un bol de lacasitos.
Luis le pone ojitos y sonríe. Roi es su hermano, y eso sabe que no cambiará nunca.
Al ver la cuenta atrás en la enorme pantalla que han colocado en el escenario, Aitana no puede evitar que una náusea recorra su cuerpo de arriba abajo. Un año más que se va.
Un año más sin él. Un año más sin ellos.
Su última visita con su psicóloga fue hace no más de dos días. Como si por el mero hecho de las fechas que son hubiera que hacer balance del año, ella le recordó lo mucho que ha ido avanzando en estos meses a pesar de los palos que continuamente le han ido cayendo cuando trataba de levantarse.
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Canción Desesperada
Lãng mạnLos comienzos no siempre son buenos, las primeras impresiones tampoco.